El pasado año, el Hospital Universitario Rey Juan Carlos, integrado en la red sanitaria pública de la Comunidad de Madrid, puso en marcha un Sistema de Trazabilidad Inalámbrica del circuito Quirúrgico (STIQ), que, además de obtener el reconocimiento de pacientes y familiares, no ha tardado en comenzar a recibir galardones.

La iniciativa ha sido reconocida como el Mejor Proyecto en Salud Digital 2019 en los Premios New Medical Economics, que concede esta cabecera especializada en información sanitaria.

Galardonados en los premios NME 2019.

El sistema, pionero a nivel nacional, supone una parte clave de toda la estrategia de transformación digital que persigue el centro, y que busca “mejorar la calidad y seguridad del circuito quirúrgico”, subraya el Dr. Juan Rey, jefe del Servicio de Cirugía Oral y Maxilofacial y uno de los principales investigadores y promotores del STIQ.

Para ello se han desarrollado tres ejes fundamentales:

1. Pulseras con geolocalización: A la persona que va a ser intervenida se le coloca un pulsera que permite saber en qué punto del circuito quirúrgico está en todo momento.

Esta información, actualizada en tiempo real, está disponible tanto para los profesionales como para los familiares, de manera que estos puedan conocer, próximamente a través de su teléfono móvil, en qué punto del proceso se encuentra el paciente. “Esta medida va a reducir la ansiedad y hacer posible que no tengan que estar en la sala de espera todo el tiempo”, recalca el Dr. Rey.

Los datos actualizados son claves también para el personal sanitario. “Se reduce de forma muy importante el volumen de llamadas internas para comunicar, por ejemplo, que el paciente ya está preparado o que la intervención ha finalizado”, indica.

Todo el proceso está automatizado, de manera que no depende de ninguna acción manual.

De este modo, “mejora la gestión de los recursos y proporciona una visión global de cómo está funcionando el conjunto de los quirófanos”, precisa el Jefe del Servicio de Cirugía Oral y Maxilofacial. “Si uno se enlentece y otro va más rápido, se pueden reubicar procedimientos a lo largo de la jornada”, aclara. “Aunque hay unos tiempos medios de cada proceso, con un histórico anual, ahora, independientemente de eso, conocemos cómo se está trabajando ese día, lo que permite mejorar el rendimiento del bloque”, precisa.

De la misma manera el sistema hace posible programar en el mismo tiempo mayor número de procedimientos, ya que gestionar mejor los “tiempos muertos”.

Pulseras del HURJC

2. Sistema de alertas: Cada pulsera vinculada al paciente lleva asociado un sistema de alertas que permite saber si el paciente “precisa profilaxis antibiótica, es alérgico a algún fármaco o tiene alguna necesidad especial a la hora de planificar la actividad, como en el caso en el que se requiere un arco de rayos o un instrumental determinado”, advierte este cirujano. Esta información actualizada, con todos estos requerimientos asociados, la puede ver el personal sanitario con un filtro específico en las diferentes pantallas colocadas en los quirófanos y en la sala de reanimación, a través de iconos definidos por los profesionales.

Pantallas del bloque quirúrgico del HURJC

3. Control por voz y gestos: Como punto de mejora con desarrollo posterior, va a incorporar un sistema de control por voz y gestos de dispositivos del quirófano, que permite llevar a cabo, por ejemplo, el registro del listado de verificación quirúrgica, conocido como ‘check list’.

“A lo largo de todo el proceso se realizan tres pausas: antes de entrar en quirófano, antes de empezar la intervención y al finalizar ésta”, relata a este medio el doctor Rey. “En ellas hay que cumplimentar unos formularios, respondiendo a una serie de preguntas clave definidas por la OMS, relacionadas con la identidad del paciente, los antecedentes, el tipo de intervención, el personal presente, la lateralidad, la disponibilidad de material o, por ejemplo, el contaje de gasas al finalizar la intervención”, detalla.

Lo que hace el sistema puesto en marcha por el Hospital Universitario Rey Juan Carlos es facilitar la realización de estos protocolos, al realizar por voz la segunda y la tercera fase.

“En todas las auditorías siempre salen cifras muy bajas en este sentido, y haciéndolo de este modo se puede llevar a cabo de manera segura, rápida y automática”, eliminando además duplicidades del registro, advierte del Dr. Rey. “Muchas veces se hacía en papel y se volcaba después al ordenador. Ahora la persona encargada de ello puede emplear su tiempo en otras funciones”, apunta.

Del mismo modo, distintos dispositivos electrónicos del bloque quirúrgico pueden manejarse por medio de controles de voz o gestos. A través de comandos personalizables para cada usuario el cirujano “puede utilizar el ordenador que hay en la pared del quirófano, consultar el historial, hacer peticiones; navegar por el visor de rayos, cambiando el filtro o tomando medidas de una determinada lesión, manejar las luces del quirófano o incluso controlar el microscopio o el neuronavegador”, cuenta el Dr. Rey.

“Hasta ahora tenía que haber una persona pendiente de transmitir toda la información desde la mesa de quirófano a estos dispositivos”, indica este médico. En buena parte de los casos, esta necesidad se elimina, de modo que “simplificamos el trabajo y minimizamos errores”.

Una innovación hecha por personas, para personas

El valor principal del proyecto, subraya este cirujano, es que “está hecho por personas- un grupo realmente multidisciplinar de trabajadores- con el foco puesto en personas: los pacientes, sus familiares y los profesionales sanitarios”. Esto es lo que aporta, en su opinión, “valor real” a estas iniciativas.

“Las posibilidades de que cualquier proyecto de innovación eche raíces en un centro, pasan porque sean los profesionales, los pacientes, y también los familiares, quienes expresen sus necesidades, participando en su diseño, desarrollo e implantación, dando, de esta manera, respuesta a las mismas”, concluye.