Han querido justificar la acción por los sucesos acaecidos días atrás en el que perdieron la vida varios policías y campesinos. De nada sirvió que el presidente Lugo destituyera al ministro del interior y que abriera una comisión de investigación para esclarecer los hechos.
Ya sabemos que los tentáculos del poder financiero llegan bien a los partidos conservadores para intentar conseguir como sea lo que pretenden: un poder que les legitime en sus pretensiones. A costa de lo que sea.
De eso está llena la historia de Latinoamérica y también la de otros muchos países del mundo.
A mí personalmente, este golpe de estado contra Lugo me ha parecido una verdadera salvajada. Inaceptable a todas luces. Para colmo- ¡cómo no!- recibe la aprobación inmediata de la Iglesia paraguaya que aconseja a Lugo que abandone su puesto y reconoce al nuevo presidente nombrado por los 39 votos del senado.
¿Cómo se puede consentir que 39 personas destituyan a un presidente votado democráticamente por millones de ciudadanos? Nadie debiera consentir eso. Los obispos deberían haber denunciado este golpe antidemocrático y exigir a los golpistas que renuncien a su empeño por querer romper con el orden constitucional. Y exigirles que depongan su actitud.
Pues no. Como siempre, le hacen el juego a la derecha. Seguramente porque piensan que el nuevo presidente podrá darles más privilegios y prebendas. El Vaticano se debería haber unido a esos otros muchos presidentes latinoamericanos y organizaciones de todo tipo que denuncian el golpe.
Desde aquí mi denuncia de esta situación y mi solidaridad con el presidente Lugo.
Juan Cejudo, miembro de MOCEOP y de Comunidades Cristianas Populares