Este miércoles pasará a la historia como el día que Fernando Belhot, el ingeniero financiero del expresidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, acabó de destrozar la defensa del exministro en el juicio del caso Erial. Una tras otra ha contestado a las preguntas que le realizaba el fiscal Anticorrupción, Pablo Ponce. Y respuesta tras respuesta se ha ido apretando la soga jurídica alrededor del cuello de Zaplana. Belhot no ha podido ser más claro: "Zaplana me dijo que era el dueño de los activos. Él daba las órdenes".

Así, ha contado que, el titular real no aparecía en ningún momento. Este tipo de operaciones se basan en acuerdos verbales para proteger al titular de la misma. Se actúa con lo que dice el titular pero no en su nombre. Sí, en principio me dijo que era el señor Joaquín Barceló, pero con el tiempo comprobé que el verdadero decisor de las operaciones era zaplana y con el tiempo me dice que él era el dueño de los activos pero que no quería que se supiera porque era político y empresario.

Respecto de los fondos en Andorra ha contado que, “un día se hace una reunión en casa de Zaplana en Madrid y me dice que Barceló tiene unos fondos en una sociedad panameña y que quería transferirlos a una sociedad que mi despacho administraba que tenía cuentas en la BPA. Me dice que esos fondos eran mayoritariamente de Zaplana. Quien me pidió que hablara con Suances fue el propio Zaplana. Barceló no tenía capacidad para hacerlo, nunca intervino en ninguna decisión financiera. Todo se ha hecho para Zaplana, eran fondos de clientes pero no nuestros”.

Ocultar las mordidas

Belhot ha narrado cómo el expresidente quería montar una estructura que sirviera para ocultar tanto el dinero como a su verdadero dueño, es decir, él: "Cuando zaplana me cuenta su estructura de Luxemburgo conozco a Beatriz García Paesa que administraba Imison en Luxemburgo. Cuando se decide pasar los activos a las empresas uruguayas, hablo con ella para cerrar Imison y ocultar los activos. Tenia dos tipos de activos: líquidos y con una sociedad española, Medlevante que a su vez participaba en gesdesarrollos que estaba constituida por tres sociedades: barceló, Grau y Medlevante que en realidad era de Zaplana. Tenía terrenos muy importantes en primera linea de mar que querían urbanizar y obtener ganancias. La idea era que todos los activos acabaran en una sociedad uruguaya, Disfey- Aproximadamente el dinero que se transfiere desde Imison era de unos 7.950.000 euros".

Acto seguido Belhot ha contado lo cuidadoso que era el expresidente para que no le pillaran: “Zaplana destruía los estractos bancarios. A veces me pedía copia, se los enseñaba a Grau y después los destruía. No quería tener pruebas que lo vincularan a los activos”.

Durante el turno de la defensa de Eduardo Zaplana, su letrado ha tratado de desacreditar a Fernando Belhot. Ha intentado que admitiera que ‘cantó’ para salvarse él, pero el ingeniero financiero no ha caído en la trampa y ha contestado: “Zaplana siempre me dijo que ese dinero era legítimo y cuando se personó la policía en Uruguay y me dijeron los cargos que se le imputan me manifiesto sorprendido y pongo mi despacho a su disposición y que sea la Justicia la que decida. No condicioné mi ayuda a dejar de ser investigado. No tenía porqué hacerlo, no tengo nada que ver con lo que le imputan a Zaplana. Mi actitud es la de colaborar”.

La pasta en efectivo

Una de las peticiones de Zaplana era tener ‘cash’ siempre disponible. Belhot ha contado: “Me pedía que una parte de los activos se mantuvieran en liquidez aunque le dije que es peligroso, pero si están en valores no afecta el banco. Él necesitaba dinero para sus gastos personales. Tuvo un problema de salud muy importante y estaba pensando hacerse un transplante en NY, pero se lo hizo en Valencia. Me pedía dinero cada tanto, sobre todo en 2016 y 2017 para sus gastos personales. Pero era difícil de hacer. Se le envió bastante dinero, creo que fueron 2,3 millones en ocho años”.

Y acto seguido ha explicado cómo se enviaba ese dinero a España. “Es muy común utilizar cambistas. Son personas con contactos en todas partes del mundo que se ponían en contacto con otro de España, y ese cambista daba dinero vivo a la persona y luego se le pagaba con comisión al cambista en el extranjero. Podía durar un mes o dos meses. Nunca se hacía con Zaplana, él nunca lo recibió, lo recibía Mitsouko. Siempre se daba el nombre de Mitsouko, el cambista la llamaba y quedaba con ella. Así se hacía siempre. Zaplana una vez que se producía me llamaba y decía “los documentos llegaron, todo correcto”” ha dicho.