El XXXV Congreso de Teología organizado por la Asociación Juan XXIII ha pedido al Papa que abra las puertas del Estado vaticano a los refugiados, para que "sus denuncias tengan credibilidad".  En las conclusiones de este cónclave los participantes reflexionan sobre los conflictos armados en el mundo, las religiones y la violencia, especialmente contra las mujeres.

Un modelo neoliberal injusto
Los participantes se comprometen a luchar contra el modelo económico neoliberal "injusto y violento", a colaborar en la acogida de inmigrantes y refugiados con las organizaciones implicadas, a abrirles las puertas de sus casas y comunidades y a destinar una parte de la colecta del Congreso a tal fin. Reclaman el desarme militar de los Estados y el "rearme moral" por medio de la cooperación con los países del Sur, la solidaridad, la acogida y la apertura de fronteras a todos los inmigrantes, refugiados y desplazados por el hambre, la intolerancia religiosa y la persecución política.

Conflictos armados
Denuncian que los conflictos armados y la violencia de gobiernos y organizaciones terroristas están causando muertes, el deterioro de la naturaleza, la eliminación de manifestaciones culturales milenarias, éxodos masivos y persecución de minorías. En algunos de esos conflictos, las religiones tienen un papel "importante, a veces decisivo", y se convierten en "fuente de violencia" o, al menos, en justificación y vehículo de la misma.

Violencia de género
Las conclusiones se refieren, además, a la violencia. "La más extrema es la de género, un instrumento permanente de poder y de dominación del patriarcado contra las mujeres". Los teólogos también recuerdan a los niños "robados con la complicidad directa de instituciones católicas". Además, destacan la violencia contra los homosexuales, bisexuales y transexuales.

Contra las mujeres y los homosexuales
"La jerarquía católica, sin embargo, lejos de condenar la violencia patriarcal y homófoba, tiende a guardar silencio", afirman los teólogos en sus conclusiones, en las que acusan a la cúpula de la Iglesia de ejercer la violencia "contra las mujeres y las minorías sexuales al negarles el acceso al ministerio ordenado, excluirlas de los ámbitos de responsabilidad, negarles los derechos sexuales y reproductivos e imponerles una moral represiva".

Los teólogos valoran el feminismo, que, según afirman, "responde a la violencia de género con un discurso crítico de la discriminación de las mujeres y unas prácticas fundadas en la igual dignidad de los seres humanos.