El aniversario de la proclamación de la II República se celebró como cada año junto a los familiares de las víctimas del franquismo en el cementerio de Paterna y en el conocido como paredón de España, donde fueron fusiladas 2.238 personas tras el fin de la Guerra Civil. La celebración de este año ha sido una de las más emotivas que se recuerdan puesto que la aprobación de la ley de concordia, que proponen PP y Vox, ha retrotraído a estos familiares a la época más oscura, la del propio franquismo, cuando el régimen asesinó a los suyos y trató de borrar su historia y su memoria.

Pero estas personas han representado, representan y representará no solo la memoria de los suyos, sino la viva estampa de la dignidad. Esa misma dignidad que el PP de Carlos Mazón ha decidido tirar por el sumidero para seguir contando con el apoyo de la ultraderecha. En ElPlural.com hamos hablado con tres de esos familiares. Son solo 3 de las 2.238 historias que llenan las fosas, pero sus relatos y sus opiniones valen más que cualquier debate parlamentario.

Las voces de la dignidad

Pedro Luis Alonso Gutierrez es nieto de Ulpiano Alonso Presa, un represaliado que estuvo enterrado junto a 45 personas más en una de las fosas, concretamente la 95, durante 84 años hasta que por fin, el pasado junio, pudo ser enterrado con dignidad. Ulpiano, como cuenta su nieto, era una persona de cierta relevancia en el Puerto de Sagunto y en el mundo sindical de la siderurgia.

Su único crimen, pertenecer a un sindicato. Su sentencia, ser fusilado en un paredón sin haber siquiera habido podido defenderse: “A él lo acusaron de muchas cosas, pero realmente él estuvo al margen de todas aquellas acusaciones, de todos aquellos hechos, y no tuvo ninguna posibilidad de defenderse por más que escribió hasta tres instancias al auditor general de Levante pidiendo, por favor, que le permitieran unos careos; pidiendo por favor que le permitieran aportar testigos y solicitando informes a una serie de personas del régimen y de derechas que él consideraba que podían ayudarle”.

El nieto de Ulpiano tuerce el gesto al ser preguntado por la ley de concordia que pretenden aprobar PP y Vox. Lo tiene claro: “Es una ley enormemente hipócrita y perversa porque emplea un término, como es concordia, con el que todos podríamos estar de acuerdo, pero luego nos damos cuenta que lo que busca es equiparar a víctimas y verdugos. Y no se puede comparar a aquellos que han sido asesinados con sus asesinos. Consideramos que es un paso enorme hacia atrás y, en el fondo, una burla. Una burla a las víctimas y a los descendientes de las víctimas”.

Junto a Luis está Isabel Gómez Iranzo, quien tuvo también en la fosa 95 a su abuelo materno, Alejandro Iranzo Martinez, durante 84 años. Alejandro era un jornalero de Requena que como cuenta su nieta “no era peligroso”. Estaba casado cuando fue fusilado y dejó una viuda y siete hijos, algunos de ellos muy pequeños.

La nieta de Alejandro cuenta que “en la mayoría de las familias imperaba el silencio. Fueron muchos meses en los que mi abuelo estuvo encarcelado y la familia fue señalada. Y después lo mataron sin juicio ninguno y sin defensa, y las familias eran conscientes de cuáles podían ser las consecuencias. En mi caso, como en la mayoría, estaba el miedo, la represión en los pueblos y el señalamiento, mi abuela tenía muchos hijos pequeños. De hecho, su hijo mayor, a los pocos meses de asesinar a su padre aquí en Paterna entró en prisión, lo condenaron a 30 años solo por ser el hijo mayor de un rojo. La familia entera tenía la condena. Mi abuela optó, e intuyo que muy inteligentemente porque era lo que tocaba en ese momento, por el silencio porque necesitaba guardar la seguridad del resto de la familia”.

En cuanto a ley que derogará la antigua ley de memoria democrática y la sustituirá, Isabel asevera que “es una humillación más a las víctimas. Es un ninguneo de la historia y una apropiación indebida del vocabulario para su propio beneficio. Literalmente prostituye el significado de las palabras. Esto sí que abrirá heridas. Esta nueva ley abrirá heridas como ellos dicen. Las víctimas tienen derecho a descansar. Esta ley iguala democracia con dictadura, iguala víctimas con asesinos y verdugos. Es más, esta ley culpa a las familias y a las mismas víctimas de hacerles llegar a las nuevas generaciones un discurso sesgado, basado como ellos dicen en versiones orales del abuelo e incluso nos acusa de ser los responsables de la división social aunque esté claro que no es así, pero las víctimas y los familiares no vamos a parar. No pararemos”.

En el cementerio también está Benedicto Vijuescas Ros. Benedicto acude con una fotografía de su padre, pues sigue en una de las fosas, y una bandera republicana. Benedicto no llegó a conocer a su padre, pero como cuenta… “según la historia, el 27 de julio de 1940 fue fusilado porque todo lo que pasó en el pueblo fue culpa suya y del resto de los que mataron como a él. Todo lo que había pasado, si había llovido o no había llovido, si habían quemado un santo, todo lo hacían los mismos”.

Como el resto de familiares de las víctimas, no puede creerse que se vaya a aprobar la nueva ley. Este hombre afirma con rotundidad: “No se debe de permitir porque si hay una memoria histórica, que ha costado sangre, sudor y lágrimas llevarla a cabo, pues tiene que seguir. Vivimos en un país democrático y eso no hay que tolerarlo”.