De izquierda a derecha, la alcaldesa de Madrid, Ana Botella; el presidente de la Asamblea de Madrid, José Ignacio Echeverría; la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, y el presidente madrileño, Ignacio González, brindando durante la recepción organizada por la Comunidad para conmemorar el Día de la Constitución. / Paco Campos (Efe) De izquierda a derecha, la alcaldesa de Madrid, Ana Botella; el presidente de la Asamblea de Madrid, José Ignacio Echeverría; la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, y el presidente madrileño, Ignacio González, brindando durante la recepción organizada por la Comunidad para conmemorar el Día de la Constitución. / Paco Campos (Efe)



El aniversario de los 35 años de la Constitución fue el pretexto elegido por Cristina Cifuentes, Delegada del Gobierno genovesa en la Comunidad de Madrid, para reencontrarse con su público al que tanto quiere y tanto se debe.

Como quiera que esta actriz consumada no improvisa ni los buenos días es evidente que no fue casual su puesta en escena en la recepción que su compañero de andanzas Ignacio González ofreció en la Puerta del Sol con motivo de este 35 aniversario.

Y es que Cifuentes , tras el grave accidente de moto que sufrió este verano y que vaya por delante para los mal pensados de oficio y vocación que lamentamos sinceramente, ha tenido tiempo para pensar en su futuro, su presente y su pasado.

Sobre su trayectoria poco que añadir que no os hayamos contado aunque nunca está de más recordar. De entrada para los más olvidadizos, incluidos algunos auto gurús de la izquierda, Cifuentes es una profesional retribuida de la causa genovesa. Lleva más de una veintena de años ocupando cargos electos ( Diputada Asamblea de Madrid ), orgánicos en el PP madrileño (  Presidenta del Comité de Derechos y Garantías ) y con el gobierno de Rajoy dos años al frente de la Delegación del Gobierno en Madrid.

Durante todos estos años ha practicado una calculada política de presencia en los medios de comunicación que la ha llevado a ejercer regularmente de tertuliana en cadenas de televisión de extrema derecha pura y dura ( Intereconomía TV ) y de rebote estar disponible para cualquier otro medio que estuviera dispuesto a entrevistarla y homenajearla.

Su presencia masiva en los medios de la caverna genovesa no ha sido obstáculo para ganarse la confianza de determinados periodistas de la gauche divine que movidos unos por la curiosidad  y otros por su desmedido afán por recibir halagos personalizados, no han dudado en colaborar como comerciales de la propia Cifuentes para la venta de la imagen de esta genovesa que se autocalifica de republicana y atea pero que no duda en doblar su cervical al paso de los miembros de la Casa Real y de paso prohibir cualquier manifestación contraria a las buenas costumbres del nacional catolicismo.

Sus dos años como Delegada dan fe y certifican cómo se las gasta Cifuentes cuando realmente le deja riendas sueltas a sus instintos ultraconservadores que lleva desde su infancia incorporados en su ADN.

Nunca antes, ninguno de sus predecesores ( y desde 1980 ha habido una quincena de Delegados del Gobierno ) habían utilizado con tanto entusiasmo a la policía para impedir ejercer el derecho de manifestación.

Nunca antes se habían utilizado indiscriminadamente las sanciones económicas para castigar a los que querían ejercer su derecho a manifestarse.

Nunca antes, la Delegación del Gobierno había sido utilizada con tanta indecencia en beneficio de los intereses de su titular, monopolizándola como plataforma de lanzamiento en las luchas internas que mantienen entre sí los diferentes clanes genoveses.

Y es que en realidad, justo es reconocerlo, Cifuentes ha llevado a la practica el conocido slogan de una multinacional sueca cuando invita a sus clientes a redecorar su casa. Eso sí, la misma que con sus impuestos financian los contribuyentes.

Pero no nos engañemos y no nos dejemos engañar. Todo lo que ha sido y es Cristina Cifuentes está orientado a dar sentido a su desmedida ambición y afán de protagonismo. Y ahora toca dentro de su hoja de ruta ser candidata genovesa a la Alcaldía de Madrid. Ni más ni menos, ni menos ni más.

Lo sabe Ana Botella que continua en caída libre, lo sabe Ignacio González que  bien puede presumir de conocerla como pocos la conocen, lo sabe la ex Condesa Aguirre que asiste con asombro a este movimiento incontrolado dentro de su finca genovesa y sobre todo y ante todo, lo saben bien y lo aprecian tanto en Moncloa como en Génova 13.

Ayer fue su entrada en la precampaña. Ella como es natural lo niega con ese indisimulado cinismo que con tantos años de oficio lleva practicando. Durante los próximos meses y semanas podremos ir comprobando como esta autoritaria Delegada del Gobierno irá adaptándose a su nuevo y deseado destino. Dará una de cal y otra de arena. Por la mañana prohibirá manifestaciones y se pondrá el traje de chaqueta de defensora del orden, al mediodía buscará huecos en su agenda para embaucar a esos gurús de por si ya predispuestos a dejarse  embaucar y por la noche conspirará hasta al amanecer. Y todo ello, siempre a costa del contribuyente, retransmitiendo parcialmente sus movimientos en las redes sociales y de paso, si se tercia, amenazando con querellas y demandas a todo aquel que ose desdibujar su cuidada imagen de pijus magnifica con toques de Zara.

Sigamos atentos a esta fotonovela genovesa de tercera división regional preferente donde nada es lo que parece y donde sus protagonistas pueden ser reinas y republicanas a la vez. Todo sea por la causa.

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