España es el país que más ansiolíticos consume en relación a Europa, y es que aquí se tiende a recetar con relativa facilidad fármacos para afrontar problemas de salud mental que derivan a su vez en dificultades para conciliar el sueño. Esto es una prueba más de que, con la pandemia estabilizada -a pesar del aumento de casos en las últimas semanas- nuestro país sigue teniendo cuentas pendientes en lo que a salud mental se refiere.

No hemos aprendido de un pasado que aún está muy presente, como ha sido el Covid y los problemas que ha causado en la que muchos califican como la pandemia silenciosa. Así las cosas, España país sigue invirtiendo muy poco respecto de una realidad que está, presumiblemente, más presente, pero desde luego más evidente -gracias a la normalización que se le ha otorgado- que antes.

Salud mental: una cuenta que España no termina de saldar

Con ello, al 10% de la población se le ha diagnosticado insomnio en un país en el que el número de psicólogos y psiquiatras está muy por debajo de la media europea. En cifras, España solo invierte un 5% del total de su Sanidad en salud mental y las ratios de profesionales está a un tercio de la media europea (6 psicólogos frente a 18 por cada 100.000 habitantes y 10 psiquiatra frente a 25 por cada 100.000 habitantes). Así se aprecia en datos avanzados por el psiquiatra, psicoterapeuta y diputado de Más Madrid, Diego Figuera, a ElPlural.com.

¿Cuántas veces se ha dicho que la generación de nuestros padres vivió mejor que la de nuestros abuelos y que la actual? Es difícil extraer datos de la primera en la que, claro está, mucha gente padeció problemas de esta índole, aunque nunca llegaron a diagnosticarse. Pero los datos de la década de los 80 y 90 respecto a los de ahora sí evidencian que al final del siglo pasado se dormía mejor que en la actualidad (7,6 horas de media frente a 6,8 aproximadamente según la Encuesta Nacional de Salud). ¿Por qué pasa esto?

Ritmo de vida frenético

Son varios los factores que influyen en la imposibilidad para dormir del tirón nada más meterse en la cama, pero las redes sociales, el individualismo al que estas someten a la sociedad, el estrés o los ritmos de vida en el día a día serían algunos de los culpables principales.

En este sentido, el que fuera primer Defensor del Menor y un especialista curtido en salud mental, Javier Urra, defiende que, sin lugar a dudas, existen problemas estructurales como son las dificultades para acceder a la vivienda o un futuro laboral incierto, especialmente para los jóvenes, pero también otros que dependen de uno mismo. “El día tiene las horas que tiene. No podemos pretender en un espacio reducido de tiempo ir a ver a los abuelos, al teatro, quedar toda la tarde con los amigos… Uno debe tener tiempo para sí mismo, para leerse un libro o escuchar música”, aprecia.

Esto, expone, guarda relación con el modo de vida de España, donde el clima y las costumbres invitan a dormir poco, a pesar de que se trabaje lo mismo o más que en algunos lugares de Europa: “Los españoles siempre han tendido a dormir poco. La proporción es 8/8/8, pero los horarios en España siempre han sido una anormalidad. Gusta mucho salir a divertirse a las 24:00 horas, acostarse a las 4:00 de la mañana, las fiestas de los pueblos en verano… Si te acuestas tan tarde es muy difícil que te levantes pronto”.

A eso añade: “Se cena tardísimo. En el resto de Europa es impensable cenar a 22:00 hora. Pero en España también nos levantamos pronto, hay gente en los coches a las 6:30 horas. Los horarios son irracionales, pero están en nuestra manera de ser y son muy difíciles de cambiar, aunque se puede”.

Redes sociales: entre las principales culpables

Las otras grandes culpables vendrían a ser las redes sociales. El uso del teléfono móvil ha crecido un 30% en 2021, lo que supone un tercio de las horas que una persona pasa despierta al día. Así se extrae del informe del Estado Móvil publicado por la compañía de análisis App Anie.

“En los 90 había menos programas de televisión, menos estímulos por la noche y podíamos desconectar antes. En la sociedad actual somos demasiado esclavos de nuestros propios likes y de las necesidades materiales (…) Está muy de moda que nos vamos a casa y todavía no falta leer los últimos tuits, responder a las últimas series, contestar a todos nuestros amigos… y eso hace que el cerebro, que tiende a desconectar con la caída del sol, no desconecte a tiempo”, explica Figuera. Además, este también respalda la tesis de Urra: “Los españoles nos acostamos demasiado tarde y nos levantamos igual que el resto de europeos”.

Problemas en los niños

El problema del sueño se traduce de igual manera en los más pequeños, tanto cuando son niños como cuando dejan de serlo. Sobre lo primero repercute nuevamente el hecho de que pasen más tiempo conectados a las pantallas o, en el caso concreto de las vacaciones, que el ritmo de los padres influye muchas veces en el suyo.

Sobre lo segundo, el también político del principal partido de la oposición en Madrid hace alusión a problemas en casa o en la sociedad. “Las crianzas inseguras cuando los padres apenas se relacionan con los hijos o cuando tenemos una sobreprotección, también influyen. Y luego ya casos extremos, si los niños han visto episodios de malos tratos o de violencia sexual en caso, o han sido incluso víctimas ellos mismos… De hecho, la herencia es un factor mucho menor que el de la crianza”, mantiene.

En esta línea, se refiere también a los problemas que sufren las minorías en el aspecto social y frente a la pobreza. Factores, todos ellos determinantes, que asegura, sí son responsabilidad de las administraciones y sobre los que, por ende, se debería incidir.

Atendiendo a las explicaciones y dejando de lado estas últimas, Urra sostiene que la imagen que se proyecta de España en el exterior no se corresponde realmente con la realidad: “Existe la idea de que el español es siempre feliz porque está siempre de tapas y demás, y no es cierto”. Y no lo es por cuestiones sociales y personales. Simple y llanamente. Quizás las vacaciones sean la oportunidad perfecta para tratar de revertir la situación, al menos durante unos días.