Tras el reciente estreno de la miniserie de Netflix 'El cuerpo en llamas', la condenada Rosa Peral vuelve a estar en el foco mediático seis años después del asesinato de su pareja y también Agente de la Guardia Urbana, Pedro Rodríguez. El programa 'Y ahora, Sonsoles' revelaba una imágenes de la mujer actuando sobre el escenario de la prisión. Tras el visionado, el "caso Sancho" salía a colación y Sonsoles Ónega se veía obligada a pararle los pies a uno de sus colaboradores, Miguel Lago, tras una broma sobre el joven acusado

En el vídeo emitido por el programa, los espectadores podían ver a Rosa Peral vestida de mimo, que comenzaba a recitar un texto escrito por ella, sentada en un taburete y acompañada del sonido de las guitarras. Las palabras parecían cuanto menos autobiográficas, ya que la condenada habla del momento en el que su vida cambió por completo: "Tenía una vida, tengo un pasado, quería vivirla, quiero olvidarlo. Recuerdo esos días, me hicieron daño. Revivo lo que sentía, tantas vueltas le hemos dado. Hace falta un segundo para destrozar años", recitaba. Peral, que ya lleva seis años en prisión, asegura que "no soy yo, me veo cambiada". 

 

Los colaboradores analizaban por qué la figura de algunos asesinos despierta tanto interés, llegando a provocar la creación de clubs de fans. Este es el caso de Rosa Perales, quien cuenta con una comunidad de seguidores que supera el centenar, siendo la mayoría de ellos hombres. Era entonces cuando Miguel Lago, acorde con su habitual humor irónico, decía: "Joder, y no lo tengo yo con lo bueno que soy en lo mío". La explicación proporcionada por algunos expertos se correspondía con el "sex appeal y el aspecto físico de los asesinos y las asesinas": "La belleza es un pasaporte y muchas veces perdonamos muchas cosas a los guapos que no perdonaríamos jamás a los feos", explicaba una de las colaboradoras.

En ese instante, Lago sacaba a colación el "caso Sancho" por primera vez: "Si Daniel Sancho fuera feo íbamos a estar aquí comentando", bromeaba. El programa continuaría hablando de Rosa Peral unos minutos más, llegando a hablar en directo con el abogado de la familia del fallecido, Pedro Rodríguez. Acto seguido, la presentadora despedía al letrado e intentaba cambiar de tercio sin éxito alguno, puesto que era interrumpida por el humorista. "Digo que hacen series. Yo me imagino que, en un tiempo, tendremos una serie también de Daniel Sancho, me imagino. En vez de capítulos, igual es por partes", decía. Lago hacía así alusión al asesinato de Edwin Arrieta, al que presuntamente Sancho asesinó y descuartizó posteriormente. La broma no causó ningún tipo de gracia a la presentadora, quien seriamente cortaba al colaborador: "No me parece", reprendía. 

 

Novedades en el "caso Sancho": Big Joke, investigado por corrupción

Surachate Hakparn, más conocido como Big Joke, ha sido el encargado de supervisar la investigación del presunto asesinato de Daniel Sancho desde el comienzo del caso. El tailandés, que consiguió acceder al cuerpo de Policía con tan solo 28 años, es muy conocido en el país por haber asestado varios golpes con éxito a varios casinos y haber detenido a decenas de personas en estos establecimientos ilegales. Otro de las causas de su fama son sus habituales apariciones en los medios de comunicación, tal y como ha hecho durante el "caso Sancho". De esta manera, su rostro ya no solo es conocido en Tailandia, sino también en otros países que han seguido el caso, como es, evidentemente, el caso de nuestro país.

Ahora, Big Joke, está siendo investigado por un supuesto soborno de 140 millones de bath (3,89 millones de dólares), es decir, 3,65 millones de euros. Desde que se publicara la noticia, un grupo de agentes se desplazó a su residencia de Hakparn, en Bangkok, para buscar pruebas relacionadas con el supuesto soborno de un grupo ilegal de apuestas en línea, en principio, procedente del antiguo presidente del club de fútbol tailandés Lamphun Warriors pongsiri Thanratchwongsu, alias Boss Than, según informa el medio de comunicación tailandés 'Thai PBS'. Hasta el momento no consta ninguna orden de arresto contra él, pero sí contra una treintena de sus subordinados. “Creo que quienes solicitaron la orden ante el tribunal les engañaron”, ha declarado el propio subdirector de la policía tailandesa.