Gema Peñalosa (Alicante, 1980) es periodista en el periódico El Mundo. Como redactora de sucesos y tribunales cubrió el asesinato de Benejúzar. Un crimen en el que Mari Carmen, una mujer del pueblo, quemó vivo a el Pincelito, el hombre que había violado a su hija Verónica, de trece años. Peñalosa narra la historia de Mari Carmen y Verónica en Fuego, el libro que ha publicado Novelas del K.O. Pero en sus páginas, esta excelente periodista va mucho más allá del crimen y se adentra en los mecanismos sociales que posibilitan que tantas mujeres sigan sometidas a la violencia sexual, así como en la evolución del tratamiento a este tipo de víctimas.

Pregunta: ¿cómo se le ocurre la idea del libro para hacer por qué?

Respuesta: Pues la verdad es que no se me ocurre a mí. Fue Libros del K.O. que se puso en contacto conmigo porque sabían que yo había cubierto la historia cuando sucedió en el año 2005. Y entonces a mí me pareció muy interesante porque como sabes, cuando cubrimos un suceso, pues vamos a la urgencia de la redacción, a la novedad, al día a día. Entonces, cuando me lo propusieron me pareció una buena idea porque me permitió volver a ese suceso que tanto me impactó de una manera mucho más reposada, mucho más detenida y en el que pude con tranquilidad, pues analizar todas las circunstancias y el origen del suceso que conocemos todos.

P: ¿A qué se refiere?

R: Cuando en el año 98, este hombre de 62 años viola a la niña de 13, a ese suceso no se le dio publicidad, no nos enteramos nadie. No nos enteramos ni de la violación, ni de que este hombre ingresa en prisión y del juicio, nada. Nos enteramos en el año 2005, cuando Mari Carmen, sobrepasada por las circunstancias, quema este hombre. Entonces ahí es cuando rebobinemos y vamos al origen de lo que sucede.

P: Es que vamos a eso, claro, ella asesina al violador de su hija. Usted da una explicación del daño psicológico que ella arrastra por la amenaza que él le había hecho a la niña el día que la viola que la iba a matar si decía algo. Pero al final esto es un ojo por ojo. ¿Qué opina usted de ese ojo por ojo? Claro, no deja de ser un asesinato.

R: A ver, es que en este suceso, a mí me ha permitido explorar los límites de la justicia. Es decir, los jueces tuvieron que ser muy concienzudos, y muy precisos, y por eso la sentencia tardó tanto en ponerse, porque no se podían permitir hacer un efecto llamada. Es decir, no podían permitirse que personas que estuvieran en las mismas circunstancias que Mari Carmen pensaran que podían tirar por la calle de en medio sin que sucediera nada. La conducta de Mari Carmen puede ser entendida desde una perspectiva humana, pero nunca desde la jurídica. Era fácil empatizar con ella, pero la labor de los jueces no era esa. De hecho, a ella la condenan a nueve años de prisión la Audiencia Provincial de Alicante, y luego el Supremo corrige, lo deja en cinco porque entiende que hubo una explosión mental, y le aplican una eximente incompleta. Y para mí también el Supremo ahí fue generoso. Por eso, a lo mejor la petición de indulto no prosperó.

P: Usted hace un trabajo muy concienzudo de documentación, porque el libro va mucho más allá del crimen de Benejúzar. Hace una explicación de cómo ha cambiado el tratamiento a las mujeres que son violadas a lo largo de la historia. ¿Qué conclusiones ha sacado? ¿Ha cambiado para bien? ¿No ha cambiado para bien?

R: La conclusión es que las víctimas, históricamente, las víctimas de violencia sexual, han estado poco atendidas. Poco más o menos han sido tratadas como una prueba viviente del escenario del crimen. No había apoyos, ni psicológico, ni económico, ni social. Mari Carmen y Verónica lo vivieron así. A ellas no se les atendió. Y a lo mejor quizá esa falta de atención cuando les sucedió aquello pudo derivar, pudo derivar no, derivó, en lo que Mari Carmen hizo. A Mari Carmen falló todo, le fallamos todo a ella. Ahora, como hemos evolucionado como sociedad y como medios de comunicación, la evolución ha sido brutal. Ahora ya es impensable que una víctima de violación y más menor de edad, como le sucedió a Verónica, declare sin un biombo, sin tacto a la hora de preguntar. Que vuelva al colegio después de esta agresión sexual, y no haya un equipo de psicólogos, no haya una reunión de padres, no haya nada. Ellas estuvieron muy solas. Afortunadamente esto ha cambiado, pero esto no significa que lo hayamos conseguido. Hay que seguir afinando, porque las víctimas de la violencia sexual siempre arrastran la sombra de la duda. Tienen que probar que son víctimas de violencia sexual.

P: Y eso es lo que se suponía que pretendía corregir la ley del Así es. ¿Usted como periodista especializada en tribunales qué opina?

R: está claro que ha habido un error técnico, un mal cálculo de las repercusiones. La idea general es buena porque la ley es mucho más amplia aunque x cuestiones obvias sólo se haya dado publicidad a su parte final: la que modifica el código penal y baja las penas mínimas. Ahora donde estaban las agresiones tienen q caber los abusos. Visionando la ley en conjunto es positiva porque en ella vemos un intento de proteger más a las mujeres, a las víctimas, con más medios, más recursos y más apoyo a través de las instituciones entre otras muchas cosas. Hemos visto la parte pequeña de una ley mucho más beneficiosa pero , claro, esa parte sí puede ser críticable

P: ¿También cree que hubiese cambiado algo si a Verónica le hubiesen dado una orden de alejamiento de su agresor?

R: Por supuesto. Eso es la evolución, que también hemos evolucionado judicialmente. Cuando él tiene el permiso penitenciario, nadie avisa, no hay una orden de alejamiento y nadie avisa Mari Carmen a su familia de que este hombre va a ir a un pueblo tan pequeño, y entonces ella se lo encuentra y le hace esa pregunta brutal y súper provocadora de “señora, ¿cómo está su hija?” Entonces en la sentencia pone que ella tuvo una explosión mental. Ella no estaba prevenida, no estaba avisada. Entonces esto provocó que hiciera la barbaridad que hizo, porque al fin y al cabo lo que hizo Mari Carmen fue una barbaridad.

P: A mí me llama mucho la atención cómo describe cómo todo el pueblo se puso en contra de una niña de 13 años y apoyó al violador. Es más, cómo a día de hoy siguen apoyando al violador, pese a que el ADN demostró que había sido él. ¿Hay algo sociológico que pueda describir por qué una comunidad entera va en contra de la víctima?

R: Pues eso. A lo largo del libro yo me di cuenta, que Mari Carmen y Verónica estuvieron muy solas y encima en un entorno tan pequeño, que todavía la soledad, esa soledad, esa falta de empatía, esa falta de apoyos, se puede, se puede multiplicar más adelante. Y las víctimas de violencia sexual tienen unos obstáculos, y es que aparte de que están como obligadas a probar que han sido violadas, tienen que ser como víctimas ideales.

P: ¿A qué se refiere?

R: En el pueblo no las creyeron porque decían que ellas eran personas polémicas, controvertidas. Pero bueno, ¿qué tendrá que ver una cosa con la otra? Pues tenían sus problemas con los vecinos. Entonces, eso acrecentó las dudas. Las víctimas ideales. Es igual que cuando sucede una violación a una prostituta, que igual en los medios no se trata de la misma manera. ¿Por qué?

P: ¿Cree que los medios tenemos algo de culpa en este tipo de situaciones? Ya no concretamente en el crimen de Benejúzar. ¿Cree que los medios de comunicación tenemos que cambiar nuestra forma de escribir de los delitos sexuales?

R: Yo creo que lo hemos hecho a lo largo de todos estos años, que hemos avanzado muchísimo, que tenemos mucha más sensibilidad, que sabemos dónde están los límites, hasta dónde sí, y hasta dónde no, podemos llegar. Yo particularmente soy especialmente cuidadosa con esto. Cuando tengo una sentencia de agresión sexual o de menores, nunca pongo datos, nunca doy detalles. Es una agresión sexual, punto. No entro en profundizar en detalles en lo que pongo a la sentencia, porque me parece que eso no lleva a nada, y no nos ayuda. Y otra cosa, en el libro a mí me parece muy importante que, sin pretenderlo, eso me he dado cuenta escribiéndolo, vamos, 20 años, nos vamos en un arco temporal de 20 años, a Verónica la violan en el 98, el juicio de las niñas de Alcàsser había empezado un año antes, a ellas les habían violado en el 92, y termina como Maricarmen en la cárcel en el año 2017. Entra en el 14 y sale en el 17, y en el 16 fue la sentencia de la manada. ¿Qué quiero decir con esto? Que en ese tiempo hemos visto cómo los tribunales y los medios de comunicación hemos madurado y hemos sabido tratar la información y, sobre todo, darle el sitio que le corresponde a las víctimas de violación. Aunque en el juicio de La Manada todos supimos que hubo un voto particular especialmente vergonzoso. Pero fue uno. No fue un. Fue una excepción, no fue la norma, como a lo mejor antes sí que podía suceder.