“Gracias, Felipe”. Si esta frase enmarcó el homenaje a quien fue investido presidente del Gobierno hace 30 años, la celebración de hoy en el palacio de Congresos de Madrid, dibujó un camino hacia el futuro: El Partido Socialista tiene que demostrar que para salir de la crisis son mucho más eficaces sus propuestas que los recortes implacables del PP, y que la recesión debe superarse sin que la pague los más débiles. “Si no lo hacemos nosotros, nadie lo hará,” dijo González convencido.

El acto no fue un mitin/botafumeiro, para recoger el delirio del respetable. Fue una charla reposada entre Felipe González y Alfredo Pérez Rubalcaba, antes unas 2.000 personas que aplaudieron, eso sí, con igual o más fervor que en un acto electoral, aunque a la espera de que se abra un tiempo nuevo. El ventajismo de camuflar un cambio de modelo, bajo el manto de la necesidad de aplicar las tijeras, fue calificado por Felipe de “contrabando ideológico, ante el que sí tenemos capacidad de respuesta.”

Deteriodo gravísimo de la democracia
Seguro de su análisis, convencido de que la situación no puede continuar así, el ex presidente mostró su inquietud ante la imparable destrucción del aparato productivo, sin que se oponga “ni una sola medida para evitarlo”. También alertó sobre el deterioro gravísimo de la credibilidad de la democracia con todas las instituciones en crisis.

Felipe González saluda a Alfonso Guerra, junto a José Luis Rodríguez Zapatero, José Antonio Griñán, Javier Solana, Elena Salgado y otros dirigentes socialistas. Foto: PSOE



No al capitalismo especulativo
Rubalcaba le dio la repuesta al comprometerse a cambios en la ley electoral que permitan una democracia de 24 horas, que rinda cuentas todos los días, no cada cuatro años. Además defendió la necesidad de plantarse tajantemente ante el capitalismo especulativo.

Recuerdos no melancólicos
Otra idea sobresalió entre los recuerdos no melancólicos del que fue casi catorce años presidente del Gobierno: No se puede dejar perder lo que el socialismo ha conseguido en 30 años, y el riesgo de que ocurra una debacle es muy alto. En la misma línea argumental, Rubalcaba defendió un proyecto en profundidad para España, como en 1982, que avance por el camino del “radicalismo reformista”.

Vocación mayoritaria
En el homenaje a su labor, Felipe no ahorró un análisis realista a la situación de su partido al que igualó en debilidad, a la debilidad de Epaña. Una actitud de consenso facilitaría, a su juicio, que el partido socialista recuperase su vocación mayoritaria, actuando como la palanca más eficaz para evitar la ruptura de la cohesión social.




Ernest Lluch
La demolición progresiva de la Sanidad pública sirvió de eficaz punto de referencia. Felipe distinguió entre reducir el nivel del gasto sanitario y privatizar la Sanidad. Y la butaca vacía con el nombre de Ernest Lluch, sobre el que reposaba una rosa roja, se convirtió en el má vivo recuerdo de aquel ministro, asesinado por ETA, que hizo posible la Sanidad gratuita y universal, hoy en juego.

¿Maniobra de Rubalcaba?
Frente a lo que algunos han considerado como una maniobra de Rubalcaba para esconder a José Luis Rodríguez Zapatero, la cuidadosa puesta en escena mostró más bien todo lo contrario. Desde el escenario, el secretario general del PSOE invitó a hablar a Zapatero quien, en primera fila y micrófono en mano, pidió a los militantes de su partido que mantengan los afectos, la lealtad y la unidad. Y fue la conductora del acto, la diputada por Murcia, María González Veracruz, la que remachó la iniciativa al mencionar a Zapatero como el presidente que consolidó la democracia y acabó con ETA.

Margarita Sáenz-Diez es periodista y analista política