Preguntó a la vecina si podía cuidarle al niño, que tenía que ir a trabajar y nadie con quien dejarle. La vecina aceptó hacer el favor. Por la tarde regresaría y recogería a su hijo, de 8 años. Ese era el pacto. Pero las horas pasaron y la mujer no volvía. La vecina inició entonces una cadena de llamadas telefónica, a las que nadie contestaba. Era el 30 de julio.

Del temor a la indignación de sus familiares

Angustiada por lo que hubiera podido pasarle, la mujer acabó por llamar a la Guardia Civil del municipio, la madrileña localidad de San Martín de Valdeiglesias. Se inició entonces una búsqueda que llevó, según cuenta el diario ABC, a un hermano de la desaparecida, Patricia B.J., de 45 años. El hombre pasó a tener la custodia del sobrino al tiempo que ponía una denuncia por la separación de su hermana, que seguía ilocalizable.

De hecho, en la empresa, a la que se suponía que había acudido a trabajar desconocían igualmente su paradero. La búsqueda entre sus amistades conocidas tampoco había dado resultado. Familiares y amigos empezaron a temer lo peor.

Pero de repente, el 5 de agosto, a una de las llamadas que seguían haciendo a su teléfono, de repente contestaron. Y era la propia Patricia B.J. la que respondió. Quienes llamaban eran los agentes de la Guardia Civil. La respuesta de la mujer les dejó perplejos: había pasado ese tiempo de juerga por el madrileño barrio de Lavapiés bebiendo.

Aún tenía cuerpo de fiesta

Tanto había bebido, explicó la mujer, que incluso había tenido un episodio de deliriun tremens. Y se excusó en ello para decir a los agentes que no iba a poder hacerse cargo de su hijo. Cuando se le pasara ya acudiría al cuartel para hacerse cargo del menor, por el que, según los agentes, en ningún momento preguntó. Entró entonces en una discusión con los guardias, que le advirtieron de las consecuencias legales de su comportamiento, a pesar de lo cual Patricia B.J. se negó a acudir a hacerse cargo de su hijo, así como a decirles dónde se encontraba.

Las amenazas de los miembros de la Guardia Civil fueron haciéndose cada vez más contundentes hasta que, por fin, la mujer cedió y se presentó en el cuartel de la Guardia Civil, donde la han detenido por abandono de menor. El juez posteriormente la puso en libertad mientras se celebra el juicio.