Este país empieza a parecerse –gracias al Gobierno Rajoy-  a una república bananera, justo cuando este tipo de regímenes han ido felizmente desapareciendo en los últimos años.  El ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, se ha felicitado por el archivo de la denuncia. El centrista del PP, cada vez más escorado a la derecha, de donde procede, ha subrayado que tanto el CGPJ y Dívar han salido “fortalecidos” del normal funcionamiento del Estado de Derecho. Menuda fortaleza, Sr. Gallardón.

En Puerto Banús
O sea, que no habiendo habido investigación fiscal alguna,  sí sabemos que Dívar se trasladó, durante veinte viajes a Marbella a lo largo de tres años. Sabemos además que se instaló en hoteles de lujo,  en Puerto Banús, acompañado de unos cuantos escoltas y sin actos oficiales a los que asistir. ¿Considera Gallardón, por tanto, que  eludir la acción de la justicia –cuya obligación no es otra que investigar posibles delitos- “fortalece” a Dívar, el sospechoso que no se lucra, faltaría más, y al Estado de Derecho?

¿Acusación falsa o mal planteada
El máximo responsable de la Justicia en España es Dívar. Habría salido “fortalecido” si, en efecto, él hubiera manifestado que  estaba dispuesto a demostrar que la acusación de Gómez Benítez era falsa o mal planteada. Eso sí hubiera “fortalecido” al número 1 del Supremo y del CGPJ. Sin embargo, los hechos no se han desarrollado así. El oscurantismo judicial suple una vez más a la transparencia democrática. Resulta lamentable, pero es cierto.

Si no teme la verdad…

El secretario general del Consejo, Celso Rodríguez, al que el fiscal le había solicitado una certificación de que los viajes eran oficiales, se negó  a hacerlo. ¿Qué teme, pues, Dívar, incapaz de predicar con el ejemplo y de abrir las puertas a un investigación rigurosa, contrastada y fiel a la realidad de los hechos? ¿Si no teme la verdad, por qué  la  oculta con el apoyo de no pocos colegas y de la derecha judicial y política?

El hachazo a Garzón
Lo que esta pasando recuerda el hachazo del Supremo al juez Baltasar Garzón, aunque fundamentalmente al revés. Entonces la maquinaria  de la justicia, controlada por los halcones judiciales, con la Falange y manos limpias por medio, intentó arrasar a Garzón, cuyo principal pecado fue investigar la trama Gürtel. Consiguió casi cargárselo y lo han dejado, por ahora, en un degradante fuera de juego.

El honor del presidente
En el caso Dívar esa misma maquinaria, o similar, pretende salvar el honor del presidente del Tribunal Supremo y del CGPJ. Claro que, guste o no, Dívar es un representante inequívoco de lo que cabe definir como la derecha judicial, mientras que Garzón es el representante de la izquierda judicial. ¡Y la que se nos viene encima cuando el PP aplique su reforma judicial a la medida de los intereses políticos conservadores!

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM