Aunque más el primero que el segundo, algo deben de estar haciendo bien el PSOE y el PP de Andalucía y algo deben de estar haciendo mal sus oponentes en la izquierda y en el centro derecha para que en Andalucía siga gozando de excelente salud un bipartidismo que claramente parece hacer aguas en el resto del país.

A esa singularidad hay que sumarle esta otra: la indiscutible fortaleza electoral del PSOE andaluz se ha convertido en la excepción en un mapa nacional donde las siglas socialistas parecen resignadas a la segunda plaza, por detrás siempre del PP, e incluso a la tercera en algún caso, adelantado no por Podemos sino por Ciudadanos.

Cataluña, Euskadi… y Andalucía

Si se exceptúan los microclimas electorales de Cataluña y el País Vasco, que siempre tuvieron como especificidad propia la hegemonía de las fuerzas nacionalistas, en el resto del país las encuestas vienen augurando una tendencia inequívoca: el bipartidismo dominado por PP y PSOE empieza a ser historia.

Cinco sondeos así lo atestiguan en mayor o menor grado en toda España. ¿En toda? No en toda. El célebre ‘Catalonia is not Spain’ machaconamente propagado por el independentismo catalán tendría en un peculiar ‘Andalusia is not Spain’ su correspondencia en el ámbito no identitario sino meramente electoral.

Cinco encuestas cinco

Una reciente encuesta de Metroscopia para el diario El País vaticinaba que, propulsado por su victoria en las catalanas del 21 de diciembre, Ciudadanos obtendría en España un 27,1% de los apoyos frente a un 23,2% del PP, mientras que el PSOE se iría a la tercera posición con un 21,6% de las papeletas y la marca Podemos quedaría relegada a la cuarta con solo un 15,1 por ciento de los sufragios.

Un segundo sondeo, de Sociométrica publicado por El Español, auguraba una suerte de triple empate entre populares, socialistas y naranjas: un 24,1 por ciento al PP, un 23,9 por ciento a Ciudadanos, un 22,5 por ciento al PSOE y un 16,2 Unidos Podemos.

Un tercer sondeo, de NC Report para La Razón publicado el 2 de enero, le atribuía a Cs un 18,8% de los sufragios, al PSOE un 23,8 por ciento y a Podemos un 16,1, mientras que el PP perdería tres puntos sobre los 33 logrados en las generales de 2016.

Una cuarta encuesta, de Celestre-Tel para Eldiario.es publicada el pasado 8 de enero, coincidía bastante con la prospección del CIS de dos meses antes: 29,8 por ciento PP, 25,1 PSOE, 18,6 Ciudadanos y 16,9 Podemos.

El quinto sondeo, a cargo del CIS y publicado en noviembre, revelaba esta fotografía: el PP era el partido más votado pero bajaba al 28 por ciento, el PSOE perdía siete décimas hasta el 24,2 por ciento, Ciudadanos subía tres puntos hasta el 17,5 por ciento y Unidos Podemos pasaba del 20,3% al 18,5 por ciento.

La sexta encuesta

Aunque en tres de las cinco encuestas el PP se mantiene con claridad como primera fuerza, la tendencia marcada por todas ellas es coincidente: un PP y un Podemos claramente a la baja, un Ciudadanos claramente al alza y un PSOE o bien bajando o bien estancado. El bipartidismo parece ser ya cosa del pasado: si las encuestas aciertan, en España las elecciones dejarán de ser cosa de dos.

En cambio, la encuesta sobre Andalucía de Celeste-Tel para La Opinión de Málaga y Diario Jaén, conocida este sábado –la de mayor fiabilidad si se atiende al número de entrevistas: 2.450– confirma una fortaleza electoral que ni siquiera el mal año de Susana Díaz en su batalla por la secretaría general ha conseguido desgastar.

El sondeo proyecta una foto fija de inequívoca hegemonía socialista, ya que seguiría siendo el único partido con capacidad para formar gobierno: 35,9 por ciento de los votos y 48 escaños, muy lejos del 24,8 por ciento y 31 escaños del PP y todavía más lejos de los 13 escaños de Podemos (con el 13,6 por ciento de los votos) y de Ciudadanos (con el 11,8 por ciento) o de los cuatro de IU (6,4 por ciento).

El PP se consuela

No solo hegemonía electoral del PSOE andaluz se ha convertido en la excepción en un mapa general donde las siglas socialistas siguen a la zaga del PP e incluso de Cs, sino que en el centro derecha el partido de Albert Rivera y Juan Marín no amenaza ni siquiera tímidamente el dominio de las siglas de Mariano Rajoy y Juanma Moreno. Por ello, y aunque suene a mero consuelo de segundón, técnica y políticamente tiene razón el Partido Popular andaluz cuando recalca que ellos siguen siendo la única alternativa real al Partido Socialista, algo que en Génova 13 ya no pueden decir.

Ahí radicaría, precisamente, la singularidad política de Andalucía, donde el bipartidismo aguanta bien la embestida de las fuerzas desencadenadas por la crisis económica, política y territorial. Una presión sostenida a la que, en el caso concreto del PSOE, hay que sumar una larga y cruenta batalla orgánica cuyo desenlace, tan desolador Susana Díaz como prometedor para Pedro Sánchez, ni ha erosionado mínimamente el liderazgo de la primera en Andalucía ni ha relanzado con claridad el del segundo en España.