Francisco Serrano se va pero se queda. Se marcha sin marcharse. Nada pero guarda la ropa. Deja de ser diputado de Vox en particular, pero no diputado del Parlamento en general. Deja de militar pero no de cobrar. No es digno de representar a su partido, pero sí es digno de seguir ostentando la representación popular de los andaluces.

La situación solo tiene ventajas para el partido y para él mismo, pues ambos matan varios pájaros de un tiro: Vox puede seguir diciendo que no tiene en sus filas ningún diputado en cuya conducta la Fiscalía ha visto indicios de haberle sisado 2,5 millones de euros al Estado y Francisco Serrano puede mantener el aforamiento, percibir el salario y disfrutar de la compatibilidad que graciosamente le otorgaron los parlamentarios de PP, Cs y Vox para seguir trabajando en su bufete particular.

Y por si fueran pocas estas ventajas, he aquí una más: el voto de Serrano no es política ni aritméticamente decisivo, de manera que si en cualquier Pleno le da por tener una mala tarde y votar lo que no debe, su deslealtad no tendría mayores consecuencias.

Como los padres del novio cuando este se casa, que no pierden un hijo sino que ganan una hija, las derechas no pierden un diputado sino que ganan un amigo, pues Serrano nunca dejará de votar lo que voten las derechas ya de que, de hacerlo, correría el riesgo de que también ellas le exigieran la renuncia al acta que sin duda van a exigirle las izquierdas.

Serrano opinaba, por cierto, en 2015, cuando todavía no era político, que “lo peor que le puede pasar a un político corrupto no es que le pillen, sino perder su aforamiento y ser juzgado por jueces independientes”. Hoy ha cambiado de parecer: se da de baja únicamente en el partido y en el grupo parlamentario para "evitar que la necesaria labor de regeneración que necesita Andalucía y que abandera Vox se vea manchada por las acusaciones de las que estoy siendo víctima".

Así pues, ¿las acusaciones que pesan sobre el juez y diputado “manchan” a Vox pero no manchan al Parlamento? ¿Qué tiene Vox que no tenga el Parlamento? ¿De qué exclusivo y delicado material está construido el partido ultra pero fue descartado a la hora de construir el Parlamento? ¿Una querella criminal por fraude contra uno de los suyos pone en riesgo el buen nombre de un partido pero no el de un Parlamento?

Al abandonar la disciplina de Vox y pasar al grupo de diputados no adscritos, lo que en realidad está haciendo Serrano se llama transfuguismo. O se llamaba. Como diría el vicepresidente Elías Bendodo: ¿Tránsfuga? ¿Qué tránsfuga? Yo no veo ningún tránsfuga.