Pocas veces un presidente se habrá hecho tanto de rogar para que revele la fecha de las elecciones una vez constatado que su legislatura estaba agotada. Por fin esta tarde Juan Manuel Moreno Bonilla ha desvelado la fecha que ha venido barajando junto a otras más durante las últimas semanas: el domingo 19 de junio.

En una comparecencia sin preguntas a partir de las ocho y media de la tarde, Moreno ha precedido el anuncio oficial con un discurso bastante convencional en el que mencionado sus logros económicos, resaltado el incremento de instalaciones sanitarias, presumido de la estabilidad de su Gobierno y agradecido a su vicepresidente Juan Marín, de Cs, la lealtad mostrada en estos tres años y medio de gobierno.

El presidente no ha citado, sin embargo, a Vox, el partido de extrema derecha gracias al cual llegó a la Presidencia en 2019 y por culpa del cual no ha podido agotar la legislatura como era su propósito.

En su breve alocución, Moreno ha vuelto a repetir que si hubiera pensado en su propio interés y no en el de los andaluces habría dejado las elecciones para el otoño, lo que le habría permitido inaugurar el Metro de Málaga, el tranvía de la Bahía de Cádiz o el Hospital Militar de Sevilla. Pero finalmente ha optado por junio porque “celebrar las elecciones en otoño impediría que Andalucía arrancara el 1 de enero de 2023 con presupuestos”.

No ha explicado, sin embargo, qué es exactamente lo que impide a su Gobierno ir elaborando desde ahora mismo esas cuentas de 2023. El argumento de los presupuestos es, según fuentes socialistas consultadas por El Plural, “mentira”.  En opinión de estas fuentes, el Gobierno no tendría problema alguno para comenzar en mayo, como es habitual, la tramitación del proyecto, que podría estar culminado en octubre, pendiente únicamente de aprobarlo en el primer Consejo de Gobierno tras las elecciones y llevarlo al Parlamento, donde sería enmendado por los grupos parlamentarios y donde el Ejecutivo podría encajar los cambios que exigiera su socio parlamentario, previsiblemente Vox.

Este lunes por la mañana el presidente andaluz ya daba pistas de sus intenciones al despedirse de los periodistas, a quienes ha agradecido el “respeto y la consideración” que siempre han tenido en el trato hacia él. Las palabras del presidente andaluz a la prensa fueron interpretadas como una despedida en toda regla, sobre todo considerando que el domingo reiteró que las elecciones serían “antes del verano” y que los dos únicos domingos disponibles que quedaban eran el 19 y el 26 de junio, dado que han de transcurrir 54 días entre la publicación del decreto de disolución del Parlamento y la fecha de apertura de las urnas. El decreto se publicará este martes 26 de abril.

El presidente se ha reunido antes del Consejo de Gobierno con su vicepresidente, Juan Marín, para comunicarle su decisión. Marín había subrayado en varias ocasiones que la decisión la tomarían ambos conjuntamente e incluso que Moreno se había comprometido con él a no convocar las elecciones antes de octubre, como deseaba el líder de Cs. Finalmente no ha sido así.

Nadie, ni siquiera en el PP, acierta a saber a ciencia cierta por qué Moreno ha estado tantos días mareando la perdiz del adelanto electoral, lo que le ha valido los reproches tanto de la oposición de izquierdas como de su exsocio parlamentario Vox. En el partido hay quien piensa que el presidente dejó escapar la ocasión de haber convocado después de perder el apoyo parlamentario de la ultraderecha, en noviembre pasado.

La agenda política estaba agotada en diciembre, pero entonces Alfonso Fernández Mañueco, instigado por Génova, anunció que adelantaba las elecciones. Moreno podría haber hecho coincidir las andaluzas con las castellanoleonesas pero prefirió no hacerlo. Tenía sus motivos para ello: habría parecido que se plegaba a los deseos de la dirección nacional del partido, con la que no mantenía buenas relaciones. Moreno optó por salvaguardar su imagen de autonomía frente a Pablo Casado y Teodoro García Egea, que habían forzado a Mañueco a cometer el que sería el mayor error de su carrera política.

Pasada esa coyuntura, Moreno se quedó sin margen. Las elecciones castellanas fueron el 13 de febrero, los resultados fueron malos para el PP, que se vio obligado a dar entrada a Vox en el Gobierno, y unas semanas después estallaba en el partido crisis que se llevaría a Pablo Casado con los pies por delante.

El PP resolvió pronto la situación eligiendo a Alberto Núñez Feijóo, pero una vez elegido había que esperar a ver si se producía un efecto favorable a las expectativas electorales del partido, como así ha sido. Sustentado sobre el trampolín del 'efecto Feijóo', a Moreno solo le quedaba por decidir si las elecciones las adelantaba a junio o las dejaba para octubre.

Más allá del argumento oficial del presupuesto de 2023, es muy probable que el temor a que Vox fuera creciendo de aquí al otoño haya pesado en las reflexiones del presidente. A fin de cuentas, si la necesidad de tener un presupuesto en 2023 era tan urgente y al mismo tiempo imposible de materializar si las elecciones eran en octubre, decidir la fecha la electoral no parece que necesitara varias semanas de intensa reflexión.