El juicio de la pieza I del caso Tándem, conocida como 'King' ha comenzado este lunes en la Audiencia Nacional. En el banquillo se sientan el excomisario jefe de Barajas, Carlos Salamanca, al que la Fiscalía Anticorrupción pide 6 años de cárcel por un delito continuado de cohecho pasivo y otros 4 por un delito contra los derechos de los ciudadanos extranjeros, así como seis meses de prisión para el empresario Francisco Menéndez Rubio. El expolicía está acusado de haber recibido dinero y regalos de Menéndez a cambio de facilitar la entrada de ciudadanos ecuatoguineanos en España.

Sobre el excomisario de la Policía Nacional José Manuel Villarejo, que no está imputado en esta pieza, el empresario y abogado ha señalado que se lo presentó Salamanca, y que cuando saltó el caso comenzó a tener miedo. Yo decido colaborar y mi primer abogado me dijo que “había gente que tenía accidentes con el coche” por temas como este caso. Yo tenía miedo. Estamos hablando de Villarejo que no es precisamente amable en privado y de su mejor amigo, el señor Salamanca, por eso pedí protección para mi familia. El miedo es libre y yo tenía miedo. Están muy dentro del poder: judicial, policial…estoy arruinado completamente y muy jodido. La Fiscalía nunca me ha dicho que no me iba a acusar, al revés, subieron la apuesta conmigo”.

Pagos a cambio de favores

En su declaración, el empresario ha afirmado que sus clientes también funcionaban con dinero en efectivo, y funcionaban con fluidez. “Lo traían en maletas o lo movíamos con bancos. Por el aeropuerto de barajas se introducía dinero y no se declaraba. En una ocasión se retuvo y tuve que liberarlo. Conocí a un empresario guineano ya fallecido que me dijo “Paco creo que deberías conocer a un amigo mío, el comisario Carlos Salamanca, trátalo bien que él te hará favores que tus clientes te agradecerán”. Me dijo que le hacía favores, que lo tenía que cuidar”.

“Salamanca era muy amante del lujo, de la buena vida y del nivel que tenía. Fernando Luengo (el empresario guineano) tenía algunas cosas pendientes con Salamanca, un coche. Yo le dije no te preocupes, no me lo cabrees. Eran 25.000 euros, que yo le di. Se emocionó y dijo “nadie me ha tratado como tú” y a partir de ese día comíamos todos los días y así durante años. Le he visto en fin de semana, en su casa con el coche. Yo me hacía cargo de todo porque él me daba un trato privilegiado en el aeropuerto. Pagué dos o tres facturas de mantenimiento que nunca bajaban de 1.000 euros, yo se lo daba en efectivo para que pagara. El dinero se lo descontaba a mis clientes. Le di los 25.000 euros en persona en el aeropuerto y me sorprendió que lo cogiera. Mi relación con él fue por interés y luego se convirtió en amistad. El comisario jefe de Barajas es super importante, con una sola llamada llegaba a los principales poderes del estado para mi era como conocer a Dios” ha proseguido declarando.

El empresario ha proseguido narrando: “Él me decía, "tratarás bien a tus clientes". Él es muy inteligente, y yo era un pozo sin fondo de dinero. Me decía: ¿Tú sabes lo que gana un policía Paco? Y yo suponía que poco, si me dice que cobre bien a mis clientes, pues me imagino lo que quiere. Le dije que se dedicara a la empresa privada pero me dijo que era policía vocacional. Me consta que otras personas le hacían dádivas y entregas de dinero, me imagino que a cambio de hacerles favores en el aeropuerto”.

De los regalos que recibió el excomisario, ha explicado, entre otras cosas, que le prestó un porche Panamera, “pero en aquella época fue la operación Emperador y no lo quiso comprar pero sí lo utilizó. Cuando llegó el momento de comprarlo ‘Miguel’, un chino de la operación emperador, íntimo amigo como yo, lo compró y lo metió en un parking. Lo utilizó por lo menos un año.

Un comisario amante del lujo

Según la versión del abogado, Carlos Salamanca era un amante del lujo. “Comidas todos los días en casa Piluca, también hacíamos comidas en su casa porque yo llevaba mis Vega Sicilia, mi whisky Macallan, íbamos a fiestas con gítanos, viajes, le regalaba relojes. Es un amante de los relojes, y le daba el lujo para su cumpleaños. Le regalé por lo menos dos, un Rolex de oro de más de 30.000 euros y un Hubblot de oro más barato, y uno más baratito para su hijo que era de caucho".

"La amistad se va adquiriendo con tantas comidas, pero al principio era por negocios. Llevaba más de 30 años de abogado y nunca había visto un comisario. Yo le doraba la píldora y a él le encantaba que fuera así. Al final el ‘paganini’ era el de siempre, yo. Un comisario gana muy poco parece ser, y siempre pagaba yo. Me hizo una propuesta Tito Rosado para que le dejara 60.000 euros para un disco, y me dijo que le hiciera un contrato para de préstamo que nunca devolvió, me dijo que lo dejara. Yo lo hacía con él" ha apostillado.

La relación llegó a ser muy estrecha: "Hay un viaje a Londres con su mujer, yo con mi pareja y otra pareja, la directora de la Clínica San Camilo. Fuimos un fin de semana. Ese año le ofrecí ser el padrino de mi hija que tomaba la comunión y había que bautizarla. El viaje fue para darle coba. No les iba a permitir que me dovolvieran el dinero porque yo era el paganini y ello me hacía los favores".

En cuanto al hecho de que el excomisario permitiera la entrada ilegal en España de personas de Guinea ha afirmado que: “No concurría ninguna circunstancia legal para dar el visado, pero era su potestad libérrima como comisario”. Y sobre su suegra, a la que no le concedían el visado, ha dicho que “nunca conseguía el visto bueno de la embajada de Ecuador, pero gracias a Salamanca le entregaron el visado en frontera. Él me decía que tenía esa potestad”.