¿Recuerda usted aquello de "es un pequeño paso para un hombre pero un gran salto para la Humanidad? Pues algo parecido puede estar sucediendo en Gijón ahora mismo. 

Por supuesto, salvemos las distancias. No es que Asturias sea la Luna, por supuesto. Pero Gijón ha decidido ponerse a la cabeza en el terreno de la Smart City o ciudad inteligente

El proyecto puede parecer humilde -de ahí lo de "pequeño paso"-, pero sus implicaciones son más que relevantes. Las Smart Cities son una tendencia irrefrenable ya, dentro del avance, lento pero seguro, del IoT, el “Internet de las cosas”.

Las más de mil farolas que se han conectado en una red privada permitirán “unir la información de los dispositivos con la información de gestión”, según explica José Muñoz, responsable del proyecto para T-Systems, la empresa que ha colaborado con el ayuntamiento gijonés en la implantación de esta iniciativa. “Ahí es donde se van a notar los verdaderos beneficios para los ciudadanos: en la gestión de costes, tiempos de respuesta, etc. Por ejemplo, el ayuntamiento puede cruzar la información de consumo de la farola con la factura”, explica.

Muñoz asegura que el futuro de las Smart Cities pasa por la creación de una plataforma global “que agrupe a las Smart Cities, que genere sinergias entre los diferentes proyectos. Eso es lo que al final va a aportar gestión, optimización de procesos, mejora de servicios. Si no, son todo pilotos”. 

Una opinión que comparte Javier Yáñez, socio director de consultoría en Auren, una empresa de servicios profesionales que, entre otras cosas, ayuda a compañías e instituciones a gestionar este tipo de proyectos. “El problema que hay es que existen muchísimos actores dentro del mundo y no hay una plataforma o herramienta que aglutine todas las sinergias de todas las posibles actuaciones, desde el punto de vista de la inteligencia aplicable a los retos de movilidad, de transporte, energía, sostenibilidad, medioambiente…”

Para Yáñez, esa meta solo puede ser conseguida desde la colaboración. “La responsabilidad es de todos. En primer lugar, de las empresas, que son quienes tienen capacidad para desarrollar las soluciones. Pero entre todos tenemos que ser capaces de crear un estándar para que todos podamos utilizar los datos de todos”.

También Jose Illana, fundador de Quiero salvar el mundo haciendo marketing, la agencia organizadora de la edición española de Sustainable Brands, aboga por la coordinación entre todas las partes implicadas, además de la necesidad de dar un paso adelante en el papel de las empresas. “Se acabó ese patrocinio frío y utilitario por ambas partes. Es tiempo de sentarse a hablar sobre intereses comunes y voluntades reales de hacer mejores ciudades. Sólo desde el alineamiento entre las administraciones, los ciudadanos y las empresas seremos capaces de generar los cambios que nuestra sociedad necesita.”

Después de hablar con los expertos, se nos queda una sensación de que los “culpables” de que las smart cities no se acaben de desarrollar somos todos: las administraciones, que buscan réditos políticos; las empresas que se centran en sus propios intereses financieros; y, por qué no decirlo, de la propia ciudadanía, incapaz de organizarse para exigir que se pongan de acuerdo.