En España, el acoso que Corinna Larsen asegura que sufrió a manos de Juan Carlos I es un delito recogido en el Artículo 172 ter del Código Penal. Dicho artículo incluye penas de prisión. Según refleja el código: “Será castigado con la pena de prisión de tres meses a dos años o multa de seis a veinticuatro meses el que acose a una persona llevando a cabo de forma insistente y reiterada, y sin estar legítimamente autorizado, alguna de las conductas siguientes y, de este modo, altere gravemente el desarrollo de su vida cotidiana”.

En la Justicia española, el acoso no se puede llevar a la vía Civil. Sin embargo, en la Justicia anglosajona, la inglesa en este caso, sí que se puede dirimir un asunto de acoso en una jurisdicción diferente a la Penal. ¿Pero por qué sucede esto?

Esto es así porque, “el sistema penal, y la concepción del sistema penal, entre el derecho continental y el derecho anglosajón es completamente distinto. Allí, la presunta víctima es la que puede decidir si abre un procedimiento civil y pide solamente indemnización o va por la vía penal porque quiere que vaya a la cárcel. Eso, por un lado, y por otro, la acusación pública, o la acusación en general, porque no tiene que ser la del fiscal, allí tiene el principio de oportunidad, lo que significa que no tiene porqué estar obligado a perseguir todo tipo de delitos, decide los que persigue o no persigue”, según han explicado fuentes expertas en derecho internacional a ElPlural.com.

Como ha explicado este periódico, el caso del emérito no es el único que se está dirimiendo o ha dirimido en la vía Civil pese a que lo que se investiga en un delito según el Código Penal español. El hijo de la reina de Inglaterra, el príncipe Andrés de Gran Bretaña, ha tenido que pagar una indemnización millonaria para evitar sentarse en un banquillo por tres delitos de agresión sexual vinculados al tristemente famoso caso Epstein.

En ambos casos, las supuestas víctimas han preferido buscar una indemnización económica que una pena de prisión para los presuntos autores de los delitos. En el caso del emérito, acoso; en el del príncipe Andrés, agresión sexual a una menor de edad.