El Partido Popular Andaluz se ha convertido a la fe andalucista. Y lo ha hecho, lo está haciendo, a lo grande, sin complejos, con acompañamiento de fanfarrias y tambores: la declaración oficial del 4 de Diciembre como Día de la Bandera de Andalucía está siendo minuciosamente fortificada con una batería de actos sociales, culturales, institucionales y educativos, a los que se añade una campaña intensiva en medios audiovisuales llamando a los andaluces a “llevar Andalucía por bandera” colgando enseñas blanquiverdes en sus balcones y, finalmente, un acto el próximo domingo en el palacio de San Telmo con discurso institucional incluido del presidente Juan Manuel Moreno.

Paradójicamente, en la campaña publicitaria que estos días es imposible no escuchar en las emisoras de la comunidad la voz femenina que locuta el texto no es andaluza, ni tampoco intenta parecerlo aspirando alguna que otra sílaba. El andalucismo de San Telmo aún no ha llegado al habla propia del sur, un olvido en favor de la dicción puramente castellana que ya fue muy criticado en las campañas institucionales programadas en la anterior legislatura con motivo del Día de Andalucía, cuando el fervor por la bandera y el 4-D aún no había impregnado los muros de San Telmo.

De hecho, la diputada de Adelante Andalucía Maribel Mora ya se ha puesto en contacto con Presidencia para pedir que se modifique “de manera inmediata el spot y que lo graben en andaluz, ya que desde las instituciones hay que fomentar y promocionar la variedad lingüística andaluza”.

La oposición de izquierdas sospecha que se trata de una fe de conveniencia que el PP no habría abrazado si su mayoría parlamentaria dependiera, como en la anterior legislatura, de Vox, pero no sería la primera vez que en política el hábito hace al monje, de modo que lo que comienza como disfraz, impostura o ventajismo acaba como sincera conversión. 

Hasta la consecución de su primera mayoría absoluta, el pasado 19 de junio, ni el Partido Popular de Juan Manuel Moreno ni el de sus antecesores Javier Arenas, Juan Ignacio Zoido o Teófila Martínez habían mostrado fervor alguno por los símbolos de la autonomía, conscientes de no haber borrado del todo sus culpas por boicotear un proceso autonómico que tuvo en las fechas del 4 de diciembre de 1977 y del 28 de febrero de 1980 sus dos jornadas más legendarias. En ninguna de ellas tomó parte activa la derecha; o sí lo hizo, pero para oponerse con saña al clamor popular mayoritario que cuatro décadas después sus herederos patrimonializan sin pudor.

En la rueda de prensa del martes pasado tras el Consejo, el portavoz del Ejecutivo, titular de Medio Ambiente y exalcalde de la capital de la provincia menos autonomista de Andalucía, el almeriense Ramón Fernández-Pacheco, proclamaba que “Andalucía tiene hoy el Gobierno más andalucista de su historia” porque "representa a todos los andaluces, no excluye a nadie y defiende con uñas y dientes a esta tierra”. Y porque ya no depende de Vox, pensarían con sorna no pocos de quienes lo escuchaban. "Parecemos la Diada y Moreno se cree un lehendakari”, se mofaba el portavoz de Vox Manuel Gavira.

Un museo al servicio de la causa

El Museo de la Autonomía, creado a instancias del Partido Andalucista cuando gobernaba en coalición con el Partido Socialista, también está desplegando un amplio programa en torno al 4-D en el que destaca una exposición –organizada por la Fundación Centro de Estudios Andaluces– de folletos, libros, artículos de prensa y carteles sobre la autonomía, con la particularidad de estar fechados entre 1915 y 1980

Situar el tope temporal en este último año –dejando fuera la tramitación y aprobación en referéndum, en octubre de 1981, del Estatuto de Autonomía– permite esquivar el protagonismo político del Partido Socialista en la década de los 80, cuya exhibición habría resultado embarazosa en la muestra comisariada por una institución dependiente de la Consejería de Presidencia.

Otro acto relevante de los programados por el Museo de la Autonomía es el diálogo sobre la movilización del 4-D que este viernes mantendrán el director del Centro de Estudios Andaluces, Tristán Pertíñez, y el cofundador del Partido Andalucista y exalcalde de Sevilla Alejandro Rojas Marcos, a quien, entre la adulación y la hipérbole, la información institucional del museo sobre el acto define como “testigo a la par que muñidor de estos hechos que cambiaron la historia de Andalucía”. Pese a haber tenido las izquierdas un papel absolutamente determinante en el multitudinario éxito del 4-D, ninguna de su voces estará presente en la mesa.