El Partido Socialista de Andalucía ha fracasado en su intento de convencer al resto de formaciones políticas de que habría que aislar al ultraderechista Vox. Como cabía esperar en tanto que principales beneficiarios de una alianza con el partido de Santiago Abascal, ni PP ni Ciudadanos quieren oír hablar de cordón sanitario alguno sobre Vox, el único partido que puede darles el Gobierno andaluz.

Más bien está sucediendo todo lo contrario: que el aislado es el PSOE. Lo verbalizaba con precisión ayer en su cuenta de Twitter el consejero de Hacienda en funciones de la Junta de Andalucía, Antonio Ramírez de Arellano: “El PSOE ha ganado las elecciones en Andalucía. Por qué no apoya Cs al PSOE y se abstiene el PP? Si se lee el pacto PP-Cs, el discurso es la construcción de un ‘cordón sanitario’ sobre el PSOE, no sobre Vox”.

Valls tiene un problema

Era la respuesta del consejero y exrector de la Universidad de Sevilla al candidato naranja a la alcaldía de Barcelona, Manuel Valls, que en su cuenta de Twitter había enviado previamente este mensaje a los socialistas andaluces: "Tienen que abstenerse para dejar gobernar a PP y Cs. Eso sí que sería responsable y no jugar con Vox".

Para Valls, candidato municipal por una plataforma en la que está integrado Cs, una alianza tácita de los naranjas con el partido neofranquista en Andalucía supondría un pesado lastre para su aspiración a gobernar Barcelona. Los socialistas catalanes le están metiendo presión en ese sentido al exigirle que rompa con Cs.

La suma pendiente

En todo caso y más allá del intercambio de argumentos en las redes sociales, los socialistas andaluces ni siquieran han logrado hasta ahora visibililizar los 50 diputados –33 PSOE y 17 Adelante Andalucía– con que cuenta la izquierda en el Parlamento, para ponerlos en contraste con los 47 que suman PP y Cs.

Al mantra de Ciudadanos repitiendo una y otra vez que ellos reúnen 47 con el PP y quien quiera que se sume, el PSOE no ha podido oponer que ellos reúnen 50 con Adelante Andalucía y quien quiera que se sume.

De hecho, la única opción efectiva que Susana Díaz tiene de que su nombre entre en el bombo de la investidura –junto con el del popular Juama Moreno– es que AA acepte sumar sus votos con los del PSOE y la líder socialista pueda así reclamar a la presidenta del Parlamento, Marta Bosquet, que la mandate para intentar la investidura.

En ese caso, Moreno tendría que llamar a la puerta de Bosquet demostrando que cuenta con los 47 escaños de PP-Cs más los 12 de Vox, una suma que Cs no quiere airear porque se evidenciaría ese pacto formal con los ultras que tanto preocupa a Albert Rivera y tanto teme Manuel Valls.