A escote vamos a crear un Banco Malo, un caco con muchas facultades, que pueda acumular toda la carga de los activos tóxicos de los bancos buenos. Los buenos y los malos, faltan los bancos feos para alinear la banca dentro de los espaguetis western.

Este aliviadero de la sangría del ladrillo llega tarde y mal como su nombre indica, cuando los que funcionan a toda pastilla son los bancos de alimentos, para aliviar la canina del personal.

Cuando el banco malo inicie sus andanzas de bisturí financiero, muchas entidades bancarias buenas dejarán de serlo, y sus ejecutivos, consejeros, se balancearan ante la opinión pública al ritmo del desajustes de sus balances.

Los irlandeses que tienen su banco malo a toda marcha, van a recuperar parte del paisaje enladrillado arrasándolo, los malos del banco han descubierto su incapacidad para vender tantas obras nuevas que ocultan su panorama. Así que polvo eres y en solar te vas a convertir. Y a hacer postales del turísticas de los solares para que no le cueste en exceso al contribuyente los años de afición a la arquitectura.

Los sufridores y seguidores de la crisis, es decir, todos los que nos mantenemos en vilo, han conocido la euforia gestora con la que las divisiones inmobiliarias de los bancos españoles están saldando los activos tóxicos, en algunos casos los alegrones van por ventas en el 70 por ciento menos del precio inicial de venta de las viviendas, atendiendo a la lógica del mercado. Espero que mi Banco Malo no mejore a los compradores de gangas en la fijación de precios de los activos dañados ¡atentos! Porque el dinero público nos hace menos resistentes a la hora de gastarlo.

El ministro de Guindos no tenía en su hoja de ruta la creación de este ser maligno, pero qué sirve de su hoja de ruta, ante el vil mercado de la deuda, la lectura de su brújula económica lo mantiene “ennortao”; y de nuevo corrige y nos previene que el adefesio bancario no nos costará un euro, sinónimo en su previsiones que nos puede costar algunos millones más la milonga.

Tarda en llegar la salida de este huracán financiero, mientras los exgestores de Goldman Sachs, mercenarios-mercedarios para la ocasión, van sumando los timones de los gobiernos en crisis del sur de Europa, y los centros neurálgicos del euro. La desesperanza que han orquestado estos “goldmanoides” frente a los logros del estado de bienestar, hace que se vislumbren como irremediables sus recetas de recortes. No obstante, -torres más altas caído-, y muros, pero nos convendría tener clara la idea de hacia dónde empujamos, ante tanta hojarasca bolsista, para evitar accidentes.