Cuando se piensa en el lugar más contaminado de la Tierra, la mente se va inmediatamente al infierno radioactivo de Chernóbil, con sus imágenes grabadas por las televisiones de todo el mundo pese a los cientos de roetgens ambientales o los espeluznantes testimonios recabados por la premio Nobel Svetlana Aleksiévich. Pero es un error. Ni de lejos Chernóbil es el lugar mas contaminado del planeta. Ese sitio es Agbogbloshie, cerca de Accra, la capital de Ghana.

Un vertedero como síntoma

Agbogbloshie es el ejemplo perfecto del trato que la civilización occidental tiene con África. Primero, se le expolian los recursos naturales, de los que el continente es muy rico, a costa de mantener guerras civiles o de desastres medioambientales como en el delta del Níger. Después, estos materiales, una vez manufacturados, se convierten en bienes de consumo o de lujo en los países industrializados. Cuando ya no sirven, vuelven de nuevo a África en modo de productos de segunda mano, en ocasiones incluso etiquetados como ayuda al desarrollo, cuando en realidad son mero elemento de deshecho, para llenar los enormes vertederos que menudean entorno a las grandes urbes africanas. El de Agbogbloshie es un inmenso basural de aparatos tecnológicos inútiles. Miles de toneladas de ordenadores, televisores, frigoríficos, y móviles provenientes de Europa Occidental y Estados Unidos que acaban vertidos en este lugar.

250.000 toneladas de basura tecnológica

Cada año, Ghana importa cerca de 215.000 toneladas de material electrónico usado, de la que más de la mitad pasa directamente a este tipo de vertederos. Miles de personas, en situaciones de absoluta miseria, los recorren cada día en busca de componentes que poder vender. Uno de los más cotizados es el cobre, pero para separarlo de la protección que lo cubre, los rebuscadores queman los cables, generando enormes cantidades de partículas tóxicas principalmente de plomo, pero también cadmio, mercurio y otros metales pesados. Las más de 200.000 personas que viven de buscar entre esta basura del primer mundo y las que habitan en los alrededores se ven expuestas a tierras enfermas, aguas envenenadas y aire nocivo.

Contaminación desbocada

Según los estándares occidentales de seguridad, el límite de presencia de plomo en el suelo es de 400 partes por millón. En este vertedero de Accra se ha llegado a medir más de 18.000 partes por millón. Es difícil establecer cuáles son los efectos sobre la población, pues tampoco hay fondos para realizar análisis epidemiológicos, pero los primeros estudios están ya hablando de altas concentraciones de estos metales en la sangre y la orina de los habitantes de Agbogbloshie. Algunas ONG trabajan sobre el terreno tratando de instruir a los habitantes sobre métodos de extracción de los componentes más seguras para ellos al mismo tiempo que se organizan para sacar el mayor rédito posible a los elementos recuperados. Sin embargo, su trabajo choca con una dura realidad. Occidente genera este tipo de basura altamente contaminante cada vez a mayor velocidad y, por lo tanto, necesita enviarla en mayor cantidad a África. Se estima que en 2020, Ghana recibirá el doble de basura electrónica de las 215.000 toneladas actuales.