El cómo nos vamos a dormir en los últimos tiempos ha cambiado mucho en la última década. Antes nos acostábamos sin tener que llevar un maletín para hacer el viaje a la cama. Como mucho, nos acompañaba un libro. Ahora, todos llevamos el cargador, el móvil, la tablet, algo para beber y algo por si nos extendemos en nuestra frase presueño y nos da hambre. Como podrás suponer ni esos ni otros muchos hábitos que hacemos cotidianamente son buenos para nuestro cuerpo. Te contamos los diez que deberías evitar a toda costa:

1. Hacer cenas muy copiosas

Seguro que te ha pasado alguna vez. Has cenado copiosamente antes de ir a dormir y por la mañana recuerdas sueños dignos de cualquier película de ciencia ficción. Pero esto no es del todo cierto. John Allan Hobson, profesor emérito de psiquiatría de Harvard y experto en el noble arte de dormir, explicaba hace un tiempo que cuando cenamos mucho o consumimos alimentos que resultan indigestos, los sueños suelen ser igual de raros que habitualmente. Pero hay algo que afecta directamente a la calidad de nuestro descanso: el esfuerzo que pedimos a nuestro estómago.

Debido a esa alta actividad, tendemos a despertarnos en varias ocasiones de forma muy breve, cuestión que nos hace recordar lo último que hemos soñado. El mito de los sueños raros viene de ahí, ya que recordamos trozos intermitentes de sueños que nuestro cerebro enlaza sin sentido por la mañana.

2. Mirar la tablet o el móvil una hora antes de ir a dormir

Una investigación realizada por la Universidad de Connecticut, aseguraba que exponernos a la luz azul de nuestros smartphones, tabletas u ordenadores portátiles antes de irnos a dormir provoca interrupciones en nuestros ritmos circadianos, que vienen a ser el reloj biológico humano que regula las funciones fisiológicas de nuestro cuerpo. 

Los ritmos circadianos son especialmente sensibles a los estímulos de luz. Y si no pregúntale a cualquier astronauta, que por sus condiciones de trabajo se ve privado de los ciclos día y noche con todo lo que eso implica.

Pero no hace falta irse al espacio para cargarse nuestro descanso y saturar a nuestro organismo. Las pantallas de los PC, tablets o teléfonos móviles han sido vinculados a varios problemas de salud que van desde la obesidad, la depresión o la diabates, hasta el cáncer. Según argumentaba Richard Stevens, autor principal de la investigación, "todo empezó con la electricidad. Ahora disponemos de una luz brillante en medio de la noche, lo que altera nuestra fisiología circadiana casi de inmediato". 

3. Discutir con tu pareja

Si realmente valoras tu relación emocional, este punto es más importante de lo que crees. Y no solo porque el cabreo monumental afecte a la calidad de tu sueño (así como a tus cervicales el dormir en el sofá), sino porque repercutirá de forma irremediable a vuestra relación personal. Según un estudio reciente, una de las mayores causas de conflictos en las relaciones emocionales es lo que denominan la lucha del poder, lo que viene a ser concretar quién es la víctima y quién el verdugo. 

Cuando vivimos esta tensa situación, nos inclinamos por dos opciones: afrontarla o largarnos. Muchos aseguran que es mejor hablar las cosas cuando se ha pasado el calentón, pero según otra investigación de la misma Universidad, irse a la cama con emociones negativas tiene graves consecuencias, ya que provoca que estas se refuercen o se conserven.

Hay otro hecho que afecta notablemente al descanso: no sentirte valorado por tu compañero o compañera sentimental. Según publicaron recientemente un grupo de investigadores en la revista especializada Social Personality and Psychological Science, la frustración de no sentirse querido, comprendido o creerse infravalorado por nuestra pareja nos pone tensos, nos estresa y nos impide disfrutar de un sueño reparador.

4. Contar ovejas

Uno de los 'axiomas populares' más extendidos es el de contar ovejas cuando Morfeo se niega a aparecer y acunarnos en sus brazos. Esta costumbre, de origen incierto, parte de la base de que el aburrimiento hará que nos durmamos. Pero nada más lejos de la realidad: es lo peor que puedes hacer.

Estas fueron las conclusiones de un equipo de investigadores de la Universidad de Oxford. Invitaron a más de un centenar de personas insomnes a intentar dormir con ellos unos días. Después, les separaron en dos grupos: uno debería contar ovejas antes de dormir y el otro imaginar escenas relajantes.

Las conclusiones destrozaron el mito popular: aquellos que contaron el ganado tardaron un promedio de 20 minutos más en conciliar el sueño que sus compañeros del otro grupo. 

5. Dar vueltas en la cama

Aunque parezca contradictorio, los psicólogos aseguran que una de las peores cosas que puedes hacer es dar vueltas en la cama mientras Morfeo se digna a aparecer. No solo contribuirás a alimentar el estrés y la ansiedad por no poder dormirte, sino que vincularás irremediablemente el momento del sueño con una tortura.

Lo más recomendable es que te levantes y durante 20 o 30 minutos hagas cualquier actividad relajante lejos de la cama y de la habitación. Transcurrido ese tiempo, vuelve a intentarlo. Seguramente obtengas mejores resultados.

6. Ver la televisión en la cama

Al igual que los dispositivos portátiles, la luz de la televisión afecta a nuestros ritmos circadianos y daña la liberación natural de la hormona melatonina, que es la responsable de favorecer el sueño. 

Además, teniendo en cuenta la calidad de los programas actuales, no sabemos cómo puede sentar a tu salud psicológica.

7. Trabajar en la cama

Un estudio realizado por la División de Medicina del Sueño de la Universidad de Harvard aseguraba que ocho de cada diez jóvenes profesionales se llevaban el trabajo a la cama, algo que según ellos afecta a nuestra percepción de nuestro descanso a consecuencia de la relación que nuestro cerebro hace entre la cama, el dormitorio y el acto de dormir.

Es decir: nuestro cerebro acaba asumiendo que la cama es también un lugar de trabajo.