Juan Espadas no ha querido dar ocasión a que sus compañeros de partido “le hagan la autocrítica”, que era la expresión burlona que se dice ]que utilizaban los viejos comunistas para reconvenir a sus líderes cuando estos se mostraban demasiado autocomplacientes.

Ayer, ante el Comité Director del PSOE de Andalucía, el secretario general pronunció un discurso con fuerte carga autocrítica. No se fustigó explícitamente ante los suyos, pero tampoco echó mano de los paños calientes, tan socorridos en trances tan comprometidos como el que afronta Juan Espadas desde la humillante derrota electoral del 19 de junio, donde los socialistas obtuvieron tres escaños menos de los escuálidos 33 que había logrado en 2018 su antecesora Susana Díaz.

Algunos fragmentos de la alocución de Espadas contrastaban vivamente con el giro político hacia la izquierda que el presidente del Gobierno y secretario general Pedro Sánchez ha concretado en el reciente debate del estado de la nación. El objetivo estratégico del líder andaluz no es adentrarse en el escarpado territorio situado a su izquierda, sino reconquistar las llanuras el centro hoy ocupadas por el Partido Popular de Juan Manuel Moreno.

“Tenemos que ser capaces -dijo Espadas- de ensanchar la base social a la que nos dirigimos, con propuestas que no excluyen a quienes más necesitan ayuda social. Se gobierna cuando se conquista no sólo el propio espacio ideológico, sino un enorme espacio de centro político que es el que garantiza mayorías de gobiernos", recalcó ante un Comité Director, máximo órgano entre congresos, consciente de que la en otro tiempo imbatible federación socialista andaluza atraviesa hoy sus horas más bajas.

En opinión de Espadas, "una de las lecciones que hemos de aprender es que tenemos que dirigirnos al conjunto de la sociedad, y no sólo una parte de la sociedad", y "no podemos dejar a la derecha un espacio de la sociedad concreta porque entendamos que es de derechas". Muy probablemente Moreno compartiría este diagnóstico, coincidente con la estrategia de campaña desplega por él mismo en las elecciones que le han dado la mayoría absoluta.

Quien fuera alcalde de Sevilla tras arrebatarle la vara de mano al popular Juan Ignacio Zoido justificó así la necesidad de ese viaje hacia el centro: en las elecciones municipales de 2011, dijo, el PSOE hizo una campaña "muy ideológica y muy de izquierdas", y perdió frente al PP "como ahora, con una gran mayoría absoluta".

La reconquista de la ciudad en 2015 se produjo, según su análisis, gracias a un trabajo de oposición dirigido “a ensanchar esa base social que respaldaba nuestro proyecto, de izquierda, pero socialdemócrata, no radical", lo cual dio a los socialistas “la opción de ser gobierno en 2015" y "dejó a la derecha muy cortita".

La reflexión del líder socialista a propósito de las municipales pasaba, sin embargo, por alto dos circunstancias significativas: la primera, que en 2011 no pocos alcaldes y candidatos del PSOE perdieron las elecciones en numerosas ciudades porque muchos votantes socialistas estaban decepcionados unos y enfadados otros con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero por su gestión de la crisis económica; la segunda, que en 2015 el PP de Zoido no se quedó tan "cortito": en realidad, volvió a ganar las elecciones con 12 concejales frente a 11 del PSOE, aunque la suma con los tres de Cs no fue suficiente para conservar la Alcaldía de la capital andaluza.

En su intervención de más de media hora, Espadas también compartió con sus compañeros una reflexión que pocos líderes suelen formular en voz alta: las elecciones del 19-J aconsejan, dijo, una “nueva orientación estratégica” a la hora de explicar las propuestas, al tiempo que exigen “una parada técnica para revisar en profundidad el vehículo” socialista.

En cuanto a las responsabilidades derivadas del fracaso electoral del 19-J, Juan Espadas no las eludió, al menos verbalmente: “Este Comité Director tiene que ser el de la autocrítica y el de la exigencia de responsabilidades personales, las mías y las de mi equipo en la dirección regional", que "se asumen", pero "desde la responsabilidad absoluta de haber trabajado más que nadie por conseguir el objetivo, de haberse dejado la piel a jirones, cuando no la voz y el hígado, en intentar hacer posible lo que nadie decía que fuese posible conseguir".

La razón principal de que esa reconocida asunción de responsabilidades no se traduzca en dimisiones es que el secretario general lleva “tan solo seis meses” en el cargo: de no ser así, “no tendría ningún inconveniente en deciros hoy aquí que no me considero capacitado y que el golpe o el efecto emocional que significó un resultado tan negativo en términos personales o colectivos para el PSOE me invalida para continuar adelante con el proyecto".

Por lo demás, no le faltaba razón a Espadas al recordar que el PSOE andaluz venía perdiendo respaldo electoral “desde 212” (en verdad, desde 2008), por lo que la sorpresa del 19-J habría sido "la magnitud de la victoria del PP-A, pero desgraciadamente no el triunfo” propiamente dicho. El análisis de los datos electorales indica, según Espadas, que "el 15 por ciento de lo que fue voto socialista en las últimas elecciones probablemente haya comprado" el discurso moderado y centrista Juan Manuel Moreno. Ajeno o más allá del viraje izquierdista de Ferraz, el PSOE andaluz se ha conjurado para recuperar ese centro perdido.