Los políticos andaluces más veteranos admiten que las movilizaciones multitudinarias del 4 de diciembre de 1977 tuvieron mucho de reacción –no espontánea pero sí genuinamente popular– contra la virtual configuración de un modelo de Estado con territorios de primera (Cataluña y el País Vasco) y de segunda (todos los demás).

La consecuencia política de aquel millón y medio largo de andaluces que salieron a las calles fue la inclusión en el borrador constitucional del artículo 151, que preveía un procedimiento especial de acceso a la autonomía plena, si bien con unos rigurosísimos requisitos que solo Andalucía logró cumplir cuando votó masivamente en el referéndum fundacional del 28 de Febrero de 1980.

Andalucismo y catalanismo

A esa memoria se remite en último término el profesor de Economía Pública de la Universidad de Sevilla y defensor de la ponencia económica en el 39 Congreso Federal del PSOE, Luis Ángel Hierro, para hacer este contundente diagnóstico: “¿Nación? ¿Nacionalidad? Me da igual cómo se llame Cataluña o se llame el País Vasco, pero yo quiero lo mismo”.

¿Pero acaso Andalucía se quiere marchar de España? “No, el nacionalismo nuestro, el andalucismo se fundamenta en el agravio. Si se genera una situación de agravio, Andalucía salta; si le tocan ese sentimiento de agravio, Andalucía se pone en pie”. Y añade a modo de conclusión: “El andalucismo tiene más potencia que el catalanismo porque no va contra nadie”.

Ser más, ser menos, ser iguales

Hay bastante consenso en los partidos andaluces sobre el hecho de que la Comunidad no debe quedar por detrás de ninguna otra de España en derechos políticos en general y de autogobierno en particular. Donde sí hay diferencias es en el debate sobre el derecho de autodeterminación, que Podemos e Izquierda Unida apoyan sin reservas, aunque sectores de esta ultima ponen más énfasis en la legalidad de los procedimientos para ejercer ese derecho, mientras que PP, Ciudadanos y PSOE ni siquiera se plantean seriamente esa posibilidad.

La divisa de los socialistas andaluces en el debate territorial es ‘Andalucía no quiere ser más que nadie pero tampoco menos que nadie’. Pero justamente lo contrario es lo que parecen querer todos los partidos catalanes a excepción del PP y Ciudadanos.

¿Todos? ¿También el PSC? También el PSC, defensor mucho antes que Podemos del derecho a decidir aunque siempre pactado y nunca por las bravas. Otra cosa es que los morados hayan acabado arrebatándoles esa bandera al ambivalente PSC esa bandera del referéndum pactado.

¿Una negociación bilateral?

En privado, un profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla expresaba así el dilema: “Andalucía tiene mucho peso histórico, político y demográfico pero, al contrario que Cataluña, Andalucía no se quiere ir. Lo que se avecina es una negociación bilateral del Estado con Cataluña; otra cosa es que en esa negociación no pueda alcanzarse ningún acuerdo al que Andalucía no dé su visto bueno”.

Pero lo que en Andalucía está muy claro para mucho gente no lo está tanto para quienes hace política desde Madrid, y no digamos desde Barcelona. “Hay gente en Ferraz que no entiende a Andalucía, no tienen ni idea, si la tuvieran Pedro Sánchez no habría cometido el error de excluirnos cuando nombró a las naciones que hay en España, en realidad no saben de qué va esto ni qué ocurrió el 4D y el 28F “.

La catalanización del PSOE

Quien así opina es un alto dirigente del PSOE andaluz, que prefiere el anonimato para poder hablar con más libertad y decir cosas como esta: “Ha habido una cierta catalanización del partido sin tener en cuenta las consecuencias de ello en todo el país”.

Este responsable advierte también: “No se dan cuenta de que en este tema es imposible un acuerdo donde no esté Andalucía”. Aunque no la expliciten con tanta claridad, esa opinión es también compartida por el PP y Ciudadanos.

¿Pero acaso las discrepancias entre la dirección federal y la dirección en el tema territorial no son una derivada más del enfrentamiento entre Susana Díaz y Pedro Sánchez? Responde a la pregunta un diputado que en el pasado ostentó altas responsabilidades en el partido: “A ver si se entera la gente que los socialistas andaluces llevamos 40 años defendiendo lo mismo, lo que ganamos el 4D y el 28F; nuestra bandera nada tiene que ver con Pedro o no Pedro”.

El embarazoso artículo 2

En Podemos el discurso territorial no tiene la unanimidad que sí parece tener en otros partidos. La presidenta andaluza Susana Díaz lo sabe y por eso intenta que se evidencien esas contradicciones cuando debate con la líder de Podemos, Teresa Rodríguez.

Es lo que hizo la presidenta esta semana en la sesión de control parlamentario, cuando le preguntó a Rodríguez en varias ocasiones si estaba de acuerdo con el artículo 2 de la Constitución, que consagra la unidad de España. Para Rodríguez es una pregunta embarazosa porque no todos los diputados de su grupo parlamentario ni todos los votantes de Podemos piensan lo mismo.

Una fuente de autoridad

La coordinadora de la formación morada ha citado en alguna ocasión como fuente de autoridad al parlamentario de Podemos y catedrático de Filosofía del Derecho José Luis Serrano, fallecido a principios de 2016 y una de las mentes más lúcidas y sólidamente formadas de Podemos. Pero es que también desde el PSOE se ha citado más de una vez a Serrano como prueba de que “no todos dicen lo mismo en Podemos”.

En un aplaudido discurso pronunciado en septiembre de 2015 en la Cámara andaluza, el profesor exponía en estos términos su matizado punto de vista: “Estado de derecho no es lo mismo que democracia. En un Estado de derecho no se puede decidir todo, ni siquiera por mayoría, ¿sobre qué no se puede decidir?, pues sobre los derechos humanos y los derechos fundamentales. Este Parlamento puede decidir que yo no puedo pensar lo que quiera, será una decisión democrática pero es antijurídica porque eso no lo puede decidir ni el Parlamento mas democrático del planeta”.

Serrano también criticaba a quienes identifican “Estado de derecho con cohesión de España”, una tesis que él asociaba con “la doctrina administrativista del franquismo mas antiguo”, para el cual “el Estado de derecho tiene que estar supeditado al orden”.

‘Cataluña no es Asturias’

Otra de los políticos consultados, destacado militante socialista aunque sin cargo institucional, hacía este descarnadísimo retrato de la cuestión catalana: “En todos los Estados la regla es clara: el que entra no sale; ningún país deja una vía de salida. Afortunadamente, Cataluña no es Asturias. Estos procesos funcionan así si pierdes: o te aguantas o te echas al monte, y no veo a los catalanes echándose al monte. Cataluña no es Asturias en el sentido de que los catalanes no son montañeses dispuestos a poner muertos encima de la mesa para conseguir lo que quieren. En Cataluña solo dan problemas de verdad desde hace 150 años los anarquistas, cuya heredera es ahora la CUP, pero son muy minoritarios. ¿Si es viable pactar entre todos el derecho de autodeterminación? Podemos hacerlo, pero con condiciones: tiene que apoyar la secesión un 70 por ciento del censo, hay que repetir el referéndum tres veces más con una diferencia de cinco años entre cada consulta…”.

Un patrimonio andaluz

Los políticos andaluces saben bien hasta qué punto la cuestión territorial es endiabladamente complicada, dado el cruce de legitimidades que tiene lugar en ella y que tan bien sintetizó el diputado de Podemos José Luis Serrano.

El diagnóstico que expuso hace dos años en el Parlamento de Andalucía es compartido por gran parte de la clase política andaluza, pero seguramente no sería tomado demasiado en serio en el Parlamento de Cataluña: “El 4D y el 28F son el patrimonio constitucional andaluz; Andalucía pidió no ser como las demás, sino ser como la que más, nuestra aportación fue constituirnos como sujeto federable y al mismo nivel que las comunidades históricas”. Todo eso es verdad… pero Andalucía no quiere ‘echarse al monte’.