Bueno, pues ya está. Los Power Ranger no han aparecido y nadie ha podido salvarnos, así que Donald Trump ya ha jurado el cargo y es oficialmente presidente de los Estados Unidos. Atrás quedan ocho años de Barack Obama, un señor que habrá tenido sus defectos, pero que se va con un Nobel de la Paz bajo el brazo y dejando al menos el pabellón del carisma político por las nubes.

Quienes se preguntaban si lo de Donald Trump era pura fachada populista y se relajaría con el boato institucional, ya han podido comprobar este viernes que no. Ni siquiera en el acto más importante y público de su carrera presidencial ha sido capaz de contenerse, con lo que ya podemos esperar cualquier cosa durante los próximos cuatro años.

Que el presidente electo hable en su discurso de Dios es una tradición en Estados Unidos. Que mencione el terrorismo es algo que no ocurría desde la jura del cargo de Ronald Reagan -lo que ya da pistas-. Lo que no debe ser tan habitual es que, en presencia de su predecesor, Trump saque a pasear el populismo más esencial para descalificar el pasado y decir que “hoy devolvemos el poder de Washington a vosotros, el pueblo. Durante demasiado tiempo un pequeño grupo de políticos en el Capitolio ha amasado el poder mientras vosotros acarreabais con el coste. Washington florecía, pero los ciudadanos no participaban de los mismos beneficios”.

Aunque fuesen mentira, las acusaciones de que Donald Trump fue grabado en Rusia con unas prostitutas jugando a las precipitaciones escatológicas es una prueba del perfil del personaje. Al menos por aquello de se non è vero, è ben trovato. A Obama le acusaron de espiar a líderes internacionales, a Trump de que le espíen junto a prostitutas y orines. Del primero, nadie se habría creído una acusación de ese calibre; con el segundo, semejante estampa parece un martes cualquiera por la tarde en su ajetreada vida de lujos y excesos.

Entramos en una época donde los principales líderes mundiales, los dos personajes con más poder en sus manos, son un señor americano que apuesta por “agarrar a las mujeres por el coño” y un señor ruso al que le parecería lógico que, si Trump necesita prostitutas, acuda a las rusas “porque son las mejores del mundo”.

Vienen tiempos oscuros y uno sólo puede echarse a temblar. Eso, y pensar que vaya época que se está perdiendo el pobre Silvio Berlusconi.