Este precedente, y otras declaraciones sobre los medios de comunicación públicos de la recién elegida presidenta, en las que los calificativos de imparcialidad, objetividad, pluralismo e independencia eran reiteradamente empleados para definir su perfil preferido sobre estos medios, no me cuadraba con el suyo propio. Mi percepción de su talante, obtenida a través de los distintos programas televisivos de debate en los que ha participado como 59 segundos (TVE), Madrid opina (Telemadrid) o Al rojo vivo (La Sexta), era la de un tertuliano controvertido, sectario, incendiario y bronco hasta la insolencia, donde la moderación, el equilibrio y la ecuanimidad, valores de exigencia prioritaria para De Cospedal, estaban muy alejados de su actitud y de su comportamiento. Pero era, sobre todo, su posición clara y beligerantemente prohibicionista en relación con asuntos de vital importancia como el aborto, el matrimonio homosexual, la eutanasia o la investigación embrionaria lo que más le distanciaba del talante centrado que la presidenta demandaba.

No obstante, rectificar dicen que es de sabios y hoy lo hago, sin que me duelan prendas, en relación con la opinión que tenía de usted. Un artículo suyo publicado en La Razón titulado “Sólo es libertad” me ha hecho caer del caballo de mi escepticismo sobre su idoneidad para afrontar la dirección de esa televisión querida y añorada por De Cospedal.

En este artículo, aunque se refiere a la supresión de las corridas de toros en Cataluña, eso no es óbice para que usted exprese afirmaciones que transcienden de este hecho concreto y evidencien unos valores democráticos que he de confesar sospechaba seriamente que los tuviese. Su tajante afirmación de que “La supresión de las corridas de toros en Cataluña es un atentado directo contra la libertad de los ciudadanos” es todo un alegato en favor de la libertad, donde puede cambiarse “corridas de toros” por aborto, matrimonio homosexual o investigación embrionaria y “Cataluña” por España, sin que cambie un ápice el sentido último de sus palabras.

Cuando usted se pregunta ¿no se dan cuenta los políticos catalanes el ridículo que supone que ahora miles de ciudadanos tengan que viajar a Zaragoza, a Valencia o a Nimes, por ejemplo, para poder disfrutar de una afición que desde luego tiene el sello español pero que es universal? a nadie que lo lea le puede pasar por alto que su pensamiento también está con las mujeres que tendrían que salir de su propio país para interrumpir su embarazo o con los homosexuales que se verían obligados a emigrar si quisieran legalizar su convivencia, en el caso de que lo uno y lo otro estuviera prohibido en nuestro país.

Y para finalizar esta carta quisiera hacerlo con sus propias palabras que entresaco del ultimo párrafo de su artículo: “Una democracia bien asentada ¡nunca prohíbe! Una democracia asienta las bases de una convivencia ordenada, sin imposiciones histriónicas, ni obligaciones trasnochadas”.

¡Gracias, Ignacio Villa, por cambiar! ¡Gracias, María Dolores De Cospedal, por este nombramiento!

Gerardo Rivas Rico es licenciado en Ciencias Económicas