Gracias a las redes sociales, la popularidad de cualquier persona o marca es ahora cuantificable y está a la vista de todos, expresada en cantidad de seguidores, fans, interacciones o reproducciones en videos. Tener muchos seguidores es una medida de la influencia y por eso no es de extrañar que muchos estén obsesionados con incrementar sus números de cualquier manera posible, incluso comprando seguidores.

Tanto celebridades, políticos, empresarios y publicistas como gente común y corriente que simplemente desea verse popular sucumben a la tentación de incurrir en estas prácticas no del todo honestas. Así han surgido sitios web que venden seguidores e interacciones para cualquier plataforma, prometiendo fama artificial e instantánea.

Pero dentro del universo de las redes sociales, Instagram es actualmente la más popular, y por eso los servicios dedicados a ella son por lejos los más solicitados. Existen sitios web que permiten comprar seguidores Instagram a razón de 10.000 seguidores reales por tan sólo 90 dólares. En los últimos años la demanda ha crecido continuamente, como puede verse en estas estadísticas de búsqueda para la expresión “comprar seguidores Instagram” de junio 2013 a junio 2018 (fuente: Google Trends):

 

¿De dónde provienen los seguidores?

En algunos casos son creados en forma masiva por programadores con conocimientos de hacking, de modo que no se trata de cuentas que pertenezcan a personas reales, sino “bots”, usuarios automatizados. La profusión de bots es tal que hoy en día es normal que cualquier cuenta de Instagram tenga alrededor de un 30% de ellos. En otros casos, los seguidores comprados son usuarios reales que han aceptado seguir a otras cuentas a cambio de algún incentivo.

Las redes sociales como Instagram luchan contra la compra de seguidores y las acciones automatizadas de toda clase, mejorando sus controles día a día. Pero, asimismo, quienes crean y venden estos servicios mejoran sus técnicas para evadir esos controles, en una suerte de “guerra fría” permanente.

Esta guerra constante puede ser visualizada con herramientas online como SocialBlade, que permite seguir de cerca las estadísticas diarias de seguidores de cualquier cuenta de Instagram. Es habitual ver en las gráficas de algunas cuentas líneas escalonadas, con incrementos y caídas súbitas de seguidores que no parecen naturales, como puede verse en el siguiente caso:

 

Si bien no es posible asegurarlo con certeza en el caso de cuentas concretas, los incrementos súbitos de seguidores suelen ser un indicio de compra de seguidores, así como las caídas súbitas pueden deberse a una suspensión masiva de cuentas por parte de Instagram. Instagram suspende cuentas de seguidores en forma masiva y automática cuando detecta irregularidades. Las cuentas de quienes compran seguidores, sin embargo, no sufren penalización alguna.

El astroturfing, un fenómeno serio

La compra de seguidores ficticios y popularidad no se limita a Instagram. Es un fenómeno generalizado que se conoce como astroturfing, y es visto con cada vez mayor preocupación. Además de crecer de manera alarmante a pesar de los esfuerzos de las plataformas online por eliminar seguidores comprados, estas prácticas están comenzando a ser utilizadas por gobiernos para manipular la opinión pública, aparentando un apoyo que no se tiene. Así lo muestra el reciente informe “Freedom on the Net” de la ONG Freedom House, que denuncia la utilización de prácticas de astroturfing en 30 de 65 países relevados.

Celebridades también están incurriendo en la compra de seguidores para mantenerse en vigencia  y tener más chances de obtener entrevistas en medios. Cuanto más popular es una celebridad en redes sociales, más interés hay por parte de los medios en entrevistar o contratar a esa personalidad para aprovechar su audiencia.

Por su parte, las marcas lo hacen para superar a su competencia en números en redes sociales, y community managers y publicistas incurren en estos atajos debido a la presión que supone tener que mostrarle a sus clientes y jefes buenos resultados en las campañas publicitarias.

Si bien comprar seguidores Instagram y otras prácticas de astroturfing no son ilegales, son actividades ciertamente controversiales que afectan la opinión pública y de las que conviene estar prevenido.