La Fundación Caser ha publicado el I Estudio sobre las familias con personas en situación de dependencia en España, en el que analiza cómo se organizan los cuidados a personas dependientes dentro de los hogares. La principal conclusión: la mayoría de las personas cuidadoras siguen siendo mujeres de la familia.

Las mujeres cuidan más, dentro y fuera de casa

Los datos del informe, que toma como base la Encuesta sobre Discapacidades, Autonomía Personal y Situaciones de Dependencia (EDAD) 2020, muestran que el 68% de las personas en situación de dependencia reciben cuidados de alguien que vive en su propio domicilio. Esto indica que el entorno familiar sigue siendo clave en la atención cotidiana.

Entre quienes prestan ese apoyo, el 23% son hijas, el 18% madres y el 14% esposas. En conjunto, representan el 55% del total de cuidadores. Frente a ellas, los hombres que desempeñan esa función son menos: los hijos representan el 12% y los esposos, el 11%. Estas cifras reflejan una distribución desigual de las tareas de cuidado entre hombres y mujeres.

La tendencia se mantiene fuera del hogar. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) citados en el estudio, en el último trimestre de 2022, el 88% del personal que trabajaba en el sector del servicio doméstico eran mujeres.

Falta de recursos públicos y peso sobre las familias

El informe subraya que, a pesar de los cambios en el modelo de familia, esta continúa siendo el principal sostén de los cuidados en España. Una de las razones es la falta de servicios públicos o privados suficientes, que en muchos casos solo llegan a complementar, pero no a reemplazar, el trabajo que realizan las familias.

Entre los problemas más comunes están las listas de espera largas, la escasez de servicios accesibles, las diferencias entre territorios y una burocracia compleja. Estas dificultades suponen una carga añadida para muchas personas cuidadoras, que deben hacerse cargo de la atención sin apenas apoyo externo.

Está pendiente garantizar los cuidados de larga duración sin "brechas" ni "desigualdades".

Más formación y reconocimiento para quienes cuidan

El estudio también destaca que muchas familias no tienen formación específica para atender adecuadamente a personas dependientes. Por eso, los autores del informe consideran necesario desarrollar políticas que ayuden a gestionar los recursos y ofrezcan una capacitación adecuada a los cuidadores no profesionales. Esto permitiría mejorar la atención y aliviar la carga que recae sobre los hogares.

Además, proponen repensar el modelo actual de cuidados para dar más protagonismo a la autonomía de las personas dependientes y reducir la dependencia de las familias. Para ello, creen importante ampliar los servicios formales, promover la igualdad de género, facilitar el desarrollo profesional de las cuidadoras y garantizar la sostenibilidad del sistema.

Impacto en la vida y salud de las cuidadoras

Otro aspecto que aborda el informe es la falta de reconocimiento social, económico y laboral que tienen estas tareas. Cuidar en casa no da derecho a un sueldo, ni a beneficios laborales, ni a apoyo psicológico. Muchas veces, el rol se asume por obligación o por falta de alternativas, y acaba afectando la vida cotidiana, la salud mental y la calidad de vida del conjunto de la familia.

El estudio señala que, en estos casos, es frecuente que las personas cuidadoras sientan que se han dejado de lado a sí mismas. Palabras como “cansancio”, “bloqueo”, “miedo”, “frustración” o “renuncia” aparecen de forma recurrente en los testimonios recogidos, reflejando el impacto que tiene esta responsabilidad en quienes la asumen.

En resumen, el informe confirma que las tareas de cuidado siguen recayendo principalmente en mujeres, dentro de un contexto donde la estructura familiar suple muchas veces las carencias del sistema público. Para avanzar, los expertos proponen reconocer este trabajo, mejorar los servicios y construir un sistema de apoyo más justo y equilibrado.