Es más, le compadezco y le admiro. Para clamar contra la corrupción con esa vehemencia, sin mover una ceja, mientras te lo llevas crudo a costa del esfuerzo ajeno hay que valer. Y, como me he crecido en los respaldos, también confesaré que estoy de acuerdo con Aguirre en algo. Estoy harto de las presunciones de inocencia. Hasta los mismísimos atributos de que las remisiones a los fallos judiciales y la delicadeza del sistema democrático, según para qué, se ponga al servicio de golfos, maleantes y tiparracos sin escrúpulos.
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