La primera prueba de resistencia del ‘tratado de paz’ concertado entre Susana Díaz y Pedro Sánchez el pasado 27 de mayo en el palacio de la Moncloa era la designación de los presidentes de las seis Diputaciones andaluzas que siguen en manos del PSOE tras las elecciones municipales.

El resultado de la prueba ha sido satisfactorio. La dirección regional del PSOE, con sede en la calle San Vicente de Sevilla, y la dirección federal del partido, con sede en la madrileña calle Ferraz, en una línea de “cooperación y sintonía” y en un clima de “máxima colaboración”, acordaban ayer la composición del grupo socialista en las ocho corporaciones provinciales y otros órganos supramunicipales.

El encargo

El Comité Provincial del PSOE de cada una de las ocho provincias ratificará este martes los acuerdos alcanzados en Madrid por el número dos de los socialistas andaluces, Juan Cornejo, y el secretario Coordinación Territorial de la dirección federal, Santos Cerdán, ambos 'hombres de paz' y ambos con la encomienda de sus comandantes de dar visibilidad institucional a un acuerdo de paz que los más curtidos prefieren llamar armisticio y los más escépticos, simplemente tregua.

Seguirán al frente de la Presidencia de sus respectivas Diputaciones Francisco Reyes (Jaén), Antonio Ruiz (Córdoba), José Entrena (Granada), Ignacio Caraballo (Huelva), Irene García (Cádiz) y Fernando Rodríguez Villalobos (Sevilla).

Significativamente, estos dos últimos, los más declaradamente susanistas durante la Guerra de los Tres Años (2016-2019), continuarán en sus cargos. Villalobos y García, pero particularmente el primero, estaban en el punto de mira del sanchismo más compulsivamente deseoso de exhibir cabelleras capturadas en territorio comanche.

Adiós a las armas

El acuerdo de las Diputaciones despeja un horizonte orgánico que hace apenas dos meses, y tras la descarnada pugna por las listas andaluzas al Congreso y el Senado, todos los observadores auguraban que se decidiría a cara de perro y bajo la consigna de ‘Solo puede quedar uno’: uno que, naturalmente, no podía ser otro que Pedro Sánchez, como se evidenció al tumbar Ferraz sin contemplaciones las candidaturas para las generales del 28-A propuestas por San Vicente en provincias como Sevilla, Cádiz o Córdoba.

La agotadora contienda civil entre Pedro y Susana la ha ganado inequívocamente el secretario general, quien, tras la pérdida de la Junta de Andalucía por Díaz el 2 de diciembre y la doble victoria socialista del 28 de abril y el 26 de mayo, ha sabido, esta vez sí, mostrarse integrador y hasta magnánimo con los vencidos, renunciando a poner sitio a la última fortaleza del partido por conquistar.

El cerco a San Vicente por las huestes de Ferraz habría sido exitoso, pero también largo, gravoso y, finalmente, inútil. O al menos innecesario. La debilitada Susana Díaz no quería seguir guerreando y el fortalecido Pedro Sánchez no necesitaba hacerlo.

Todos socialistas

 “Volvemos todos a ser socialistas, ya no hay pedristas ni susanistas”, certificaba a EL PLURAL un dirigente provincial muy activo en los últimos meses en favor del entendimiento entre Ferraz y San Vicente.

Alguien cercano a la secretaria general andaluza formulaba el mismo dictamen, aunque en términos todavía más contundentes: “Nadie va a separar a Susana de Pedro; de esta crisis ha salido el mejor Pedro y la mejor Susana porque los dos han aprendido de sus errores”.