El ferrolense José Canalejas Méndez, político regeneracionista y liberal, fue presidente del Consejo de Ministros entre el 9 de febrero de 1910 y el 12 de noviembre de 1912. A pesar de su intenso paso por la política española en la que además de presidente de Gobierno llegó a ser ministro en cinco ocasiones en distintas carteras (Fomento, de Gracia y Justicia, de Hacienda, Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas) y presidente del Congreso en 1907, es más recordado por su asesinato por dos disparos de pistola en un atentado terrorista. Ello aconteció en 1912, tal día como hoy, un 12 de noviembre. Canalejas tenía entonces 58 años y su asesino 26.
Disparos con la mano del asesino en el hombro del Canalejas
El presidente del Gobierno venía de despachar con el rey Alfonso XIII en el Palacio Real en su calidad de presidente del Gobierno. Luego pasó por su domicilio de la calle Huertas. Más tarde dio un paseo matinal por la Puerta del Sol haciendo tiempo para presidir a mediodía del Consejo de Ministros. Como era habitual en él, una persona intelectualmente muy formada, se detuvo a mirar los libros expuestos en el escaparate de la Librería San Martín en la Puerta del Sol esquina con calle Carretas. Le llamó su atención especialmente un mapa de la Primera Guerra de los Balcanes. A las 11,20 de la mañana, un hombre con zamarra clara, pantalón oscuro y sombrero negro descargó contra Canalejas dos balas de una pistola Browning que portaba. El presidente del Gobierno se derrumbó fulminantemente al suelo. Los disparos habían sido mortales de necesidad ya que el asesino se acercó muy velozmente a Canalejas y para no fallar en su objetivo apoyó su mano en su hombro y le disparó de cerca en la cabeza.
Remiso a llevar escoltas
Canalejas no era muy partidario de llevar escoltas. Se sabe que en ocasiones había huido de esta protección oficial y paseaba solo, sin ningún tipo de seguridad. Esa mañana sí llevaba tres policías que le acompañaban a cierta distancia. El asesino sorprendió a estos agentes que solo pudieron acorralar al asesino tras los disparos cuando uno de los escoltas se abalanzó sobre él. Al verse el terrorista sin salida y tras parapetarse detrás de un coche, se disparó con la misma pistola con la que había perpetrado el asesinato. Los testigos destacaron que el suicida realizó un extraño movimiento reflejo en el aire antes de caer muerto a cuatro metros de la acera.
¿Quién fue el autor del asesinato?
Se llamaba Manuel Pardiñas, 26 años, oscense de la localidad de El Grado y anarquista muy conocido fichado en los registros oficiales de la Policía. De profesión había ejercido de decorador en largos periodos en Buenos Aires, La Habana y Florida. Este hecho generó comentarios que se interrogaba como un simple decorador pudo costear tantos viajes a lugares tan lejanos y como hizo para su manutención y gastos lógicos. Luego de viajar a Burdeos regresó unas semanas antes del atentado a España.

Rumores y cábalas sobre el asesinato
Las ciertas “facilidades” para cometer el atentado dieron origen a muchos rumores y cábalas. Se destacó el hecho de que Alfonso XIII tras visitar el cadáver de Canalejas reprendió a los mandos policiales con la siguiente frase: “¡Pues sí que han vigilado ustedes bien!”. También hubo protestas ciudadanas por lo que se consideró un grave error de la seguridad policial de Canalejas. Otros rumores apuntaban al hecho de que la policía pudo trasladar a Pardiñas a un portal y allí, en su interior, ocurriría algo distinto a la versión oficial de que el anarquista se disparase detrás del coche de caballos.
Miembro de ala izquierda del Partido Liberal
Al entierro de Canalejas acudieron representantes políticos y autoridades de todo rango y una multitud enorme que convirtió el acto fúnebre en una de las manifestaciones de duelo de mayor dimensión de las acontecidas en España. Y es que con la desaparición de Canalejas se esfumaron las últimas posibilidades de adaptar la Restauración a una nueva España del siglo XX. No en balde era miembro de ala izquierda del Partido Liberal y en cuestión religiosa se ganó fama de anticlerical a pesar de ser un católico confeso. Representante del llamado “nuevo liberalismo”, lejano de la doctrina clásica más conservadora, apostaba por la intervención del Estado y acercamiento a los postulados del socialismo democrático.
