Ocurrió ayer en la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno y fue simplemente un lapsus, si bien con la particularidad de ser uno de esos lapsus altamente significativos porque parecen desvelar un pensamiento enterrado en el inconsciente de la persona que involuntariamente lo comete.

Tras exponer las medidas de su departamento adoptadas por el Consejo de Gobierno en su reunión de ayer, el vicepresidente de la Junta de Andalucía, Juan Marín, cedió su turno de palabra al portavoz y consejero de Presidencia, Elías Bendodo, al que llamó “vicepresidente” en un lapsus linguae que, en tono menor, Bendodo se apresuró a corregir: “El vicepresidente eres tú”.

La anécdota no alcanza, obviamente, el rango de categoría, pero sí el de señal o indicio. Como diría el clásico, “se non è vero, è ben trovato”. Si no es cierto, está bien traído, pues, a estas alturas del trayecto ya recorrido por el nuevo Gobierno andaluz de PP y Ciudadanos, es evidente para cualquier observador que el vicepresidente real se llama Elías Bendodo y milita en el PP, aunque el vicepresidente nominal se llame Juan Marín y milite en Ciudadanos.

Nada nuevo bajo el sol

No se trata, por lo demás, de un hecho excepcional: tras el presidente, el hombre fuerte de cualquier Gobierno es siempre un hombre del presidente, tenga o no tenga el cargo oficial de vicepresidente. Ocurre en los gobiernos y ocurre en las empresas, donde abundan los hombres de paja que ostentan un cargo de relumbrón que todo el mundo sabe vacío de contenido.

No es, naturalmente, el caso del cargo de Marín. No es el vicepresidente real, puesto que no coordina ni traslada al resto del Gobierno las pautas del presidente, pero de su cargo no puede decirse que esté vacío de contenido. Se diría más bien todo lo contrario, pues, además de vicepresidente, el líder de Ciudadanos es consejero de Turismo, Regeneración, Justicia y Administración Local. Al cargo de Marín no le faltan competencias, sino que en todo caso le sobran.

La jaula dorada

De hecho, el vicepresidente andaluz tiene un problema serio de visibilidad. Toda la que le sobra al presidente Moreno y al portavoz Bendodo, le falta al vicepresidente Marín, un desequilibrio que este no puede no conocer pero al que no es fácil poner remedio. Ciudadanos está atrapado en la dorada jaula institucional que él mismo se construyó al pactar la coalición con el Partido Popular.

Da la impresión de que los naranjas obtuvieron mayor rendimiento político de su acuerdo de legislatura con los socialistas entre 2015 y 2018 que el que están obteniendo con el Gobierno de coalición formado con los populares en 2019. Los consejeros de Ciudadanos no solo están ‘desaparecidos’, sino que cuando aparecen tienen muchas dificultades para marcar perfil político, ideológico y programático propio. 

Además de jugoso, el lapsus de ayer del vicepresidente Marín es políticamente revelador porque condensa en una sencilla frase –“Cedo la palabra al vicepresidente”– una situación compleja: una situación sobre la que Ciudadanos debería reflexionar. Sin pretenderlo, el vice naranja encendió la lucecita roja a la que él y los suyos harían bien en prestarle atención.