Con la mirada del mundo puesta en el Vaticano, el próximo miércoles 7 de mayo comienza el cónclave para elegir al sucesor del papa Francisco. Se trata de un acontecimiento cargado de simbolismo, liturgia y normas estrictas que beben de siglos de tradición. Para seguir su desarrollo con claridad, conviene familiarizarse con el lenguaje propio del evento: un glosario de términos, fórmulas y procedimientos que se activan solo en momentos de transición papal.

  • Sede Vacante: Periodo en el que la Santa Sede queda vacante tras la muerte o renuncia de un Papa, hasta la elección de su sucesor. Durante la sede vacante, cesan sus cargos los altos funcionarios vaticanos (secretario de Estado, prefectos, etc.), y la administración cotidiana recae en el Camarlengo y el Colegio Cardenalicio. Todas las comunicaciones oficiales del Vaticano durante este tiempo llevan el rótulo “Sede Vacante”, indicando la ausencia de un Pontífice.
     
  • Novemdiales: Nombre tradicional de los nueve días de luto oficial tras el fallecimiento de un Papa. En este periodo se celebran misas diarias en honor al pontífice difunto y sus exequias (funeral), culminando antes del inicio del cónclave. Estas ceremonias sirven de homenaje y preparación espiritual de la Iglesia antes de elegir al nuevo líder.
     
  • Camarlengo: Cardenal encargado de administrar los bienes y asuntos temporales de la Santa Sede durante la sede vacante. Entre sus funciones está verificar oficialmente la muerte del Papa (tradicionalmente, llamándolo tres veces por su nombre de pila), sellar sus aposentos privados y convocar al Colegio Cardenalicio para las tareas previas al cónclave. El camarlengo organiza también los funerales papales y actúa como figura de coordinación hasta la elección del nuevo pontífice.
     
  • Colegio Cardenalicio: Conjunto de todos los cardenales de la Iglesia Católica. Durante la sede vacante, el Colegio (bajo la dirección del camarlengo y, en algunos actos, del decano de los cardenales) asume de forma colegiada ciertas responsabilidades de gobierno limitado de la Iglesia. Además, todos los cardenales (electores y no electores) se reúnen en las congregaciones generales para organizar el cónclave. Una vez elegido el Papa, el Colegio pierde esas funciones transitorias, retornando cada cardenal a su rol habitual.
     
  • Congregaciones Generales: Asambleas de todos los cardenales que se realizan en los días previos al inicio formal del cónclave. En estas reuniones, celebradas a puerta cerrada, los cardenales discuten asuntos urgentes de la Iglesia, preparan los detalles logísticos de la elección y comparten perspectivas sobre los desafíos y el perfil del futuro Papa. Las congregaciones generales garantizan que, antes de entrar en cónclave, los purpurados estén informados y hayan reflexionado comunitariamente sobre la situación de la Iglesia y sus necesidades.
     
  • Papable: Término informal que se utiliza para describir a cualquier cardenal considerado como posible candidato a ser elegido Papa. En los días de precónclave es habitual que medios y analistas elaboren listas de “papables” en base a su perfil, influencia o votaciones anteriores. Sin embargo, es solo una expresión periodística – no oficial – y la historia ha demostrado que quien entra al cónclave como favorito puede salir simplemente como cardenal (antiguo dicho romano“Quien entra papa al cónclave, sale cardenal”).
     
  • Misa Pro Eligendo Papa: Ceremonia litúrgica solemne celebrada en la Basílica de San Pedro la mañana en que inicia el cónclave. Su nombre en latín significa “Misa para la elección del Papa”. En esta misa participan todos los cardenales (electores y mayores de 80 años), y suele ser presidida por el decano del Colegio Cardenalicio. Su objetivo es invocar la guía del Espíritu Santo sobre los electores; de hecho, durante la misma se entona el himno latino “Veni Creator Spiritus” pidiendo inspiración divina. Al concluir la liturgia, los cardenales electores se despiden del mundo exterior: a partir de ese momento quedan incomunicados hasta el final del cónclave.
     
  • Capilla Sixtina: Capilla del Palacio Apostólico del Vaticano donde se llevan a cabo todos los cónclaves desde 1878. Famosa por los frescos de Miguel Ángel en su techo y muro del altar, la Capilla Sixtina se convierte en sala de votación una vez fallecido el Papa. Es acondicionada especialmente para el evento (por ejemplo, nivelando el piso e instalando una estufa con su chimenea) y permanece cerrada al público durante los preparativos y mientras duran las votaciones. Bajo la bóveda de la Sixtina, los cardenales emiten sus votos en un ambiente de oración e historia, rodeados de representaciones del Juicio Final y escenas bíblicas.
     
  • Casa Santa Marta: Residencia dentro de la Ciudad del Vaticano donde se alojan los cardenales electores durante la celebración del cónclave. Este alojamiento comunitario, ubicado cerca de la Basílica de San Pedro, garantiza condiciones de aislamiento y comodidad para los purpurados. Los cardenales se trasladan entre la Casa Santa Marta y la Capilla Sixtina en grupos y bajo estricta vigilancia, sin contacto con el exterior. Las normas de clausura se extienden a esta residencia: está prohibido el uso de teléfonos, internet, radio/TV o cualquier comunicación mientras dure la elección, asegurando el secreto absoluto del proceso.
     
  • Cónclave: Del latín cum clavis (“bajo llave”). Es la reunión a puerta cerrada de los cardenales electores en la Capilla Sixtina para elegir al nuevo Romano Pontífice, mediante votación secreta. Se llama así porque los participantes permanecen literalmente encerrados con llave hasta lograr una decisión. Esta práctica de aislamiento estricto fue establecida tras el cónclave más largo de la historia (1268-1271), cuando el papa Gregorio X decretó en 1274 que los cardenales debían permanecer incomunicados para evitar presiones externas y acelerar la elección. Actualmente, el cónclave inicia entre 15 y 20 días después de la muerte del Papa (en este caso, el 7 de mayo) y sigue las normas de la constitución apostólica Universi Dominici Gregis.
     
  • Extra Omnes: Expresión en latín que significa “¡Todos fuera!”. Con estas palabras el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias ordena, al comienzo oficial del cónclave, que todas las personas ajenas abandonen la Capilla Sixtina. Tras esta orden –que marca el inicio de la estricta clausura– se cierran las puertas de la capilla. Solo permanecen dentro los cardenales electores y un número muy reducido de asistentes autorizados (por ejemplo, algunos eclesiásticos para confesiones), quienes inmediatamente después también prestan juramento de secreto. Extra omnes simboliza el momento en que los cardenales quedan solos, bajo llave y ante su responsabilidad de elegir al nuevo Papa.
     
  • Clausura (Encierro): Estado de aislamiento total impuesto a los cardenales electores (y al personal asistente autorizado) durante el cónclave. Desde el momento del extra omnes, los participantes quedan completamente incomunicados: no pueden recibir visitas, ni correspondencia, ni utilizar teléfonos o dispositivos; cualquier contacto con el exterior está prohibido. Esta clausura se aplica tanto dentro de la Capilla Sixtina como en la Casa Santa Marta y los trayectos entre ambas. El objetivo es garantizar el secreto y la independencia de la elección papal, evitando cualquier injerencia o filtración. La medida subraya la seriedad y espiritualidad del proceso: los cardenales están “encerrados” dedicados exclusivamente a la oración, deliberación y votación.
     
  • Escrutinio: Nombre que recibe el proceso formal de votación durante el cónclave. En cada escrutinio, cada cardenal elector escribe en un papel el nombre de su candidato (papeleta), la dobla y la deposita en una urna sobre el altar de la Sixtina. Luego, un grupo de cardenales escrutadores recuenta los votos. Si nadie alcanza la mayoría requerida, los votos se queman (generando fumata negra) y se procede a otro escrutinio. Se realizan hasta cuatro votaciones por día (dos por la mañana y dos por la tarde). El procedimiento completo de un escrutinio abarca tres fases: pre-escrutinio (preparación de papeletas y selección al azar de escrutadores, infirmarios y revisores), el escrutinio en sí (emisión y conteo de votos) y el post-escrutinio (verificación y quema de papeletas). Este riguroso proceso, establecido por las normas vaticanas, busca asegurar una elección válida y absolutamente secreta.
     
  • Quórum (mayoría de dos tercios): Número mínimo de votos necesarios para que un candidato sea válidamente elegido Papa. Actualmente se exige una mayoría calificada de al menos dos tercios de los cardenales presentes. Por ejemplo, si hay 120 cardenales votantes, el nuevo pontífice debe obtener 80 votos como mínimo. Esta regla fue confirmada por Benedicto XVI en 2007, eliminando la posibilidad de elegir por mayoría simple incluso tras muchos escrutinios. Si tras múltiples votaciones ningún candidato logra los dos tercios, se puede aplicar un mecanismo especial de votación entre los dos nombres más apoyados (ballotaggio), pero manteniendo siempre la exigencia de dos tercios. El quórum reforzado asegura un amplio consenso en torno al nuevo Papa.
     
  • Fumata negra: Señal de humo negro que se eleva desde la chimenea instalada en el techo de la Capilla Sixtina. Indica al mundo exterior que no se ha alcanzado aún la mayoría necesaria en la votación y, por tanto, todavía no hay Papa. Tras cada ronda fallida de votaciones, las papeletas se queman junto con una mezcla química que produce humo de color oscuro. La fumata negra se puede dar varias veces durante el proceso y es observada expectantemente por los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, ya que mantiene la incertidumbre sobre el resultado. No habrá fumata blanca hasta que un candidato supere el umbral de votos requerido.
     
  • Fumata blanca: Señal de humo blanco que anuncia al mundo la elección de un nuevo Papa. Ocurre en el momento en que un cardenal logra los votos necesarios y acepta su elección. Las papeletas de esa votación final se queman añadiendo sustancias químicas especiales que producen un humo blanco distintivo. Minutos después de la fumata blanca, repican las campanas de la Basílica de San Pedro para confirmar la buena nueva. Esta imagen de humo claro saliendo de la chimenea de la Sixtina es quizás la señal más emblemática del cónclave – en cuestión de instantes, millones de personas alrededor del mundo la reconocen como el anuncio de que “Habemus Papam” (¡tenemos Papa!).
     
  • Habemus Papam: Frase en latín que significa “¡Tenemos Papa!”. Es la fórmula tradicional con la que se proclama públicamente que ha sido elegido un nuevo pontífice. El anuncio completo – pronunciado desde el balcón central de la Basílica de San Pedro – es: “Annuntio vobis gaudium magnum: habemus Papam!” (“Les anuncio una gran alegría: ¡tenemos Papa!”). Lo realiza el cardenal protodiácono instantes después de la fumata blanca, presentando el nombre y origen del Papa electo. Este momento, transmitido en vivo al mundo, es de enorme impacto simbólico: marca el fin de la sede vacante y el comienzo del nuevo pontificado, desatando la alegría de los fieles en la Plaza de San Pedro y en todo el orbe católico.
     
  • Cardenal Protodiácono: Es el cardenal de orden diaconal más antiguo (con más años en el cargo de cardenal diácono). Una de sus funciones centrales ocurre al final del cónclave: le corresponde anunciar formalmente al pueblo la elección del nuevo Papa. Desde la Loggia (balcón) de la Basílica de San Pedro, el protodiácono pronuncia el Habemus Papam seguido del nombre de pila del cardenal elegido y el nombre pontifical que este ha escogido. En el cónclave actual, el encargado de esta proclamación será el cardenal protodiácono designado (por ejemplo, en 2013 lo hizo el francés Jean-Louis Tauran; en 2025 recae en el protodiácono de turno). Su papel otorga un rostro y voz al anuncio más esperado del proceso.
     
  • Sala de las Lágrimas: Apodo de la pequeña sala contigua a la Capilla Sixtina a la cual se retira inmediatamente el Papa recién elegido, antes de presentarse al público. Oficialmente es la sacristía de la Sixtina, pero se la llama “sala de las lágrimas” porque se dice que muchos pontífices, abrumados por la emoción y la responsabilidad, han derramado lágrimas allí. En esta habitación privada esperan tres juegos de vestiduras papales (túnicas blancas de distintas tallas) para que el nuevo Papa se revista con el atuendo adecuado. Es un momento íntimo: el pontífice electo ora brevemente, se cambia con la sotana blanca y asimila la magnitud de la misión, antes de volver a la Capilla Sixtina para saludar a los cardenales como Papa y luego salir al balcón para el Habemus Papam. La imagen de ese cuarto silencioso simboliza la humanidad del Papa ante la gran tarea que se le ha confiado.
     
  • Urbi et Orbi: Bendición solemne que el nuevo Papa imparte “a la ciudad (de Roma) y al mundo” tras su elección. Tiene lugar desde el balcón central de la Basílica de San Pedro inmediatamente después de su presentación pública. Tras anunciarse Habemus Papam y presentarse al pontífice, este concede la bendición Urbi et Orbi, que conlleva indulgencia plenaria para los fieles presentes (y, bajo ciertas condiciones, también para quienes la siguen por los medios). Esta fórmula de bendición papal se reserva para momentos especiales: además de la elección de un nuevo Papa, se da cada año el día de Navidad y el domingo de Pascua. En el contexto del cónclave, la Urbi et Orbi del Papa electo cierra con broche de oro todo el proceso, extendiendo sus primeras palabras y bendición a toda la Iglesia y el mundo.
     
  • Anillo del Pescador: Anillo de oro macizo que porta el Papa, símbolo de su autoridad como sucesor del apóstol San Pedro (que fue pescador). Lleva grabada la imagen de San Pedro pescando y el nombre del Papa en latín alrededor. Al término de cada pontificado, el Anillo del Pescador es ceremonialmente destruido o inutilizado mediante incisión. Esta destrucción (realizada por el camarlengo en presencia de otros oficiales) evita que el sello papal pueda ser usado indebidamente durante la sede vacante – antiguamente, el anillo servía para sellar documentos pontificios. La rotura del anillo de Francisco, por ejemplo, marcó simbólicamente el fin de su pontificado. El nuevo Papa recibirá un anillo del pescador nuevo, confeccionado con su nombre, durante la Misa de Inicio de su ministerio petrino.
     
  • Universi Dominici Gregis: Constitución apostólica promulgada por el papa Juan Pablo II en 1996 que establece el procedimiento a seguir durante la sede vacante y el cónclave. Es, en esencia, la “ley” vigente de la elección papal. Este documento detalló reglas sobre plazos, forma de votación (siempre mediante escrutinio secreto), el aislamiento de los cardenales, etc. y ha sido ligeramente modificado después: el papa Benedicto XVI introdujo cambios en 2007 (mediante el Motu Proprio De aliquibus mutationibus) y en 2013 (Motu Proprio Normas nonnullas) para ajustar algunos detalles – por ejemplo, confirmar la mayoría de dos tercios en todos los casos y permitir adelantar el inicio del cónclave si todos los electores estaban presentes. Universi Dominici Gregis sigue siendo la base legal que garantiza un proceso uniforme, secreto y libre de influencias externas en la elección del Sumo Pontífice.

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