El mandamás de Eurovisión acaba de decir adiós. Después de cinco años como Supervisor Ejecutivo del Festival, Martin Österdahl ha presentado su renuncia oficial. La Unión Europea de Radiodifusión (UER) ha confirmado la decisión del sueco, quien ya no volverá a ejercer como máximo responsable del evento; tampoco de las ediciones infantiles.

Según la UER, Österdahl "cede su puesto" al hombre fuerte que ejercía como director del Festival hasta la fecha: Martin Green. Se trata de un ascenso interino tras unos años en los que la polémica ha rodeado cada decisión relacionada con Eurovisión. La competición europea de la canción, que logra audiencias millonarias cada año, arranca oficialmente una nueva etapa.

Carta de despedida: "un periodo de innovación y resiliencia"

Acompañando esta información de calado para Eurovisión, la UER ha enviado una carta para decir adiós a Martin Österdahl. En esas letras, el organismo señala el periodo de "innovación y resiliencia" que deja el profesional a sus espaldas, además del crecimiento de la competición "en popularidad y en relevancia".

También se destaca el enorme salto cualitativo que Eurovisión ha protagonizado durante su mandato como Supervisor Ejecutivo: "Ha implementado cambios para modernizar Eurovisión y ampliar su alcance". No se olvida tampoco de reseñar el impulso de "la participación digital" o los compromisos con "la inclusividad" y con "la creatividad".

"Ha sido el honor de mi vida profesional dirigir el evento musical más grande del mundo, desarrollando el concurso como una supermarca global que brinda alegría a más personas que nunca", ha señalado el sueco tras comunicar oficialmente su decisión. Sin duda, una noticia de alto calado y que, previsiblemente, traerá innumerables cambios a un certamen amado por el público.

La trayectoria de Martin Österdahl en Eurovisión: del éxito al desgaste

Martin Österdahl llegó al cargo de Supervisor Ejecutivo de Eurovisión en 2020, tras ser designado por la UER para suceder a Jon Ola Sand. Su desembarco en el puesto coincidió con un momento crítico: la cancelación del festival de 2020 por la pandemia de COVID-19. A partir de entonces, asumió las riendas tras el especial Eurovisión: Europe Shine a Light, que sustituyó a la edición oficial de ese año.

El sueco no era alguien ajeno al certamen. Antes de convertirse en el máximo responsable, había trabajado como productor ejecutivo en las ediciones de 2013 (Malmö) y 2016 (Estocolmo), y había formado parte del Grupo de Referencia del festival entre 2012 y 2018.

En su mandato, Österdahl impulsó la expansión del formato más allá de Europa, con proyectos como el Festival de la Canción de América, estrenado en 2022. También supervisó la modernización de las normas y la producción, así como la incorporación de nuevas iniciativas digitales. Sin embargo, los últimos años se vieron marcados por la polémica: el clímax llegó en 2024, cuando fue abucheado por el público durante la final en medio de un ambiente enrarecido por decisiones controvertidas, como la descalificación de Joost Klein, representante de Países Bajos.

El peor momento para Österdahl y un nuevo horizonte

Y el peor momento llegó en 2025. La situación se tornó insostenible con la participación de Israel en plena ofensiva contra Palestina. Si un año antes ya hubo disturbios en las calles y hasta amenazas de la prensa israelí a sus homólogos españoles, la participación de Yuval Raphael con New Day Will Rise estuvo a punto de destruir Eurovisión tal y como lo conocemos.

Ahora, con su marcha y la llegada —aunque con carácter de interinidad— de Martin Green, Eurovisión está obligada a dar un profundo giro para retener al público. Queda por ver qué decisiones se toman respecto a Israel, sobre el televoto o sobre el propio sistema de votación en general. Todo sea porque la mayor marca de entretenimiento europea brille como antaño.

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