No. No es ciencia ficción. Tampoco el presidente de los Estados Unidos de turno está en peligro ni todas las esperanzas están depositadas en la mente más preclara del país o el piloto más experimentado para acabar con una amenaza alienígena. Es tan real como la vida misma. El Capitolio celebró este pasado miércoles una subcomisión del Comité de Supervisión de la Cámara de representantes, donde se escucharon durante más de cuatro horas los testimonios de tres “valientes” sobre sus experiencias con objetos volantes no identificados (OVNIS). David Grusch, ex oficial de la inteligencia de la Fuerza Aérea, David Fravor, comandante retirado de la Marina y Ryan Graves, expiloto de la Armada, relataron sus vivencias en lo que respecta a avistamientos, pero también aseguraron que el Pentágono tiene en su poder restos de naves alienígenas y “restos no humanos”. ¿Qué hace a esta historia tan llamativa? Que todos ellos declararon bajo juramento y, ahora, alimentan a quienes en su momento construyeron todas esas historias que se salen de los límites de la realidad.

La comunidad ufológica de la Tierra saca pecho ahora tras la comparecencia de estos tres oficiales bajo estricto juramento. El objetivo primordial de esta audiencia, la primera de una extensa serie, pasa por forzar al Pentágono a difundir la información clasificada de la que disponen para, a ojos de un congresista republicano, “levantar la tapadera”. Tim Burchett, congresista por Tennessee, adujo que los ciudadanos no pueden tener confianza ciega en un “gobierno que no se fía de sus propios” compatriotas. Su compañero de filas por Kentucky, Glenn Grothman, a la sazón presidente del subcomité, aspira a liquidar las “salvajes especulaciones” sobre la naturaleza de los objetos volantes no identificados porque entiende que “no necesitan a nadie”. Es decir, “hechos” para ratificar o liquidar los rumores.

Tras una extensa introducción por parte de los congresistas, los protagonistas tomaron el testigo para relatar con todo lujo de detalles sus experiencias con naves de origen extraterrestre. Esta comparecencia, que se ha intentado en otras tres ocasiones, cobraba especial relevancia ante el cambio de nombre que recibirán estos objetos. Para romper todo tipo de tabúes, el Gobierno estadounidense y los legisladores prefieren catalogarlos como “fenómenos aéreos sin identificar” (UAP).

Encuentros en la tercera fase

El primero en abrir la lata fue Graves. El expiloto de la Marina estadounidense arrancó con un dato estremecedor: “Mientras estamos hablando, nuestro cielo está lleno de UAP, cuya existencia no se denuncia lo suficiente. Los avistamientos no son raros ni aislados. Son la rutina. El estigma de los UAP es real y plantea un desafío poderoso a la seguridad nacional”. Impactantes declaraciones que encogieron el corazón de los presentes y de la sociedad en su conjunto, al provenir de un oficial de alto rango y al estar sujetas a juramento.

Graves: “Mientras estamos hablando, nuestro cielo está lleno de UAP, cuya existencia no se denuncia lo suficiente. Son la rutina"

Su experiencia data de 2014. De hecho, señaló que es el año cuando “todo empezó”. En aquel momento, pilotaba un F-18 y durante un vuelo que partió de la costa Este, a la altura de Virginia Beach, observó un “cubo gris oscuro o negro dentro de una esfera transparente que se acercó a 15 metros del avión que encabezaba la flotilla”. Graves aseguró que en aquel momento calcularon que su tamaño podría oscilar entre 1,6 y 3 metros de diámetro. “Pronto, esos encuentros se volvieron tan frecuentes que discutíamos el riesgo de encontrarnos con UAP como parte de la preparación al vuelo”, continuó el piloto, antes de ser interrumpido por Grothman, quien abogó por “permitir a los pilotos, tanto militares como comerciales, denunciar los avistamientos sin temor a represalias”.

"Es confidencial"

Tras Graves, cogió el testigo Grusch, cuyo testimonio sería aún más sobrecogedor. El ex oficial de inteligencia aseguró que los ideales de la “verdad y la transparencia” son los que le empujaron a convertirse en lo que en fueros de Washington se conoce como un whistleblower (denunciante). En 2020, el Pentágono crea el programa UAP, donde se integró un Grusch que ha dedicado 14 años de su vida al servicio. Un año después, se decidió a investigar por su cuenta y riesgo, empujado por “informes preocupantes de múltiples compañeros y militares respetados, en activo o retirados” que dejaban a las claras que el Gobierno americano “opera en secreto, sin la supervisión del Congreso”.

Grusch reveló que fue a raíz de esta decisión cuando sintió que puso su vida en peligro. “Y ciertamente, ha habido colegas míos brutalmente represaliados administrativamente por hablar”, prosiguió el testigo, quien estima que esta es la razón por la que tan solo un 5% de los avistamientos son denunciados. En este momento, el congresista demócrata por California, Robert García, reclamó al comité que mantuviera una mentalidad abierta, antes de preguntar a Grusch si consideraba que la Administración tenía algunos UAP en su poder. “Absolutamente, sí. Me lo confirmaron 40 testigos a lo largo de cuatro años”, espetó. Sin embargo, este testimonio quedó enterrado bajo la revelación que estaba a punto de hacer y que señala directamente al Pentágono por esconder “restos no humanos”. Tras ser interrogado por su ubicación, el ex oficial respondió con una tajante afirmativa, amén de añadir que avisó a las autoridades pertinentes. No obstante, esta última información no la compartió ante el Capitolio.

En último término, Fravor se remitió a una jornada de maniobras en 2004, cuando pilotaba un Strike Fighter en la costa de San Diego. Un controlador les informó en un momento dado de que había que suspender las maniobras, pues llevaban varias semanas reportando avistamientos con artefactos que descendían a gran velocidad, de 80.000 a 20.000 pies, quedándose durante horas en esa misma posición. Entonces, el comandante retirado describió el movimiento de uno de ellos sobre el agua, como “una pelota de ping-pong”. “No soy un fanático de los OVNIS”, apuntó el militar, quien a continuación confesó que lo que vio durante un periodo de cinco minutos “es algo que nunca antes o después” había visualizado. Se trataba, según sus palabras, de una “tecnología increíble”, enmarcada en un encuentro que él mismo cataloga como el “más importante avistamiento de la historia”. “No creo que esta tecnología esté al alcance de ningún país sobre la faz de la Tierra”, remató.