La pandemia por Coronavirus ha dejado al descubierto un enorme problema. El 16,4% de los hogares españoles están formados por mayores de 65 años. Es decir, unos 3.322.500 de personas de las cuales 2,3 millones son personas que viven solas.

Esta cifra abismal se agranda cuando hablamos de las personas LGTB. Tras toda una vida viviendo en una sociedad que les niega su condición de ser, son muchos los mayores que se encuentran con severos problemas mentales después de décadas viviendo a espaldas de su familia y amigos y sin poder desarrollarse como personas. Ahora, al llegar a la vejez y quedarse solas, ven agravada su situación, en especial este año debido a la pandemia por coronavirus.

Para tratar de paliar en lo posible el sufrimiento de los mayores LGTB, la Fundación 26 de diciembre nació hace diez años para trabajar con y por las personas mayores LGTB para luchar por la dignidad, la inclusión y la visibilidad desde un enfoque intergeneracional.

Federico Armenteros, presidente de la fundación, explica a ElPlural.com las dificultades que conlleva la pandemia. "Ahora nos pilla en un mal momento por la Covid. Nosotros hacíamos diferentes comidas por Nochebuena, Nochevieja Navidad y juntábamos a mucha gente que estaba sola. Esto ahora es imposible", lamenta.

"Estamos intentando que sea todo por teléfono y videoconferencia, pero no es lo mismo", explica. "Hemos tenido una donación de una empresa alemana para comprar una cesta de navidad a cada persona que atendemos. Queremos que sientan en estos momentos tan jorobados que estamos con ellos. Pero es todo tan delicado que hasta una persona que atendemos de 80 años se nos puso a llorar porque en su vida le habían regalado nada", cuenta mientras insiste en la necesidad de hacer ver a los mayores que no se encuentran solos.

A diario la fundación se hace cargo de 750 personas de media. "A medida que somos más conocidos atendemos a más", dice Armenteros. "Los que nos piden más ayuda son los que están peor. En el colectivo, como estamos educados a la invisibilidad y a que no se nos note porque si se nos notaba éramos masacrados, hemos aprendido mucho a pasar desapercibidos. Cuando llega un momento en el que no pueden más y necesitan esa ayuda porque no son capaces de salir a la calle o de lavarse es cuando te llaman. Es una situación casi paliativa porque los encuentras hechos polvo", explica.

"Los mayores que atendemos necesitan esperanza y un proyecto de vida, aunque sea corto. Hay muchísimos suicidios por esta situación porque les da ya todo igual. No tienen a nadie", dice horrorizado.

Según cuenta Federico, los problemas propios de la edad se ven agravados con las consecuencias de la Ley de Vagos y Maleantes que criminalizó a las personas LGTB durante el franquismo. "Desde el 54 que entramos en la ley hasta el 78 que se deroga son 34 años de homofobia institucional donde un Estado te detenía, te torturaba y te decía cosas aberrantes. Todavía el Estado no nos ha pedido perdón ni ha reconocido que los mayores están así porque nos han obligado a ser así. No nos sentimos parte de esta sociedad porque ni nos pide perdón ni nos restaura. Solo nos han quitado del Código Penal para pasar al Código Civil", argumenta.

"Cuando eres mayor y no has salido antes del armario, o te has metido en él para sobrevivir ves lo cruel que es la sociedad", prosigue. "Nos han enseñado que nos teníamos que esconder. Tienes que ser hetero, estar casado y tener hijos para que se te permita vivir. Muchos se han metido en eso y viven una doble o triple vida porque no pueden negar su sexualidad y no saben salir", declara.

Además, se muestra crítico con la posición pasiva del Estado. "Nos han dicho 'os podéis casar', vale. ¿Dónde está la ayuda para las personas que se les murieron las parejas con el VIH que han sido viudos sin pensión? ¿Quiénes les restauran? En la Ley de Memoria Democrática tampoco se nos reconoce. Nos estamos muriendo de pena, de depresiones, de suicidios y nadie trabaja para que no sigamos sufriendo", reclama.

Esta época del año hace que los problemas sean más grandes, dice Armenteros: "Ahora en Navidad es cuando la gente está peor. A la gente les sube todo y vienen las depresiones y se está agravando con el confinamiento".

"Fíjate lo solos que estamos que esta llamada la estoy haciendo desde Torrevieja porque una persona que atendemos se va a casar y no tiene ni testigos", denuncia.

"Tengo pánico a envejecer"

El convertirse en mayor es una cuestión que preocupa mucho al colectivo LGTB. Son muchos los que piensan en qué será de ellos cuando se jubilen o no puedan valerse por sí mismos. Uno de ellos es el periodista y cantante de Monterrosa, Enrique Aparicio.

"Si los LGTB ya tenemos pocos referentes en general, mayores mucho menos. No sabemos cómo son. No sabemos cómo se conjuga ser mayor y LGTB. Las historias que construimos sobre nosotros siempre centran en cuando salimos del armario, cuando descubrimos nuestra identidad o cómo nos fijamos en el primer chico y empieza una aventura, pero no sabemos cómo acaban esas historias", explica Aparicio.

Además, coincide en que la única forma de llegar a la vejez con garantías es siguiendo el modelo de pareja con hijos. "Cuando uno piensa en la vejez se multiplican los miedos porque está enfocada al modelo de pareja monógama reproductiva. Es decir: tu vejez siempre será mejor si tienes una pareja longeva, monógama, que te procure toda su atención y con descendencia colaborando en la siguiente generación que es la encargada de cuidarte", dice.

En este sentido apunta que "sabemos que nuestra vejez va a ser mucho más precaria ya que los heterosexuales tienen mucho más fácil encajar en esos modelos. Yo tengo pánico a envejecer, y en la comunidad de hombres homosexuales, que es lo que conozco, la juventud está por encima de cualquier otra característica, incluso por encima de la belleza. Ser joven es lo mejor que se puede ser si eres gay y envejecer lo peor", explica a sus 31 años.

Por ello argumenta que "los maricones nos resistimos a envejecer porque no sabemos qué pasa después. No sabemos cómo es ser mayor siendo maricón, y el resto de siglas no lo tiene más fácil".

Las personas que más complicado lo tienen, cuenta, son las trans: "No les hayamos enseñado cómo es ser mayor y trans, es que literalmente su esperanza de vida es mucho más corta que la nuestra. Las personas trans, en muchas ocasiones, no llegan a ser viejas por la violencia de la sociedad en las que viven". "La vejez es lo mejor que le puede pasar a una persona porque significa que no te has muerto, pero para nosotros es algo terrorífico", añade.

Como causa de esta falta de preparación señala a la sociedad. "Muchos maricones no hemos tenido la adolescencia cuando nos tocaba porque no hemos podido. La adolescencia es ese momento en el que uno se descubre a sí mismo y descubre al mundo y muchos maricones de mi generación y de generaciones anteriores estábamos absolutamente aterrorizados en la adolescencia reprimiendo nuestro conocimiento de nosotros mismos para que no nos descubrieran", denuncia

"Cuando podemos quitarnos eso de encima tenemos 25 años y ahí empieza nuestra adolescencia. La adolescencia es lo contrario a la vejez y es muy difícil que cuando uno está aprendiendo a ser adolescente ya siendo adulto vea que lo siguiente es la madurez. Nos saltamos un paso y la vida adulta se queda en tierra de nadie", explica. "Es un cortocircuito porque hay muchos hombres homosexuales de 50 años que todavía viven como adolescentes, y no digo que esté mal, pero no nos preparan como una persona que ha quemado etapas cuando les correspondía. No lo hemos asimilado", concluye.