A pesar de que María Gámez sea la primera mujer Directora General de la Guardia Civil y esté al frente de un cuerpo de 77.000 efectivos y su carrera política haya sido meteórica pero sin ambiciones, nada le ha sido regalado. 

Cuando era pequeña jugaba al teléfono con dos vasos de yogur unidos por un hilo en los faros de Sanlúcar, Estepona o Marbella, donde su padre, Antonio, era farero. Ahora tiene un “teléfono rojo” con otro hilo, en este caso directo, con las más altas  instituciones del país.

Gámez siempre ha reivindicado con orgullo sus orígenes modestos y los sacrificios que supusieron para una familia de once hermanos, llegar hasta la Universidad, obtener brillantes notas y ser funcionaria de los máximos escalafones.

La niña que jugaba con las chapas que tiraban los pescadores, tiene que lidiar ahora con “chapas” más grandes. Le ha tocado ser la mujer que coordina un ingente ejército benemérito en su batalla más difícil que jamás ha librado contra un enemigo a veces invisible, con instinto asesino y nombre de virus.

Entre las no horas disponibles en estos cruciales momentos, entre “el teléfono que  no para, llamadas y llamadas, incluidas las que estoy haciendo cada día a los agentes hospitalizados para trasladarles mi ánimo y el de sus compañeros”, Gámez ha hecho un hueco para atendernos. Aquí la entrevista con una mujer a la que ni las tormentas ni las borrascas harán que zozobre ninguno de sus navíos a su cargo... criarse a 21 metros sobre el mar en Punta Doncella, imprime carácter.

ElPlural: A esta altura del desarrollo de la epidemia ¿cómo se encuentran los miembros de la Guardia Civil que están inmersos en las distintas acciones que el Cuerpo tiene asignadas?

Nuestros guardias civiles están muy concienciados de que su trabajo es imprescindible para luchar contra la pandemia y están plenamente identificados con esa labor. No olvidemos que una de sus tareas es conseguir que se respete el confinamiento por el estado de alarma. Se están volcando, además, con los colectivos más vulnerables y podemos ver constantemente acciones solidarias y de auxilio, desde visitar centros de mayores a contactar con mujeres víctimas de la violencia de género o visitar a vecinos aislados y llevarles sus medicamentos, por ejemplo.

María Gámez: ¿Qué acciones principales está acometiendo la Guardia Civil? ¿Son muy cambiantes en función del día a día modificándose mucho las actuaciones planificadas con antelación?

Hay una acción principal desde el inicio, que es el control de la movilidad. Pero las circunstancias han ido exigiendo otro tipo de actuaciones, algo lógico en una situación cambiante como la que vivimos. Por ejemplo, la vigilancia de las fronteras, el apoyo en el traslado de material sanitario o incluso montar hospitales de campaña en algunos puntos del país. Todo esto sin olvidar nuestro trabajo de siempre, la seguridad ciudadana y la persecución de los delincuentes, con atención en estos tiempos a los delitos que se están generando aprovechando el confinamiento y el uso masivo de Internet, en especial estafas y fraudes, o alertando de fake o bulos para frenar la desinformación. En todo caso, la Guardia Civil se adapta permanentemente para todos los escenarios que puedan surgir y se establecen hipótesis de trabajo, con el objetivo de no dejar nada al azar para dar la mejor respuesta posible.

El teléfono no para, llamadas y llamadas, incluidas las que estoy haciendo cada día a los agentes hospitalizados para trasladarles mi ánimo

EP: ¿Dónde se residencian esta toma de decisiones y qué personas participan en ellas? ¿Cuál es su papel y qué labor diaria realiza?

M.G: La Guardia Civil está presente en el comité técnico que se reúne a diario en Moncloa. En el Ministerio del Interior, además, hay establecido un órgano de coordinación, el CECOR, presidido por el Secretario de Estado de Seguridad y del que formo parte, que se reúne dos veces al día y que pone en común, con todos los agentes implicados, las actuaciones necesarias para el cumplimiento del decreto sobre el estado de alarma. En el ámbito concreto de la Guardia Civil, mantenemos reuniones en diferentes niveles: por un lado, las que yo tengo con el Director Adjunto Operativo y también con el resto de subdirectores del Cuerpo; y por otro, los contactos diarios con los mandos de las Zonas y las distintas comandancias de España. El teléfono no para, llamadas y llamadas, incluidas las que estoy haciendo cada día a los agentes que están hospitalizados para trasladarles mi ánimo y el de sus compañeros.

Los agentes que han dado positivos rondan los 1.300 guardias civiles de un total de casi 77.000 efectivos
 

EP: ¿Qué número de agentes están movilizados y cuántos en las acciones diarias? ¿Hay muchos agentes afectados por contagios?

M.G.: Ahora mismo tenemos unos 45.000 guardias civiles que salen todos los días a la calle para encargarse de la seguridad ciudadana y del cumplimiento de las restricciones establecidas por el estado de alarma. Más o menos estamos haciendo al día unos 11.000 dispositivos de identificación y controlando unos 100.000 vehículos y otras tantas personas. En las fronteras, tenemos 120 dispositivos de seguridad con alrededor de 2.500 efectivos. Nuestro esfuerzo es ingente.

Sobre los agentes afectados por coronavirus, los positivos rondan los 1.300 guardias civiles de un total de casi 77.000 efectivos. Desde el primer momento se han dado instrucciones para intentar que la afección de la enfermedad fuera la menor posible y ahora estamos realizando los test que nos permitirán prevenir y dar más tranquilidad a nuestros guardias civiles.

El peor momento es cada llamada para comunicar el fallecimiento de uno de los nuestros y pensar inmediatamente en su familia

EP: Cuáles son los mejores momentos, esos que nunca se olvidarán, de la labor de la Guardia Civil experimentados desde su cargo ¿y los peores?

MG: Hace poco más de dos meses que llegué al cargo y la crisis sanitaria es prácticamente la que está generando los momentos más duros y más exigentes de gestión. El peor momento, sin duda, ha sido cada llamada para comunicar el fallecimiento de uno de los nuestros y pensar inmediatamente en su familia. Saber que la Guardia Civil está permanentemente ayudando a otros es el consuelo que tenemos en este momento. Y esto es lo positivo que destaco de este Cuerpo: la cercanía, la entrega a los demás, su vocación de servicio público.

EP: ¿Cómo lleva estar en Madrid con toda su familia en Málaga en una situación que aún se prolongará? Fuera de los tiempos, intensos y largos, que le dedica a su labor de directora general de la Guardia Civil ¿saca tiempo para otras cosas?

M.G: Estoy volcada en mi trabajo, ahora mismo no tengo horas. Mañana, tarde y noche. Las horas que sean necesarias y que se requieran. Echo de menos a mi familia y, como todos los ciudadanos, mi deseo es poder abrazar a quienes quiero lo antes posible. Pero noto su cariño y ellos son los primeros en darme aliento y ánimo. Ahora mismo estoy donde tengo que estar.

EP: Usted tiene larga experiencia en tareas de coordinación tras su labor como delegada del Gobierno de la Junta de Andalucía en Málaga o el más reciente de subdelegada del Gobierno central. Además tuvo que sufrir otra gran tragedia, en este caso individual, la de niño Julen caído y fallecido en el pozo de Totalán ¿le han servido esas experiencias o se halla ante escenarios totalmente diferentes?

M.G: La situación que vive ahora mismo el país es inédita. Creo no equivocarme si digo que nunca nos hemos enfrentado a un escenario como el de ahora, ni en el plano personal ni en el profesional. Mis respectivas etapas como responsable del Gobierno de la Junta en la provincia de Málaga y de la Subdelegación del Gobierno central me han dado experiencia en situaciones de crisis. El segundo caso, además, me acercó más a la Guardia Civil y me ayudó a conocerla. Y me enseñó algo muy importante que no pierdo de vista: que la generosidad, la colaboración y el trabajo en equipo nos hacen más fuertes.

La muerte de niño Julen en Totalán me enseñó que la generosidad, la colaboración y el trabajo en equipo nos hacen más fuertes

EP: Por último. Una vez pasada esta crisis sanitaria y regrese a Málaga a encontrarse con su familia, después de eso ¿que será lo primero que hará? ¿Cerca del faro del Puerto de Málaga, en La Farola? ¿En el Palmeral de las Sorpresas?

M.G.: Lo que más deseo es abrazar a los míos y poder disfrutar de ellos. Ellos son mi faro, en todo caso. No importa el sitio, cualquier lugar de Málaga será bueno para hacerlo. Mis expectativas no son diferentes a la de cualquier otra persona que ahora mismo está lejos de los suyos: comprobar que todos estamos bien y regresar a la normalidad.