Lo había augurado a primera hora de la mañana en Televisión Española el secretario federal de Política Municipal del PSOE, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis: la posibilidad de un acuerdo presupuestario entre socialistas y populares “está más lejos”.

Solo unas horas después, la lejanía se tornaba en distancia sideral a la vista del tono destemplado del vicepresidente de la Junta, Juan Marín, ante la propuesta entregada hace una semana por los socialistas al consejero de Hacienda, Juan Bravo, del cual esperaban una contrapropuesta que no ha llegado.

El secretario general del PSOE andaluz, Juan Espadas, le había dado un ultimátum al Gobierno autonómico: si no contestaba a su oferta antes del debate del estado de la comunidad, que comienza mañana día 27, daría por rotas las negociaciones.

El número dos de la Junta y líder de Cs se despachó a gusto: "He negociado ocho presupuestos y nunca antes había visto un documento como el que nos ha traído el señor Espadas. No hay ninguna propuesta. Es alucinante: un brindis al sol sin cifras ni partidas presupuestarias", dijo en la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno, donde compartió atril con el consejero de Presidencia y portavoz Elías Bendodo, que cedió gustosamente a Marín el papel de poli malo.

Además de menospreciar sin paños calientes la oferta socialista, Marín no se abstuvo de fanfarronear a propósito de la estabilidad de la legislatura, en su opinión sobradamente garantizada “haya o no haya Presupuesto”.

Como si mediara entre ambos alguna desconocida cuenta personal más allá de las diferencias políticas, el tono utilizado por el vicepresidente fue deliberadamente ofensivo, pues no en vano se refirió a Espadas como “el secretario general de la delegación andaluza del sanchismo" y dijo sentir “vergüenza de que dé un ultimátum al Gobierno, dónde se ha visto esto en política; se va a quedar esperando, porque este Gobierno no acepta chantajes de Espadas ni de nadie ".

Las palabras de Marín indignaron en la sede socialista de la calle San Vicente de Sevilla. En un comunicado, el PSOE-A instaba al presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, a que "desautorice o confirme la falta de respeto de Juan Marín a los miles de andaluces y andaluzas a los que representamos los socialistas".

Con anterioridad a las palabras de Marín y Nieto, Juan Espadas prometía no romper la baraja y mantener su oferta de no bloquear en el Parlamento las cuentas autonómicas del año que viene, aunque en su opinión en la Junta "lo que se está imponiendo es el criterio de que hay que pactar con Vox".

A estas alturas, la prórroga defendida por Marín es la opción más probable, salvo que la formación de ultraderecha recule -no sería la primera vez- desdiciéndose de sus amenazas de no aprobar el Presupuesto de 2022 si Moreno no cumple los compromisos contraídos con ellos en materias como inmigración, memoria, feminismo o administración instrumental.

La ruptura material de una negociación que propiamente apenas acababa de dar sus primeros pasos contrasta con la sintonía mostrada por Espadas y Moreno en la reunión que ambos tuvieron en San Telmo el pasado 1 de octubre.  Es difícil saber por qué aquellos buenos augurios han naufragado. La batalla del relato ha comenzado.

Quizá el PP ha calculado que los socialistas nunca facilitarían el Presupuesto y ha preferido dar por terminado un proceso que no llevaba a ninguna parte y además daba argumentos a Vox, que acusa al PP que estar haciendo las mismas políticas que el PSOE. Quizás, en las semanas transcurridas desde la reunión de 1 de octubre, Elías Bendodo, Juan Bravo y Juan Marín hayan convencido a Moreno de que un entendimiento con los socialistas era o bien imposible o bien un error.

O quizá el propio Espadas se ha ido convenciendo de que su apuesta era demasiado arriesgada, sobre todo después de la decisión del Gobierno andaluz de no renovar el contrato a 8.000 de los 20.000 sanitarios de refuerzo de la pandemia.