“Todos ustedes son unos hipócritas”. Daniel De Alfonso, que se considera como “una cabeza de turco”, les ha dicho a los parlamentarios catalanes que son unos hipócritas. Convocado por el Parlament, que piensa exigir su revocación (menos el grupo del PP), no ha ido a defenderse, al contrario, ha ido a atacar. Ante la estupefacción de sus señorías, que pensaban encontrarse con un funcionario sobrepasado por el huracán que ha provocado la filtración de sus conversaciones en 2014 con el Ministro del Interior Jorge Fernández Díaz, el todavía director de Antifraude les ha dicho de todo.

En medio de un silencio sepulcral, el responsable de combatir el fraude de los partidos en Cataluña ha dicho cosas que jamás se habían escuchado en la cámara catalana, tan proclive al sesteo y la complacencia. Nada que ver con la comparecencia de Jordi Pujol o Marta Ferrusola. Su “yo acuso” iba directamente al meollo de la clase política actual. Ha declarado haberse reunido con dirigentes de todos los partidos del parlamento autonómico, a excepción de las CUP.

Nadie le acusará de tener pelos en la lengua. Ha embestido directamente contra Albert Rivera, del que ha dicho que en la reunión que mantuvieron éste le dijo que le apoyaría “siempre y cuando les facilitara alguna cosa”. Y ha añadido que las reuniones con dirigentes del PSC, Catalunya Sí que Es Pot, Junts pel Sí y PP han sido habituales en su quehacer cotidiano.

“Soy un director incómodo y por eso ustedes quieren evitar que ponga orden en el asunto de la corrupción”, ha sentenciado el hombre que se encuentra en el punto de mira de casi todos los partidos catalanes. De Alfonso, que está más que cansado de la omertá siciliana del régimen convergente, ha lanzado una profética advertencia. “Hoy me pasa a mí, pero mañana puede pasarles a ustedes”, declaraba en referencia a un asalto que se ha producido en su domicilio particular.

Los medios no han salido mejor parados de su comparecencia. Mientras exigía a los mismos que tuvieran integridad, que no tuvieran miedo a las presiones políticas y que contrastasen las informaciones antes de publicarlas, en la tribuna de invitados podía verse a Jaume Roures, propietario del diario Público, que es quien ha difundido las conversaciones mantenidas entre De Alfonso y el ministro en el ya lejano 2014. Roures, con una sonrisa que no se le caía de los labios, ha abandonado el Parlament a mitad de la intervención del responsable de antifraude. Sería interesante que contara quién les hizo llegar las grabaciones, cómo se produjeron éstas y quién las llevó a cabo.

Todo indica que la guerra sucia que afecta a los partidos en ésta campaña ha dado con un hueso duro de roer. Don Daniel de Alfonso es una persona que considera que ha actuado siempre con criterios de independencia del poder, añadiendo que “No he venido a antifraude para ser dependiente de nadie”. Que a los nacionalistas les ha venido de molde el asunto es evidente. Pero ¿los acusadores podrían volverse acusados?

El CNI catalán

Quien esto firma ya denunció el pasado mes de diciembre la existencia de una unidad de los Mossos que no figura en ninguna parte de su organigrama, destinada al espionaje a políticos catalanes.

No deja de ser curioso, por decir algo, que el nacionalismo catalán, tan proclive a denunciar a las alcantarillas del estado y sus pérfidas conspiraciones contra el proceso, haya sido quien más y mejor ha controlado, perseguido y asediado a los discrepantes con su ideología. Maestros en la confección de listas negras en los medios de comunicación, también denunciadas por un servidor, ahora pretenden aparecer como víctimas inocentes de un estado perverso, franquista, represor, todopoderoso. El cinismo es tal que el propio Francesc Homs ha acusado a Fernández Días de haberlo amenazado en un debate entre candidatos. Falso. Al manifestar Homs que la justicia estaba politizada y actuaba al dictado del gobierno, el ministro del interior en funciones le dijo cordialmente “Yo que usted sería más cuidadoso con éste tipo de declaraciones”. El Disraeli de Taradell le replicó entre aspavientos “¿Me está amenazando, me está amenazando?”. Se saben el guión al dedillo.

Todo es la misma comedia. Han ido a cebarse en un cargo para obtener tajada electoral. Todos piden la dimisión del ministro, cosa inútil, porque está en funciones y más que lo estará a partir del domingo, y del responsable de antifraude. Ahora dicen que la conversación pudo ser grabada desde un florero. ¿Cómo el florero que en el restaurante La Camarga grabó en su día la charla entre Alicia Sánchez Camacho y la ex pareja de Jordi Pujol Ferrusola? Qué casualidad. Por si acaso, ya lo saben, a los floreros los carga el diablo. Y a los directores de antifraude, también.