Todo indica que Teresa Rodríguez va a tener muy difícil lograr su propósito de que en el Congreso de los Diputados que salga de las urnas el 10 de noviembre vuelva a haber un grupo parlamentario específicamente andaluz, como ya lo hubo en 1979 cuando el Partido Andalucista de Alejandro Rojas Marcos logró formarlo con solo cinco escaños merced a una negociación con Adolfo Suárez a cambio de respaldar la investidura de este.

Tras haber intentado el día anterior la portavoz adjunta Ángela Aguilera allanar el camino, la líder de Podemos Andalucía lanzaba ayer su envite nacionalista con este mensaje en Twitter:  “Desde el año 79 no hay un grupo andaluz en el Congreso. Cataluña, Galicia, Euskadi, País Valenciano, Canarias y Cantabria consiguen poner sobre la mesa sus asuntos en Madrid ¿por qué Andalucía no?”.

El 'Régimen de Vistalegre II'

Son demasiados, sin embargo, los obstáculos que Rodríguez tendrá que esquivar para alcanzar esa ansiada meta que equipararía a la sección andaluza de Podemos con los ‘independizados’ gallegos de En Marea y catalanes de En Comú.

El particular ‘procés’ emprendido –con determinación pero siempre dentro de la ‘ley’– por la líder andaluza supone, al fin y al cabo, una impugnación en toda regla del ‘Régimen de Vistalegre II’, cuando Pablo Iglesias se hizo con todo el poder interno tras sumar, frente a Íñigo Errejón, un abrumador 89 por ciento de los votos de las bases moradas.

Un porcentaje no mucho mayor, por cierto, que el contundente 75 por ciento conseguido por Rodríguez en las primarias de Podemos Andalucía celebradas el verano pasado: si a Iglesias le sobra legitimidad, desde luego a Rodríguez no le falta. 

Jacobinos pese a todo

El primero de esos obstáculos es interno y se llama Izquierda Unida-Convocatoria por Andalucía-Los Verdes (IUCA-LV), la segunda pata gracias a la cual fue posible armar la confluencia Adelante Andalucía, que Rodríguez quiere que sea la marca electoral que sustituya a la de Unidas Podemos el 10 de noviembre.

Como sucede en el Partido Socialista y en otras fuerzas tradicionales de izquierdas, la cultura política fuertemente jacobina de Izquierda Unida y del Partido Comunista no ve con buenos ojos la deriva nítidamente confederal de Rodríguez, líder indiscutible de Podemos Andalucía pero cuya figura levanta en IULV-CA unos recelos que en el pasado amortiguaba con buena mano izquierda Antonio Maíllo, pero que ahora son compartidos tanto por la dirección de la federación de izquierdas como por la del Partido Comunista de Andalucía.

¿Perder Andalucía?

A ese obstáculo local se suma uno nacional, todavía de mayor envergadura: la dirección de Podemos que lidera Pablo Iglesias no está dispuesta a ‘perder’ Andalucía.

Sin jurisdicción propia en Cataluña, el País Vasco ni Galicia; con menos del 10 por ciento de apoyo electoral en Valencia, donde Compromís es el referente indiscutible a la izquierda del PSOE; con pocas esperanzas de recuperación en las dos Castillas; y con una fuerte fragmentación interna en Madrid, institucionalizada tras el portazo de Íñigo Errejón, Pablo Iglesias nunca aceptará de buen grado la desvinculación orgánica y parlamentaria de Andalucía, que en las elecciones del 28 de abril aportó 9 de los 33 diputados que ganaron su escaño bajo la marca específica de Unidas Podemos.

El sueño del 79 

Por lo demás, la fórmula magistral que propone Rodríguez, aun siendo perfectamente racional, está compuesta por dos ingredientes hoy por hoy prácticamente imposibles de combinar: ‘papeleta de unidad’ y ‘grupo propio’. A apenas un mes y medio de las elecciones, solo el consenso de los tres principales actores –Teresa Rodríguez, Pablo Iglesias e Izquierda Unida– permitiría hacer efectiva la deriva confederal que pretende la líder andaluza.

Mientras tanto, el envite de Rodríguez sí cuenta, en cambio, con el aplauso de los nacionalistas de izquierdas que se integraron en Adelante: Primavera Andaluza e Izquierda Andalucista, formaciones ambas muy minoritarias pero herederas de un andalucismo progresista que desde hace años pugna voluntariosamente por plantar de nuevo la bandera blanquiverde en el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo.