Como bien sabemos –lo sabemos y lo hemos hablado muchas veces- el movimiento feminista es diverso. Eso significa que lo atraviesan diferentes posicionamientos, análisis, estrategias, prioridades. Pero, claro, se supone que todas las feministas tenemos como meta última la igualdad (no la identidad, ojo).

Viene esto a cuento del manifiesto del 8 de marzo donde se condena la trata pero no la prostitución. A las feministas nos hiere tal incongruencia (digo “incongruencia” por ser suave). Sin prostitución no hay trata, de modo que condenar la trata sin condenar la prostitución es equiparable a apoyar la industria armamentística pero indignarse porque las armas matan también a “los buenos”.

Y me diréis: incongruentes o no, hay quienes se declaran feministas y defienden la prostitución. Ya, ya lo sé.

Si se declaran favorables a la igualdad (esta es la base del feminismo) y apoyan la prostitución, supongo que abogan por legalizar la prostitución de todo bicho viviente: hombres, perros y perras, gatos y gatas, monos y monas. Porque, a ver, si a alguien le parece bien que se negocie con el cuerpo y al mismo tiempo se declara igualitario es porque piensa que todos los seres vivos debemos ser prostituidos por igual.

Ahora bien, como partimos de una realidad muy descompensada -se calcula que hay entre 50 000 y 100 000 mujeres prostituidas frente a unos 1.000 o 4.000 hombres- los esfuerzos en pro de la igualdad deberían dirigirse hacia los hombres en paro a fin de convencerlos para que se prostituyan. Me diréis: “Pero es que hay menos demanda”. Os contesto: Nada que no pueda arreglar una buena campaña de propaganda acompañada de precios competitivos. Del tipo:

 

“¿Para qué pagar 30€ por la mamada de una bielorrusa si un universitario de Lérida te hará maravillas por la mitad? ¿Quién entiende mejor las necesidades de un hombre que otro? Ven a Erosclub y multiplica tu placer: mientras tú te concentras en un vídeo donde se muestra como tres tipos follan y maltratan a una salvadoreña, un ecuatoriano te hará virguerías”.

Y en la misma línea, pregunto: ¿Para cuándo burdeles de carretera donde se puedan follar chimpancés? ¿O es que pensamos reprimir a los amantes del bestialismo?… Y no me vengáis con cuentos de que el gorila o el cabrito no tienen libre elección. Tú enseñales a esos animales que la condición para darles de comer es que se dejen follar y ya verás, ya, como acuden encantados…

Nosotras nos hartamos de decirles que realmente a lo que nos oponemos es a la libertad de los hombres para alquilar el cuerpo de las mujeres

También hay quienes apoyan la prostitución en pro de la libertad de las mujeres para prostituirse (ojo, para prostituirse, lo demás, ya se verá…). Se escandalizan ante la intransigencia que mostramos quienes queremos coartar tal libertad… Y nosotras nos hartamos de decirles que realmente a lo que nos oponemos es a la libertad de los hombres para alquilar el cuerpo de las mujeres… O sea y por resumir, si alguien reivindica libertad para vender su hígado, yo no voy a reprimirlo. Me limito a pedir pena de cárcel para quien haga amago de comprarlo.

Con todo, si alguien pone en venta o en alquiler su riñón, su córnea, su sangre, su ano, su vagina, su boca… se me plantean dos cuestionamientos:

1) ¿Por qué lo hace? ¿Porque no encuentra otra manera de ganarse la vida? Entonces digo: estamos ante un grave e intolerable problema social que no se soluciona diciendo: “Pues bueno, legalizamos la práctica” sino diciendo: hay que acabar con una sociedad que comercializa el cuerpo humano (obviando –y ya es mucho obviar- el hecho de que para hablar de libertad, quien vende han de tener otras opciones reales además de la de vender y ha de estar en situación de equipotencia con el comprador).

2). Si alguien dice: “Yo realmente no lo necesito pero prefiero vender un riñón a estar dos años trabajando”. Pues respondo lo de antes: “Tú preferirás lo que te dé la gana pero exijo que quien compre el riñón vaya a la cárcel”. Y añado, por si no queda claro: “Tu libertad no está por encima de los derechos humanos y de la dignidad. En pro de tu “libertad” no se puede legalizar una práctica que daña al colectivo”.

Y desde luego, mientras los hombres (también como colectivo) sepan que estén donde estén, tengan el nivel económico que tengan y sea cual sea su condición física o psíquica, siempre van a poder pagar a una mujer para putearla, no es posible que conciban la igualdad…

Otro grupo asegura que no aprueba la prostitución pero que al legalizarla se mejorarían las condiciones de vida de las prostitutas.

Quienes argumentan así, para ser mínimamente coherentes, deben exigir, como condición sine que non, que los “clientes” usen condón, guantes y mascarilla; que, además, presenten un certificado médico actualizado cada 15 días (como poco) atestiguando que no padecen enfermedad contagiosa alguna (ni virus, ni hongos, ni gripe, ni resfriado, etc.). También se exigirá que haya cámaras de vídeo filmando todos los “actos sexuales” (por llamarlos de alguna manera). No para difundir esos vídeos, no (seamos discretas), sino para que los inspectores de trabajo puedan controlar en todo momento que se cumplen las normas o para que la prostituta pueda denunciar a los “clientes” que se sobrepasen. Digo yo que es lo mínimo que puede exigirse pensando en el bienestar de las prostitutas…

Y otra cosa que me asombra (digo pensando en quienes defienden la legalización por el bien de las prostitutas que son en inmensa mayoría extranjeras muy desprotegidas) ¿no se puede pedir para ellas formación profesional, papeles, alojamiento a fin de dejen de tener que prostituirse? ¿no? Sabemos que, por diversas circunstancias, a veces, una mujer maltratada por su pareja no quiere o no puede romper con el maltratador. Sabemos que la solución no es fácil pero, dentro del abanico de posibles medidas y avances ¿incluimos el que la víctima tenga a su disposición un buen botiquín y cerca de casa un servicio de urgencias? Pues igual. Nosotras no podemos caer en trampas tan burdas.

Dejemos el cinismo para las asociaciones financiadas por las mafias. Esas que, con total brutalidad e incongruencia dicen que es inevitable, que es el oficio más viejo del mundo etc. para añadir acto seguido que lo más moderno es legalizarlo.

Y volviendo al tema del principio: yo no he estado en las comisiones que han preparado el manifiesto, la llamada a la huelga y las diversas manifestaciones del 8 de marzo. No sé hasta qué punto fue necesario, en pro de la unidad, transigir con los movimientos proprostitución. No puedo calibrar el equilibrio de fuerzas, etc. pero digo que para una feminista coherente (es decir aquella que no acepta los privilegios masculinos) es muy duro tragar que no se llame claramente a luchar contra la prostitución.

Y digo que hay que estar ojo avizor para que ese Manifiesto que ciertamente implica un “mirar para otro lado en pro de la unidad” no se tergiverse y se convierta en un “aplaudimos la comercialización del cuerpo de las mujeres”.

Con todo: Mujeres abolicionistas, no desaniméis. Sigamos explicando incansablemente por qué es incompatible ser feminista y bendecir la prostitución.

Y ganaremos, no os quepa duda.

Pilar Aguilar es analista de ficción audiovisual y crítica de cine. Licenciada en Ciencias Cinematográficas y Audiovisuales por la Universidad Denis Diderot de París. Lee el blog de cine de Pilar Aguilar: http://pilaraguilarcine.blogspot.com.es

Este artículo es una colaboración de Tribuna Feminista