Era la decisión más drástica e importante de cuantas ha venido adoptando hasta ahora el Gobierno andaluz para frenar la curva de contagios del coronavirus.

El presidente Juan Manuel Moreno la anunció ayer al filo de las nueve de la noche, una vez concluida la reunión del Gabinete de Crisis y del comité técnico que asesora al Ejecutivo, y lo hizo con un discurso austero en todos los sentidos: austero en el tiempo utilizado –apenas 11 minutos–, austero en lo político –sin crítica alguna al Gobierno de España– y austero en lo estético, pues por esta vez el presidente se abstuvo de mencionar el mantra de la “anticipación” que supuestamente ha presidido la gestión autonómica de la pandemia.

Directo al grano

En contraste, por cierto, con las extensísimas intervenciones a que suele acostumbrar Pedro Sánchez en trances similares, Juan Manuel Moreno optó –y sin duda su audiencia se lo agradeció– por la brevedad y la concisión. No se anduvo por las ramas. Ni con paños calientes: el presidente advirtió de entrada que iban a venir días, semanas “e incluso meses” muy difíciles y recordó con énfasis dramático que la cifra de hospitalizados era ya similar a la de los peores momentos de la primera ola:

“Hoy, 28 de octubre, nuestros hospitales albergan a 2.312 personas ingresadas por la Covid-19, de las que 293 están en la UCI. Es exactamente la misma cifra de hospitalizados que teníamos el pasado día 4 de abril, en la primera ola de la pandemia, pero la diferencia es muy grande porque en aquel momento la curva de contagios y de ingresos ya comenzaba a bajar y, sin embargo, a día de hoy la curva no ha tocado techo y nadie sabe cuándo empezará a descender".

Suspiros de Juanma

Moreno no ocultó que nos enfrentamos a “la mayor amenaza a la salud pública en un siglo” y, seguramente por primera vez en una intervención pública sobre el Covid-19, no incluyó ningún reproche al presidente Pedro Sánchez.

La gestión autonómica de la pandemia “es la competencia que nos ha entregado el Gobierno de España y la asumimos con responsabilidad”, dijo Moreno acompañando astutamente sus palabras con un estudiado suspiro de resignación.

Únicamente mencionó al Gobierno para pedirle que, dado que Andalucía no cuenta con una Policía autonómica propia, que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado cuenten con los medios necesarios y reciban las instrucciones precisas para hacer cumplir las medidas adoptadas, “cuyo éxito depende en gran medida” del Gobierno de España.

Tampoco pronunció Moreno la palabra “anticipación”, que rara vez ha faltado en sus intervenciones ni tampoco en las de su consejero de Presidencia y portavoz, Elías Bendodo, o en las de su vicepresidente, Juan Marín. Los estrategas de San Telmo optaron esta vez por la humildad y la prudencia, y lo hicieron con buen criterio: lo contrario habría hecho preguntarse a muchos ciudadanos de qué había servido la tan cacareada anticipación si Andalucía está en puertas del colapso hospitalario.

¿8.000 rastreadores?

Otro olvido llamativo en el discurso: los rastreadores. El presidente recordó que se había reforzado el sistema sanitario con 11.000 nuevos profesionales y que se habían adquirido cinco millones de test de última generación, pero no mencionó y mucho menos presumió de los “más de 8.000 rastreadores” que supuestamente había contratado la Junta pero que, según la logrado demostrar la oposición de izquierdas, en realidad solo eran 307 a tiempo completo.

Como se sabe, PSOE y Adelante han denunciado, y el Gobierno de PP y Cs no ha podido desmentirlo, que Andalucía está a la cola de rastreadores de España, con uno por cada 15.000 habitantes.

Sí hubo, por lo demás, mucha insistencia del presidente en apelar a la responsabilidad individual de los andaluces. Como el resto de gobernantes de uno u otro signo político, Moreno no hizo ningún reproche, ni implícito ni explícito, a una relajación generalizada en el cumplimiento de las medidas de distanciamiento y uso de la mascarilla que sin duda está propiciando la escalada de contagios.

En todo caso, Moreno pidió encarecidamente a los ciudadanos que procuren no salir de casa si no es imprescindible, que no se reúnan con no convivientes o que renuncien en lo posible a visitar a familiares de mayor edad.

El presidente acabó con estas sentidas palabras: “Os pido que la esperanza sea mucho más fuerte que el miedo. Mi tiempo y mi energía están volcados en tomar las mejores decisiones. Os pido confianza. El esfuerzo dará sus frutos. Muchas gracias por vuestra atención y mucho ánimo”.