Ignacio González, presidente de la Comunidad de Madrid, equiparó las Marchas de la Dignidad con los neonazis griegos de Amanecer Dorado. Sin embargo, las personas que acudieron ayer a concentrarse en el eje Atocha-Colón, de Madrid, no eran neonazis, sino jóvenes, trabajadores, jubilados, familias, a las que acechan los problemas o ven cómo otros son afectados por la crisis económica. Quieren un futuro mejor, sí, un nuevo amanecer alejado de los recortes que están llevándose por delante el Estado del Bienestar. Se veía a profesores, muchos de ellos interinos, personal sanitario, pensionistas, bomberos, mineros, desempleados, inmigrantes, etcétera. En definitiva, a gente normal y corriente que alza la voz, sin violencia, para reclamar dignidad.

Íñigo Hernández, bombero. (Foto: LUIS MARCHAL/ELPLURAL.COM)



Bomberos privatizados y recortados
Iñigo Hernández es un bombero forestal de la Comunidad de Madrid, personal laboral. Ayer estaba junto con compañeros en la protesta multitudinaria que inundó la capital española. “Nos están fulminando, hemos perdido un 50% de la plantilla en cuatro años”, lamentó. Denunció que “se privatiza el servicio”. Aseguró que no carecen de medios aéreos y que se firman contratos de renting, pero que al personal empleado se le baja el sueldo. “Pretendemos que nos contraten como bomberos forestales, no como auxiliares. Estamos en condiciones indignas”, criticó.

Otro bombero, de Alicante, Pablo Martínez, hizo similares declaraciones. Señaló que hay recortes de salarios y que no se cubren los puestos de la gente que se jubila. “Hay lugares en los que están privatizando los parques de bomberos y los que trabajan allí cobran menos por el mismo trabajo”, explicó. Precisamente, muchos de los presentes en la manifestación se arrancaron a aplaudir al ver a grupos de bomberos.

Ana Ramírez, auxiliar de enfermería. (Foto: LUIS MARCHAL)



Menos sueldo y más trabajo en la sanidad
Ana Ramírez es auxiliar de Enfermería en el Hospital 12 de Octubre. Estuvo en Colón con su camiseta blanca con la señal de prohibidos recortes en la Sanidad Pública. Expuso que, como trabajadora de las consultas de Ginecología, ve cómo se han recortado y cómo se ha limitado el acceso a la Sanidad Pública. “Nos falta material. Nos han recortado en suministros y la calidad ha disminuido”, detalló. A ella le han aumentado el horario de trabajo y le han recortado el sueldo. Está cubriendo, de acuerdo con sus palabras, tres puestos de trabajo porque no han cubierto las plazas de las personas que se han jubilado.

Teresa, del Hospital de Béjar (Salamanca) también sostuvo que a ellos les han quitado servicios, laboratorios y personal.

Carolina López, profesora interina. (Foto: LUIS MARCHAL/ELPLURAL.COM)



Menos interinos y más alumnos
Carolina López es profesora interina en un colegio público. Como otros docentes, aseveró que ha ascendido el número de alumnos por clase y que escasea el material. Los interinos van cambiando de centro regularmente, muchas veces en diferentes localidades, no tienen estabilidad. Con suerte, consiguen una vacante y se quedan en un centro todo un curso. Además, se han limitado las plazas públicas que se ofertan en las oposiciones. “Es muy complicado obtener plaza fija”, subrayó.

Pilar Centeno y Fuencisla Palencia coincidieron con las palabras de ella. “Atendemos a más niños y durante más horas. Si se ponen enfermos los profesores, cuesta que manden a sustitutos”, incidieron. Asimismo, hicieron hincapié en que los interinos se quedan en verano en el paro, restando ese tiempo estival de la cotización para la jubilación. Otra profesora interina, de instituto, ataviada con una sudadera de la Marea Verde, mostraba en su móvil la noticia de hace un año que informaba de que “el PP de Madrid cierra doce centros escolares mientras financia a colegios del Opus”.

Jesús González, minero. (Foto: Luis Marchal/ELPLURAL.COM)



Mineros: dos años de paro
Jesús González es un minero que estaba subcontratado por Hunosa, en Asturias. “Llevamos en paro desde 2012. Nos despidieron a todos. No acaban de arreglar al sector minero. Esto lo tienen que solucionar ya. Los españoles queremos trabajar”, pronunció. Relató que su situación económica es dramática. Su mujer trabaja de media jornada y sobreviven con la ayuda de familiares, amigos y la prestación de él por desempleo.

Jóvenes sin salida
En la manifestación había más desempleados. Uno era el joven José Manuel Gutiérrez. “Estamos en contra de lo que están haciendo con nosotros. Yo estoy en paro desde 2009,  pesar de haber estudiado Empresariales. Nadie me da la opción de trabajar de forma remunerada”, sentenció.

Por su parte, Ramón Fernández, que se presenta a las elecciones europeas con EQUO, es un investigador, arqueólogo, también en paro. Por la mañana estuvo en el congreso de su partido y por la tarde en la protesta. Trabajaba antes en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). “Soy padre de un niño de un año. Mi mujer trabaja pero le han aplicado recortes salariales”, apuntó.

Afectados por los desahucios
Éstos son los supuestos neonazis griegos que persiguen un nuevo amanecer. Del mismo modo, se pudo ver a afectados por el cierre de plantas de Coca-Cola, como Leandro Pulido, o afectados por los desahucios, como Antonio Montes. “Estas marchas son para que se enteren de que el pueblo está cabreado. Me han quitado mi casa y está vacía desde hace un año. La podrían destinar a alquiler social”, argumentó este último.

(Foto: LUIS MARCHAL/ELPLURAL.COM)



Consignas
Durante la tarde –aparte de ver a niños, a mayores, a pensionistas (incluidos los famosos yay@flautas), a jóvenes, etcétera, con todo tipo de vestimentas– se escucharon diferentes consignas y se pudo leer diferentes eslóganes en carteles. Algunos fueron: “Desde el 36, nos jodéis”, “vergüenza nos daría desahuciar a una familia”, “un buen ERE a Rosell y a la CEOE”, “recortad vuestros privilegios, no nuestros derechos”, “contra el paro, lucha obrera”, “arriba, abajo, Rajoy al carajo”, “¿dónde está?, no se ve, la Justicia del PP” y “la vivienda no es un lujo”.



El buen tiempo acompañó en las más de cuatro horas que pasaron desde que empezaron a llegar las marchas por la dignidad desde diferentes puntos de España hasta que se leyó el manifiesto. Aunque había decenas de miles de personas y había tramos en los que era difícil moverse, no fue raro que la gente se encontrara por casualidad con conocidos, incluso de diferentes ciudades. Gente normal y corriente.