Si la actitud del PP en las negociaciones para formar gobierno en Andalucía hubiera que resumirlas con el título de una película, esta sería ‘Deprisa, deprisa’, de Carlos Saura. Y si hubiera que sintetizar la de Ciudadanos con el título de un libro, este sería ‘Elogio de la lentitud’, el éxito mundial de ventas de Carl Honoré. Juanma Moreno tiene mucha prisa y Juan Marín no tiene ninguna.

Tras la reunión mantenida este lunes en el Parlamento de Andalucía por las delegaciones de ambos partidos, las comparecencias de prensa de Marín primero y de Moreno después han evidenciado las diferencias de tempo entre ambas formaciones.

De tempo y de estrategias: Moreno quiere que el día 27, fecha de la constitución del Parlamento, PP y Ciudadanos tengan cerrado un acuerdo de tres patas: programa político, composición del Gobierno y Mesa del Parlamento.

Dos estrategias

En lo puramente programático no parece que haya diferencias significativas; sobre el Gobierno y la Mesa no se sabe si las hay, aunque al PP le impacienta un poco la insistencia de Ciudadanos, que los populares consideran condenada al fracaso, en que el Partido Socialista santifique con su abstención el pacto y así no tener que apoyarse en Vox.

Moreno lo explicaba así la conducta algo paradójica de su futuro socio: “Cs busca la participación del PSOE en el cambio y nosotros creemos que no es posible hacer el cambio con aquel que queremos cambiar. Cs reitera sus invitaciones al PSOE, pero es casi imposible que el PSOE apoye a Cs. No obstante, forma parte de su estrategia y nosotros la respetamos”.

Aunque sereno y confiado en el éxito de las conversaciones, Moreno no podía disimular una ligera decepción. No acaba de entender bien el remoloneo de los naranjas. Ciertamente, estos no desean que Vox entre en el pacto político para desalojar al PSOE, pero a los populares les parece que los votos de la ultraderecha serán absolutamente necesarios si PP y Cs quieren gobernar la Junta de Andalucía.

Cómo seducir al PSOE

El desconcierto del PP y sus prisas por cerrarlo todo cuanto antes no preocupan demasiado a Ciudadanos. Juan Marín decía a los periodistas que quiere llegar a un acuerdo con el PSOE, además de hacerlo con el PP, para la Mesa del Parlamento, aunque no revelaba qué estaría dispuesto a dar a cambio para hacer posible esa hoy por hoy bastante inverosímil alianza de “constitucionalistas”.

Como argumentaba no sin razón Moreno, es poco probable –por no decir imposible– que los socialistas vayan a evitarle a Cs el temido trago de aliarse con Vox para materializar el cambio político en Andalucía. Un cambio, insiste Marín sin citar a Vox, que “solo puede venir de PP y Cs, y si el PSOE lo bloquea será su responsabilidad”.

El problema es Vox

De las intervenciones de ambos líderes se desprende que las negociaciones van por buen camino y que el grado de entendimiento y sintonía es elevado. ¿Dónde está entonces el problema? En Vox.

El PP se siente cómodo con los ultras de Santiago Abascal, mientras que Cs teme que los electores le hagan pagar un alto precio por esa alianza. Por eso intentan evitarla o postergarla a toda costa. Si al final entra Vox en el acuerdo, que el mundo sepa que los de Rivera se resistieron todo cuanto les fue humanamente posible, pero el resentimiento socialista los echó en brazos de la extrema derecha.