Corre el escalafón en la Iglesia. Al menos en Madrid. El cardenal Carlos Osoro, de 78 años, cuelga el báculo pastoral y se retira de la actividad eclesiástica, abriendo un nuevo camino en la archidiócesis regional. Desde El Vaticano ya han decidido quién será su sustituto. El Papa Francisco ha confiado la tarea de sustituirlo al que hasta entonces era uno de los prelados auxiliares. Se trata de José Cobo Cano, un hombre de corte progresista, conocido por una visión más aperturista de lo común entre la jerarquía. No obstante, ante los micrófonos de la Cadena SER admitió que no casaría a dos homosexuales debido a la “tradición y forma de ver la vida” de la Iglesia. “Es como si me preguntan si celebraría una eucaristía con Cocacola”, aseguró ante las preguntas de Aimar Bretos.

“No casaría a dos gays, pero no por casarles. Según la Iglesia, en su tradición y forma de ver la vida, yo creo que el matrimonio es para el hombre y la mujer”. Con estas palabras despachó el nuevo arzobispo de Madrid una de las preguntas más complejas que Aimar Bretos le trasladó en el programa de Hora 25 de este pasado miércoles. José Cobo Cano explicaba que, desde el punto de vista “cristiano”, el “don del matrimonio” no es sino la “complementariedad entre el hombre y la mujer”. “Si quieren ser creyentes, yo acojo y acogería a todos”, enfatizó el prelado.

En cualquier caso, retomando la pregunta original, Cobo Cano señaló que sería como “celebrar una eucaristía con cocacola”. El arzobispo sostiene que cuando los cristianos celebran lo hacen en base a unas “pautas históricas”, por lo que ahora mismo no sería posible. “No en sacramento”, matizó el clérigo, argumentando que este es un conglomerado de “consistencia y tradición” sostenido por la Iglesia y por sí mismo. “El sacramento tiene unas pautas y la relación entre dos personas tiene otras pautas. El problema de esto es que la tradición de la Iglesia se tiene que pegar con la tradición de este momento”, continuó Cobo, antes de lanzar una propuesta de “diálogo” sin asumir necesariamente “las nuevas antropologías que van surgiendo”.

Considera que se puede dialogar sobre ellas, pero sin imponerse. “Pido que la sociedad respete nuestra tradición y el sistema de entender un sacramento. En este caso, el del matrimonio”, agregó el flamante arzobispo de Madrid, quien subrayó que deben “acompañar a la persona” en busca de su identidad, pero sin etiquetas y siempre en el marco de la “fe”. “En nuestras parroquias, antes de decir sacramento sí o sacramento no, decimos ‘puerta abierta y contigo estamos a muerte”, matizó el prelado.

Dios no es Harry Potter

Cobo Cano, tras abandonar el polémico asunto que supone para el escalafón eclesiástico el matrimonio homosexual, se enfrentó a otra pregunta-mantra habitual: “¿Cómo Dios permite que mueran los cinco hijos de Juana y su marido le pegue?”. Una pregunta, que el nuevo arzobispo afrontó con otro interrogante. “¿Y cómo permitió que su hijo muriera en la cruz?”, lanzó el prelado madrileño. Más allá de eso, el arzobispo explicó que “Dios ha pasado por la vida de Juana”, pero es que no es algo mágico. “No es Harry Potter, que viene solucionando, sino que hace una cosa que solo puede hacer Dios, cuando estamos mal. Él se queda ahí y eso lo he visto muchas veces. Por eso sé que los pobres y los últimos son los primeros que nos van a enseñar la fe”, explicó.

Más allá de esta explicación, Cobo Cano explicó sus líneas maestras ante un caso de abusos sexuales. Una receta a priori sencilla: “denunciar, aplicar el protocolo y escuchar a las víctimas”. “Desde hace cuatro años que tuvimos una intuición, el Cardenal Osorio abrió esa espita y es el iniciar un proyecto de acompañamiento a cualquier víctima”, explica el arzobispo, ahondando en situaciones vividas en este sentido. “Eso nos ha llevado a cambiar muchas cosas, sobre todo mentalidades. No se puede dejar de escuchar el dolor de las víctimas, que cada vez son más”, resumió.

En cualquier caso, Cobo Cano ha admitido que “perdonaría” a un “cura abusador” porque la misericordia es el leitmotiv de la Iglesia Católica. “Nunca niega el perdón. Nunca. Jesús dio el perdón al que le estaba matando. El único poder que tiene la Iglesia es el perdón. No hay otro. No tiene dinero, por mucho que digan. Sabemos que nuestro poder es perdonar. Es una línea roja que no podemos pasar nunca porque todo el mundo merece el perdón”, justifica, al tiempo que exhibía su “perplejidad” ante la falta de colaboración de algunas diócesis en la entrega de documentación y datos sobre abusos sexuales.