El segundo y último debate electoral, en Atresmedia, entre los candidatos Pedro Sánchez, Pablo Casado, Pablo Iglesias y Albert Rivera fue más flexible que el celebrado el día anterior en Televisión Española, pero también más irregular, demasiado irregular incluso porque las interrupciones entre los candidatos fueron continuas pese a las reiteradas advertencias de los moderadores Ana Pastor y Vicente Vallés.

El segundo debate tuvo más de lo mismo que anterior, aunque no exactamente: los candidatos que hicieron un papel menos lucido 24 horas antes, anoche tomaron buena nota de sus debilidades y procuraron corregirlas.

Sánchez y Casado mejoran

El socialista Pedro Sánchez y el popular Pablo Casado mejoraron significativamente sus actuaciones del día anterior: el primero, sonriendo mucho más y enterrando el gesto demasiado frío y adusto del debate de RTVE; el segundo, no dejándose arrollar por un Albert Rivera que ante las cámaras de Antena 3 se mostró con Casado menos agresivo que el día anterior, aunque ambos llegaran a enzarzarse en algún tramo del debate.

¿Lograron los candidatos sumar nuevos votantes gracias a sus intervenciones? No es probable. Los argumentos esgrimidos no fueron muy diferentes de los expuestos en el primer combate y, además, se perdía irremisiblemente el efecto sorpresa de la noche anterior.

El rollo de Rivera

Albert Rivera fue de nuevo el más original al sacar un rollo de papel de un metro y medio de largo con los supuestos casos de corrupción del Partido Socialista, pero su movimiento escénico quedó algo desdibujado porque Sánchez, que era su destinatario, no le prestó atención alguna y los demás contendientes siguieron a lo suyo.

Antes del rollo de papel, el líder naranja había intentado sorprender a Sánchez dejando sobre su atril la tesis doctoral del presidente, pero este reaccionó con rapidez dejando a su vez sobre el de Rivera un libro escrito por Santiago Abascal y Fernando Sánchez Dragó. Empate a libros, pues.

Ración de adjetivos

Al igual que el día anterior, Rivera y Casado cargaron con dureza contra el presidente del Gobierno al abordar la cuestión territorial, pero lo cierto es que, como ya el día anterior habían agotado los adjetivos de grueso calibre, esta vez las arremetidas contra Sánchez no parecieron inquietarlo demasiado.

Se vivió una cierta pugna entre Rivera y Casado por ver quién de los dos era más duro con Sánchez, pero no ganó con claridad ninguno de los dos. Todo lo contrario que en el debate de Televisión Española, donde el presidente de Ciudadanos se impuso con claridad al del PP.

¿Los ERE? ¿Qué ERE?

Rivera fue, en todo caso, quien con más ímpetu intentó acorralar a Sánchez con la corrupción y reiteradas apelaciones al escándalo de los ERE, aunque sin mucho éxito porque el presidente no se dio por aludido en ningún momento. ¿Los ERE? ¿Qué ERE?

También hubo ataques de Casado y Rivera a las políticas andaluzas de Susana Díaz, que el presidente no se tomó la molestia de defender en ningún momento. ¿Andalucía? ¿Qué Andalucía?

La única referencia explícita del presidente a la comunidad fue para mostrar una carta enviada por el nuevo Gobierno andaluz a médicos, psicólogos y trabajadores sociales contra la violencia de género trasladando solicitudes de información formuladas por ciudadanos sobre la identidad y colegiación de los mismos, tal como exigió Vox en su momento. Dio la impresión de que Rivera ni siquiera sabía de qué le estaba hablando el presidente.

Mesura, hermanos

De nuevo como el día anterior, Pablo Iglesias ejerció de hombre de Estado exigiendo a sus contendientes mesura, proporción y altura de miras. El líder de Unidas Podemos parece haberle tomado el gusto a una moderación con la que tal vez busca recuperar los votos izquierdistas que un día volaron hacia el Partido Socialista pero que no acaban de fiarse de Sánchez.

Tal vez no lo consiguió, pero volvió a mostrarse ordenado y convincente en la exposición de sus propuestas y respetuoso en el trato a sus adversarios. Fue el candidato que menos interrumpió a sus oponentes. Si tan buena educación da o no da votos es, naturalmente, otra cuestión.