Las recientes elecciones legislativas en Francia han dejado un escenario político complejo, con la ultraderecha sufriendo un duro revés. Este domingo los franceses volvieron a frenar a la ultraderecha. Pese a que el Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen y Jordan Bardella se presentaba a los comicios como grandes favoritos, los electores les dieron la espalda y se tuvieron que conformar con la tercera posición, por detrás del Nuevo Frente Popular (NFP) y Ensamble (Juntos). Entre los factores que han contribuido a este resultado está la notable llamada al voto realizada por varios jugadores de la selección francesa de fútbol como Kylian Mbappé, Jules Koundé, Ousmane Dembélé o Marcus Thuram.
Este acto, sin embargo, no es un episodio aislado, sino que se inscribe en una larga historia de enfrentamientos entre la ultraderecha y el equipo nacional, un conflicto que se ha intensificado con los años y que refleja problemas más profundos en la sociedad francesa. De ahí que, pocos minutos después de que se conocieran los primeros sondeos de las legislativas galas, los jugadores del combinado que dirige Didier Deschamps salieran en tromba para celebrar el resultado. “La victoria del pueblo”, escribió el centrocampista francés y jugador del Real Madrid Aurélien Tchouaméni. “El alivio, al igual que la preocupación de las últimas semanas, es inmenso. Felicitaciones a todos los franceses que se movilizaron para que este hermoso país que es Francia no se encuentre gobernado por la extrema derecha”, publicó, por su parte, Jules Koundé.
De Jean-Marie Le Pen a hoy: la ultraderecha y su guerra contra ‘Les Bleus’
La selección francesa de fútbol, conocida como "Les Bleus", ha sido un símbolo de diversidad y éxito en el deporte mundial. Sin embargo, su composición multicultural ha sido objeto de ataques por parte de la ultraderecha francesa a lo largo de los años. Unos ataques que no solo reflejan las constantes tensiones raciales y políticas dentro de Francia, sino que también subrayan cómo el deporte en general y el fútbol en particular pueden convertirse en un campo de batalla ideológico. Y es que, aunque se repita hasta la saciedad, el fútbol jamás será únicamente 22 tíos corriendo detrás de una pelota.
Desde la década de 1990, cuando Francia comenzó a destacar en el fútbol internacional con una generación dorada de jugadores de origen africano y caribeño, la ultraderecha ha utilizado la composición del equipo como un punto de crítica. Ya entonces, Jean-Marie Le Pen, fundador del Frente Nacional y padre de Marine Le Pen, comenzó a hacer declaraciones incendiarias sobre la composición de la selección francesa. En 1996, Le Pen criticó a la selección nacional por no representar adecuadamente a Francia, insinuando que había demasiados jugadores negros en el equipo.
Uno de los momentos más emblemáticos de este enfrentamiento ocurrió durante la Copa del Mundo de 1998, celebrada en Francia. Como se señalaba en las líneas anteriores, el equipo estaba compuesto por jugadores de diversos orígenes étnicos, incluyendo varios de ascendencia africana y caribeña. Un combinado de ensueño liderado por un jugador de otra dimensión, Zinedine Zidane, que no se mordió la lengua a la hora de denunciar el racismo de Le Pen y cía: “Debemos pensar en las consecuencias que puede tener votar a un partido que nada se corresponde con los valores de Francia. Soy francés. Mi padre es argelino. Estoy orgulloso de ser francés”.
Esta diversidad fue celebrada por muchos como un símbolo de la Francia multicultural. Sin embargo, Le Pen y sus seguidores vieron en ello una oportunidad para avivar sus discursos racistas. Le Pen llegó a decir que el equipo no era verdaderamente francés y que no representaba a la nación. Pese a estas críticas, la victoria de Francia en la Copa del Mundo fue un golpe a la narrativa ultraderechista, mostrando que un equipo diverso podía unir a la nación bajo un mismo estandarte.
Sin embargo, los ataques no cesaron. Y es que, la elección de jugadores negros como chivos expiatorios por parte de la ultraderecha ha continuado en las décadas posteriores. En 2011, un escándalo sacudió al fútbol francés cuando se filtraron conversaciones de altos cargos de la Federación Francesa de Fútbol discutiendo la posibilidad de limitar el número de jugadores de origen africano y árabe en los equipos juveniles. Aunque estas conversaciones no provinieron directamente de la ultraderecha, el escándalo sirvió para reavivar los debates sobre la discriminación y el racismo en el deporte.
En los últimos años, la ultraderecha ha seguido utilizando a la selección francesa como diana para sus ataques. Durante la Eurocopa 2016, Marine Le Pen criticó al equipo por ser "desarraigado", una clara referencia a la diversidad étnica del conjunto.
La influencia del fútbol francés en la lucha contra el racismo
Fruto de todo esto, en los últimos años, la selección francesa de fútbol ha emergido como un poderoso altavoz en la lucha contra el racismo, utilizando su plataforma para denunciar la discriminación y promover la igualdad. Los futbolistas franceses, conscientes de su influencia, han asumido un papel activo en la campaña contra el racismo, no solo en el ámbito deportivo sino también en la sociedad en general.
Jugadores de renombre como Kylian Mbappé, Paul Pogba o Antoine Griezmann han sido particularmente vocales en su oposición al racismo. Kylian Mbappé, uno de los talentos más destacados de su generación, ha utilizado sus redes sociales para condenar actos de racismo tanto en el fútbol como en la vida diaria e instando a sus seguidores a unirse en la lucha por la igualdad.
La influencia de estos discursos activistas es particularmente significativa entre los jóvenes. Los futbolistas son ídolos para millones de niños y adolescentes que los ven no solo como deportistas, sino como modelos a seguir. Cuando figuras como Mbappé y Pogba hablan contra el racismo, sus mensajes resuenan poderosamente entre las nuevas generaciones. Estos jugadores no solo representan el éxito en el deporte, sino también los valores de justicia, igualdad y respeto. Al ver a sus ídolos tomar una postura firme contra la discriminación, los jóvenes se sienten inspirados a seguir su ejemplo, tanto en el campo de juego como en su vida cotidiana. Las campañas y mensajes promovidos por los futbolistas ayudan a inculcar valores positivos y a fomentar una cultura de respeto y aceptación.
El poder del fútbol en la lucha contra el racismo no puede ser subestimado. Como el deporte más popular del mundo, el fútbol tiene una capacidad única para unir a personas de diferentes orígenes, culturas y etnias. Este alcance masivo proporciona una plataforma sin igual para transmitir mensajes de igualdad y respeto.