La imagen de la jornada del juicio de las tarjetas Black ha sido la de una ausencia por desayuno. Los jueces se han visto obligados a retrasar sus preguntas a Gerardo Díaz Ferrán porque, según ha explicado su defensa, no había podido desayunar y había salido de la sala para ver si encontraba algo que llevarse a la boca. Puede que tener que enfrentarse de nuevo a la justicia, le habrá el apetito. Pero esto sólo ha sido la anécdota, porque Ferrán tenía mucho que explicar y, junto a él, su cuñado Arturo Fernández.

El compañero de pupitre de Esperanza Aguirre, ha defendido este jueves en la Audiencia Nacional que el expresidente del Grupo Marsans Díaz Ferrán utilizara la tarjeta de Caja Madrid de forma casi exclusiva en restaurantes de su propiedad, y ha negado que se tratase de "un acuerdo de financiación" entre ambos.

A preguntas del fiscal Anticorrupción, Fernández ha respondido que Díaz Ferrán era un cliente "de toda la vida, que consumía en la cadena", donde además celebraba "muchas reuniones de trabajo". ¿Qué por qué le pagaba cifras redondas y frecuentes? Pues porque prefería pagarle por adelantado, no deberse dinero y, luego, al llegar el fin de mes, echar cuentas para quedar en paz.

Una "práctica habitual", ha indicado el que fuera presidente de la patronal madrileña CEIM, ya que Díaz Ferrán. "Era un magnífico cliente, y por suerte para mi consumía en mis restaurantes", ha añadido el cuñado.

Más de 45.000 en los restaurantes de Arturo

Gran parte de las declaraciones de este jueves de los acusados se han centrado en intentar desprestigiar los Excel aportados por Bankia, un aprueba clave del caso en el que se enumeran y relatan los gastos que hizo cada persona que ahora se sienta en el banquillo. Todos con sus tarjetas opacas.

En dichas hojas de caculo consta que Díaz Ferrán gastó más de 45.000 euros en los restaurantes de su cuñado del Grupo Cantoblanco y otros como el Edelweiss o Hispano Bar Buffet. Sorprende que fueran pagos con cifras muy elevadas y siempre redondas. En ocasiones 1.200 euros, en otras 1.600, 1.800… ni euro arriba, ni abajo.

Fernández ha asegurado que cuando se la entregaron preguntó "si tenía que aportar algún justificante y si fiscalmente tenía que ocuparme", a lo que le respondieron que era la propia entidad la que se encargaba, emitiendo unos certificados que posteriormente usaba para hacer la declaración de la renta. Para rematar, se ha presentado como un defensor de “los intereses de los empresarios de Madrid, que pedían un crédito y tenían problemas".