Cuando el presidente del Gobierno pronunciaba el viernes por la mañana su discurso en el Senado sobre la aplicación en Cataluña del artículo 155 de la Constitución, hubo muchos socialistas que en ese momento se sintieron profundamente incómodos.

Era el suyo un sentimiento embarazoso. ¿Les parecía mal lo que estaba diciendo Rajoy? En absoluto. Todo lo contrario. Su problema no era que estaban en desacuerdo con el presidente; su problema era…¡¡¡que estaban de acuerdo!!!

El PP nos roba

Un alto mandatario socialista andaluz lo confesaba en conversación privada con EL PLURAL: “Rajoy se ha quedado con nuestro discurso sobre la Constitución y la unidad territorial. Ha dicho lo que nosotros no teníamos que haber dejado de decir en ningún momento”.

Aludía el dirigente socialista a los vaivenes y ambigüedades que en su opinión había aireado la dirección federal del PSOE al meterse en el jardín de la plurinacionalidad “para contentar al PSC porque le permitió a Pedro Sánchez ganar las primarias”.

Una imagen debilitada

Este punto de vista, no exento de una pátina de resentimiento, está bastante generalizado entre los socialistas andaluces, todavía no recuperados psicológicamente del todo de la derrota sufrida por Susana Díaz.

No obstante y aunque en ese juicio inevitablemente se mezclen consideraciones orgánicas, la convicción más extendida en el PSOE-A es que las vacilaciones territoriales de Pedro Sánchez y sus comprometidos coqueteos con Pablo Iglesias han debilitado la imagen del partido como garante indiscutible de la cohesión y la igualdad, cediendo esa bandera al Partido Popular y a Ciudadanos.

¿Empieza la campaña?

“Rajoy ha empezado la campaña”. Esto opinaba en privado otra persona con altas responsabilidades orgánicas e institucionales minutos después de haber escuchado el discurso del presidente en la Cámara Alta. Para un socialista clásico, y en Andalucía casi todos lo son, era difícil estar en desacuerdo con frases y reflexiones de Rajoy como las siguientes:

“En Cataluña se ha aprobado una nueva legalidad sin competencia alguna para hacerlo. Ha sido probablemente la mayor burla a la democracia que hemos visto desde la aprobación de la Constitución (…) ¿Qué dirían ustedes si esto ocurriera en esta Cámara o en el Congreso? (…) ¿Qué harían los más importantes países europeos si una de sus regiones les convocase un referéndum de independencia? (…) Liquidar la ley rompe las familias, acaba con amistades de años (…) Lo único que se puede hacer, y se debe hacer, es acudir a la ley. Por eso hemos puesto en marcha el artículo 155 de la Constitución (…) No estamos ante una cuestión de partidos (…) No es Cataluña en exclusiva lo que está sobre la mesa (…) el desafío afecta a España entera, a sus leyes, a sus principios y a sus reglas de convivencia”.

Debilidades y virtudes

Rajoy no solo dijo todo eso, que pocos socialistas discutirían, sino que, en opinión de las personas consultadas, convirtió sus debilidades en virtudes y sus errores en aciertos.

¿Cuándo? ¿En qué momento de su discurso? “Pues por ejemplo cuando justificó su indecisión y su inmovilismo diciendo había quienes le metían prisa, pero que él había sabido aguantar las presiones y esperar al momento adecuado”.

Una carta en la manga

A la hora en que tenían lugar estas conversaciones aún no se conocía la última y decisiva carta que Rajoy se había guardado en la manga: la convocatoria inmediata de elecciones en Cataluña, para el 21 de diciembre.

La fecha tan temprana desarbola el argumento de que el líder conservador quería intervenir la autonomía catalana sine die, dentro de un proceso de recentralización que estaría en el ADN del Partido Popular.

El gran olvido

La convocatoria inmediata de elecciones ha engrandecido la figura de Mariano Rajoy. Olvidados quedan, para enojo y desaliento de tantos socialistas, los casos de “corrupción estructural del PP, nuestros roldanes y filesas eran un juego de niños comparado con esto; su ceguera con Cataluña, los recortes sociales y laborales… ¡No va a pagar ningún precio por todo eso!”.

Socialistas consultados temen que si finalmente el PVN no le aprueba los Presupuestos al Gobierno –aunque no está del todo claro que no acabe haciéndolo–, Mariano Rajoy se decidirá a adelantar las elecciones generales. Para ganarlas, por supuesto. Aunque admiten que Ferraz rectificó los errores iniciales en el zafarrancho territorial, piensan que “el PSOE ha cedido al PP un terreno que siempre fue nuestro”.